Líderes de más de 50 países comenzaban este domingo una cumbre de dos días de la OTAN para intentar definir una estrategia clara y común de salida de sus tropas de Afganistán tras más de una década de guerra.
Estados Unidos se esfuerza para que el fin de las operaciones militares en el país asiático no parezca una estampida, y el presidente Barack Obama quiere lograr ese acuerdo en la ciudad que lo lanzó políticamente, para reforzar su estatura de líder mundial en plena campaña electoral.
La estrategia acordada por los 28 miembros de la Alianza Atlántica y por sus socios del mundo entero hace dos años era de retirar los soldados, 130.000 en la actualidad, de aquí a finales de 2014.
"Entramos juntos, saldremos juntos" ha sido la frase reiterada por el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, pero algunos países como Francia han decidido acelerar el proceso.
El nuevo presidente francés François Hollande reiteró en Washington el viernes, ante Obama, que las tropas de combate de Francia se retirarán a finales de año, doce meses antes de lo previsto.
"No habrá una salida precipitada. Seguiremos comprometidos con nuestra operación en Afganistán y con su culminación exitosa", dijo Rasmussen a periodistas a su llegada al centro de convenciones de Chicago, bajo extraordinarias medidas de seguridad.
La cumbre tiene previsto iniciar sus reuniones a las 14H15 locales (19H15 GMT).
Hollande aseguró el sábado, al cierre de la cumbre del G8 en Camp David, que en los próximos días detallará su calendario de salida de Afganistán y la forma en cómo seguirá apoyando a las fuerzas afganas.
"Creo que Francia aclarará en la cumbre cómo será su compromiso", explicó a periodistas la canciller alemana, Angela Merkel.
Los 28 miembros de la Alianza y sus socios deben cerrar también en Chicago la recaudación de dinero que permita continuar formando durante años al Ejército afgano, que el presidente Hamid Karzai evalúa en aproximadamente 4.100 millones de dólares anuales.
A la cumbre también acude el presidente paquistaní Asik Ali Zardari, que debe reunirse con Rasmussen para negociar el acuerdo que permita reabrir el aprovisionamiento vía terrestre de las tropas de la OTAN en Afganistán.
Pakistán vetó esa circulación de convoyes tras la muerte de 26 soldados en noviembre pasado durante un ataque aéreo de la Alianza Atlántica en la frontera, y fuentes oficiales estadounidenses reconocen que un nuevo acuerdo está en el aire.
Por su parte organizaciones pacifistas y activistas del movimiento "Ocupar Wall Street" quieren convocar a miles de manifestantes por las calles de Chicago hacia el centro de convenciones.
La situación en Afganistán será analizada por los asistentes en una cena de trabajo el domingo, pero antes abordarán otros temas como la primera fase de un escudo antimisiles en Europa, oficialmente para protegerla de disparos de misiles que puedan provenir de Irán.
Ese proyecto es muy criticado por Rusia, cuyo presidente, Vladimir Putin, no estará en Chicago, a donde envió a su primer ministro Dimitri Medvedev.
El mandatario ruso llegó con una extensa carta de Putin a Obama, y en ese contexto de tensión diplomática, la adhesión de países como Georgia a la OTAN no podrá ser previsiblemente analizada en Chicago.
Rasmussen quiere en cambio que los líderes de la Alianza, reunidos en la cumbre más importante desde hace décadas, aprueben 25 proyectos de cooperación en el marco de un programa titulado "Defensa Inteligente", que fue diseñado para reducir el impacto del recorte de gastos militares, tanto en Europa como en Estados Unidos.
Lanchas de la Guardia Costera patrullan el río que atraviesa Chicago y los agentes policiales están desplegados de forma masiva en las calles.
Apenas unos centenares de activistas lograron manifestarse el sábado, y las autoridades anunciaron cargos de terrorismo contra un total de cuatro jóvenes que presuntamente se habían reunido para preparar cócteles molotov y planear ataques durante las marchas.
AFP