Hay circunstancias determinadas en las cuales no podemos discernir si lo adecuado es aplaudir, llorar, o chiflar. Circunstancias en las que se mezcla la verdad y la ficción, la osadía y el descuido, la planeación y el desorden, y/o la esperanza y la desazón. Una de estas ocasiones fue la que se vivió en la presentación del señor Presidente Duque ante la cumbre de cambio climático de la Organización de las Naciones Unidas.
Tuvimos en este foro la oportunidad de decir verdades de a puño, medias verdades, mentiras disfrazadas de verdades, y por qué no decirlo, la escenificación de deseos aún no cumplidos. Veamos algunos apuntes sobre el tema.
Entre las verdades de a puño que se dijeron, estaban algunas como “El mundo está sufriendo las consecuencias del cambio climático”, “. Estamos viendo cómo se destruyen nevados, glaciares”, “Cómo aumenta la erosión costera”, “Cómo se afecta a muchas comunidades”, “Cómo van aumentando los niveles del mar” y también “Cómo se acentúan muchos desastres naturales”. Se dijo también que “Esta situación demanda de nosotros que actuamos con determinación con sentido de urgencia, que entendamos que ese es el más grande reto de nuestro tiempo.” Verdades todas que nadie discute ni pone en duda pero que no aportan ningún tipo de solución al problema.
Entre las medias verdades se manifestó que “Colombia representa tan sólo el 0.4 por ciento de todas las emisiones globales de gases efecto invernadero. Tenemos la sexta matriz energética más limpia del mundo y más del 40 por ciento de nuestro territorio puede considerarse selva tropical húmeda, mucha ella ubicada en nuestra Amazonía.” Y aseguro que son medias verdades porque se basan en estadísticas observadas desde una perspectiva favorable para el país y no necesariamente aferrada a la realidad. Si asignamos a cada país, a manera de ejemplo, un porcentaje de contaminación por habitante, notaremos que no somos tan eficientes ni tan limpios como aseguramos. O ¿Podemos decir que Colombia tiene más del 0,4% de la población mundial? Pues no, Colombia tiene aproximadamente el 0,047 de la población mundial, o sea que si el señor Presidente acertó con la cifra del 0,4% de las emisiones quiere decir que cada colombiano produce en promedio 10 veces más gases de efecto invernadero que la media mundial.
Valga si rescatar algunas otras verdades demostrables tales como: “Colombia es uno de los países más vulnerables a los efectos del cambio climático”, “Colombia tiene en su territorio más del 50% de los páramos del planeta”, entre otras cosas rescatables; pero a continuación sigue lo dramático.
Al hablar de ejecutorias se comienza por el equilibrio de la matriz energética en Colombia y se muestra como gran logro el hecho de que hoy se calcula la participación de las energías limpias no convencionales en cerca del 0,3% y el hecho de tener una meta de llegar al 10% para el año 2022. No menciona como ni se ven movimientos grandes en la reglamentación y la regulación que permitan aseverar que la meta es realizable; en un país con las dificultades que Colombia tiene para tramitar proyectos de ley, es posible que aún no tengamos dichos elementos para ese año, es decir más pareciera un sueño que un plan.
Se habló de otros temas generales pero no se observó ningún apunte sobre los “rellenos sanitarios”, ni sobre algunos pocos botaderos que aún subsisten, ni sobre el manejo de ganaderías extensivas; sabiendo que las emisiones de metano son las que más aportan gases de efecto invernadero a la atmósfera, sería muy interesante buscar la manera de minimizar estos impactos. Rescatable sí, la idea de lograr un frente común en el planeta para preservar la tierra de nuestras futuras generaciones.
@alvaro080255