Un poco más de una hora y 45 minutos son el punto de partida desde Bogotá para comenzar a vivir una de las aventuras más enriquecedoras, enigmáticas e inolvidables que se pueden tener en la vida. Llegar hasta el pulmón del mundo.
En cerca de 109.655 kilómetros cuadrados se extiende la selva colombiana, la cual representa el 54% de la totalidad de selvas tropicales existentes en el mundo y es actualmente, sin lugar a dudas, la mayor reserva de recursos naturales del planeta. Este misterioso lugar acoge tantas especies de fauna y flora como ningún otro ecosistema en la tierra y es un lugar sorprendente no sólo por la diversidad cultural de sus pueblos indígenas, sino por la vida que se origina y se nutre de las múltiples orillas del río Amazonas, que con 6.800 kilómetros de extensión, es considerado junto con el río Nilo el más largo del mundo. Además de ser el más caudaloso, peligroso, ancho y profundo.
Múltiples fronteras
Puerto Leticia, en la quebrada Yahuarca es ese primer polo a tierra que nos muestra un departamento que en su interior tan sólo tiene una opción de transporte como lo es el medio fluvial. Embarcaciones llegan y salen desde cada una de las chozas que tambalean sobre aquellas amarillas aguas que colindan con Tabatinga en Brasil, Santa Rosa en Perú y que conducen a esos maravillosos paisajes que traemos dibujados en la mente.
La Virginia aguarda por sus próximos pasajeros, quienes navegaremos 17 kilómetros, unos veinte minutos aproximadamente sobre aquellas aguas que tienen entre 20 y 50 metros de profundidad y que durante el trayecto nos ubica en la triple frontera de Colombia, Brasil y Perú.
Un trayecto que permite que la brisa se adueñe de nuestras fibras y se encargue de hacerte sentir por qué le llaman el pulmón del mundo, un trayecto que además revela la magnitud de lo que tan sólo conocías por fotos o documentales.
Luego, entre el río y la selva, una imponente estructura en madera, será el resguardo perfecto mientras se cumple el objetivo de alejarnos de la contaminación, el ruido y cuanta congestión existe. Un refugio que en temporada baja puede recibir mensualmente a 3 mil personas y que en alta ha llegado a albergar hasta 5 mil, un apropiado refugio que nació de una frustración.
La frustración por el río Amazonas
“Cuando estudiaba en la Universidad de los Andes quería conocer el Amazonas, pero cuando llegué a Leticia sentí una frustración grande porque no veía el río, entonces una vez graduado vendía toures de colegio, pero a la vez comencé a ver dónde podía dar a conocer destinos distintos de los playeros, entonces coincidió que este terreno no es resguardo indígena sino fiducia pública y así arrancó el hotel Amazon”, comentó a EL NUEVO SIGLO, Carlos Londoño, presidente de On Vacation, oriundo de Medellín, que se emociona al ver su proyecto establecido en una región tan importante del país.
“El que quiera estar cubierto de pantano y selva lo puede hacer, pero quien quiera estar cómodo también lo puede hacer”, destaca Londoño, quien además logró que Avianca retomara vuelos a Leticia, generando un aumento de turismo que benefició a los indígenas de la zona por la generación de empleo y el fomento de la economía.
Construido en madera legalizada, el hotel Amazon cuenta además con una cancha de fútbol 5 sobre el río que a la vez colinda con la piscina tipo borde infinito. Así mismo dispone de 200 habitaciones modernas y acordes con el medio ambiente, pues alrededor es normal escuchar el sonido emitido por las ranas, los grillos y los pájaros, mientras que en los exteriores se pueden percibir algunos insectos o bichos que hacen de las suyas.
Otra frustración superada
Londoño, al igual que muchos de los turistas que vienen al Amazonas, referenciaba la región con ver animales por un lado y otro, cosa que no fue así y que fue su segunda frustración por superar. “Aquí no es la sabana africana y los animales no se ven por lo que todo el mundo se come con todo el mundo, es decir, en la fauna, animal que se deje ver, animal que se lo comen, por eso no se podrán ver ni oír pajaritos entre la selva, por eso aquí mismo en el hotel se construyó el Bioparque”, destacó el directivo.
Para tal fin, Londoño contó con la mano del licenciado, biólogo e ingeniero ambiental Humberto Madrid, quien también es oriundo de Medellín y ha trabajado en los proyectos afines.
El Bioparque tiene 14 hectáreas donde reposa el majestuoso caimán negro del Amazonas que mide 7 metros con 50 cm, y su mandíbula mide 1,50 cm y con un grosor similar al de una caneca de 50 galones. Allí también se encuentra una jaguar conocida como Shakira que se tiene para la procreación y conservación de la especie, además posee mariposarios, acuarios, serpentarios y terrarios, entre otros.
El lugar es tan sagrado, que Humberto reside allí, entre una casa suspendida en el árbol y según él, sus compañeros de habitación son 18 primates que los considera como “sus hijos”.
“El Bioparque quiere cumplir objetivos hacia al programa de conservación de la biodiversidad del Amazonas, la propuesta es diferente y es socializar y popularizar el conocimiento. Es un centro de investigaciones biológicas, un centro de educación, un zoológico, un acuario, un jardín botánico, una sala de paleontología, laboratorios de investigación y una clínica veterinaria con todas las de la ley para poder realizar investigación en fauna silvestre”, resalta Madrid.
Juliana Zuluaga, estudiante de derecho y proveniente de Medellín, afirmó que cambiar el destino para su descanso valió la pena, pues “mi familia quería vivir una experiencia nueva y el Amazonas ha cumplido con todas las expectativas, son cosas que no se ven en otra parte. La verdad me imaginé que habían animales por todas partes y que uno los veía súper fácil, pero aquí ya me di cuenta que no, pero la vegetación es impresionante y la selva también, hemos visto los animales en el Bioparque”, destacó la turista quien además afirmó que hay que salir de la comodidad y conocer cosas nuevas, como su experiencia en medio de la selva.