La contralora Sandra Morelli tiene en la mira a las Cámaras de Comercio, entidades que se han dedicado a contratar, dándoles oportunidad a los amigos del presupuesto de hacer de las suyas.
Cuando se presenta un lío, las mismas Cámaras integran los tribunales de arbitramento que siendo escogidos por las mismas Cámaras, estas resultan haciendo la vuelta.
La preocupación mayor de la Contraloría se presenta con el aeropuerto Ernesto Cortissoz, de Barranquilla, manejado por un consorcio hace diez años, cuya mayoría la tiene la propia Cámara de Comercio de la capital del Atlántico.
La inquietud principal de la doctora Morelli reside en que las Cámaras manejan recursos públicos (plata del Estado) y se pregunta: ¿cómo así que ahora les ha dado por licitar? Y recomienda una necesaria reingeniería para estos entes.
Otro “chicharrón”. La moribunda Comisión Nacional de Televisión (que está en sus estertores) aprobó un presupuesto gigantesco de gastos. Preguntamos: ¿Si esta CNTV expira legalmente en abril, mes que está a la vuelta de la esquina, qué va pasar con la platica? Qué manera tan singular de despedirse la de estos comisionados.
La contralora Sandra Morelli tiene, además de las preocupaciones de las Cámaras de Comercio y de la televisión, los turbios manejos en Estupefacientes, entidad sobre el que conduce una investigación abierta que dará frutos en cualquier momento.
Trenes y puertos. El barquero habló con el ex embajador en Rusia Diego Tobón Echeverri, quien manifestó su preocupación por el tema de los ferrocarriles en Colombia.
Se refirió a los cien kilómetros de línea férrea que unirían al Cesar -por Tamalameque- con Barrancas (Guajira), para conectarse así con el ferrocarril del Cerrejón a Puerto Bolívar (el puerto de aguas profundas más importante de Colombia).
La construcción de este ramal en trocha ancha evitaría la contaminación de la Ciénaga y la Bahía de Santa Marta y El Rodadero. Bajaría los costos de exportación por tonelada de carbón y daría comienzo a la modernización del ferrocarril hasta Neiva, y factibilidad a la construcción del ramal Carare-Opón, para unir a Bogotá con el Magdalena Medio a través de un ferrocarril moderno y así competir con los costos de exportación e importación de países como Brasil y Argentina, porque mientras en Colombia mover una tonelada de carbón cuesta cerca de 15 dólares, en Argentina vale cinco centavos de dólar; en Brasil, 17 centavos y costos similares en Uruguay, Bolivia y Perú.
Paralelos. Todo esto acompañado de la recuperación de la navegación y canalización del río Magdalena, como se hizo en Alemania con el Rin; en Francia con el Ródano y en Rusia, donde fueron unidos sus ríos San Petersburgo, Moscú y Vladivostok.
Estos medios de comunicación por los ríos y las líneas férreas van de la mano. Recordemos los famosos ferrocarriles de Colombia que bordeaban los ríos Cauca y Magdalena. El ex embajador Tobón se pregunta si habrá quién se oponga a estas obras tan vitales para darle al país una verdadera infraestructura.