La industria del cuero en Colombia nace en Villapinzón y es una tradición de la cual dependen cientos de miles de familias en el país. Si bien este sector ha utilizado prácticas y técnicas para curtir que han estado ligadas a la informalidad y a la falta de conocimiento sobre el impacto ambiental que genera la producción del cuero, hoy una parte importante de las industrias más tradicionales están trabajando para reducir su impacto ambiental y hacer cumplir el fallo emitido por el Concejo de Estado en el 2014.
Según datos de la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca, CAR, cerca de 30 unidades productivas cumplen con todos los estándares ambientales en la región.
Actualmente, según información de la Gobernación de Cundinamarca, en Villapinzón existen 74 pequeñas y medianas empresas que desempeñan este oficio artesanal. Su aporte a la economía es importante ya que el sector es uno de los más representativos de la industria colombiana, teniendo, de acuerdo con el DANE, una participación del 0.27% en el PIB Nacional y del 2.17% en el PIB Manufacturero.
La historia de las curtiembres en Colombia nace desde la época de la colonia. Las prácticas curtidoras europeas llegaron al país de la mano de marroquíes y españoles que vieron en la cuenca alta del rio Bogotá un territorio idóneo para la producción de cuero. El uso de la cal viva, encenillo, cuchillas con filo en reversa fueron instrumentos e insumos utilizados para preparar cueros que con el tiempo se convertirían en utensilios y calzado de los colonos.
De acuerdo con Edgar Gil, presidente de la Federación Nacional del Cuero del Rio Bogotá, Fenalcuero, y subgerente de Italcur, “las prácticas de curtido han sido una herencia que ha pasado de generación en generación y que hoy posicionan a Villapinzón como la cuna del cuero en Colombia. Desde la llegada del primer bombo curtidor o reactor químico al municipio por parte de José Barrero, hoy el 50% de la economía depende de esta actividad y cerca del 60% de las familias subsisten por este sector, del cual nace la materia prima no solo para el calzado y la marroquinería, sino también para la industria farmacéutica, alimentaria, el biodiesel, jabones, aceite, entre otros”.
Actualmente, la industria del cuero está atravesando por una crisis económica debido a tres factores: 1) el aumento de la comercialización de productos chinos en Colombia parecidos al cuero o con funciones semejantes; 2) la guerra económica entre qqEstados Unidos y China que ha generado una desaceleración en la industria del país oriental, lo que ha conllevado a una reducción en la demanda de cuero colombiano hacia este país; y 3) la sobreproducción del cuero, debido al aumento acelerado de las exportaciones de actores clave en Latinoamérica como Brasil.
“Este país, el cual es el mayor exportador de cuero en América Latina, por casi dos años tuvo un grave problema de fiebre aftosa, lo que generó que en este período de tiempo no produjeran cuero. Sin embargo, después de que el país obtuvo la autorización sanitaria para reactivar su producción, las industrias brasileras empezaron a producir sobre manera y por supuesto esto empezó a afectar a las empresas curtidoras de la región, entre ellas las de Colombia que, actualmente dependen en más del 70% del mercado nacional”, aseguró Edgar Gil.
Por otra parte, de acuerdo con la Asociación Colombiana de la Industria del Cuero y sus Manufacturas, Acicam, otros problemas que presenta esta industria es el aumento del contrabando de cuero proveniente de países como Venezuela, el cambio en tendencias de moda a nivel mundial y la competencia desleal por parte de empresas curtidoras que no están legalizadas ambientalmente. “Si bien en el transcurso del presente año, la industria del cuero ha crecido 0.9%, aún hay muchos retos que deben ser enfrentados tanto en la esfera internacional como en la nacional si la industria quiere crecer”.
Frente al impacto medioambiental que tiene la industria del cuero en Colombia, es bien sabido que este sector por muchos años ha sido un fuerte contaminante del río Bogotá, debido, según Edgar Gil, al crecimiento desordenado de la industria alrededor de la cuenca alta del río, el bajo nivel de conocimiento sobre el impacto ambiental que genera los vertimientos y la producción empírica por encima de la técnica.
Según Diana Aguilar de la CAEM, “con la implementación de nuevos equipos, tecnologías limpias y buenas prácticas operativas, así como el cálculo de la huella hídrica; Italcur ha reducido en casi un 99% su impacto ambiental sobre el río Bogotá, reutiliza entre el 70 al 80% del agua y ha disminuido el consumo de esta en un 50%, pasando de consumir 1.100 litros de agua por piel a 550”./