En un estudio sobre la caracterización de los niños en Bogotá, realizado por la Secretaría Distrital de Planeación quedó demostrado que el 10 por ciento de la población bogotana corresponde a la primera infancia.
Por sexo el 51 por ciento corresponde a niños y el 49 por ciento a niñas.
Según las proyecciones de la población, en Bogotá viven 715.000 niños y niñas entre los 0 y 5 años. Kennedy alberga la mayor proporción de menores (15 por ciento), seguida de Suba (14 por ciento), Ciudad Bolívar (11 por ciento) y Engativá (10 por ciento). Otras localidades, como Usme, Bosa, Sumapaz, San Cristóbal, y Rafael Uribe Uribe, también están por encima del promedio de toda la ciudad.
Por el contrario, en Santa Fe, Antonio Nariño, Los Mártires, Teusaquillo, Chapinero, La Candelaria y Sumapaz los niños representan menos del 2 por ciento de los habitantes. Por edades, en la mayoría de las localidades hay mayor número de infantes entre los dos y los tres años.
Esta información es el resultado de un estudio sobre la caracterización de los niños y niñas menores de cinco años realizado por la Secretaría Distrital de Planeación, el cual presenta un diagnóstico con los principales indicadores en torno a la primera infancia, a partir de la Encuesta Multipropósito de Bogotá (EMB 2011).
Primera infancia: “bases para el desarrollo cognitivo” “El Plan de Desarrollo Bogotá Humana da prioridad a la primera infancia, por lo que este es un punto de atención de las políticas públicas debido a que al mejorar las condiciones de vida de los niños y niñas se amplían las capacidades de las personas para aumentar su calidad de vida. En los cinco primeros años, los seres humanos desarrollan un altísimo porcentaje de las capacidades cognitivas y psicosociales que permiten sentar las bases para seguir creciendo y desarrollándose en el resto de los ciclos vitales”, aseguró Roberto Prieto, subsecretario de Información y Estudios Estratégicos de la Secretaría de Planeación Distrital -SDP-.
La atención integral a la primera infancia debe garantizar el derecho a la salud, nutrición, vacunación, protección contra los peligros físicos y la educación inicial. De esta manera, se considera que un menor se encuentra en bienestar si accede simultáneamente a estos derechos, es decir, que deben estar cubiertos por el Sistema General de Seguridad Social en Salud, permanecer al cuidado de un adulto responsable o asistir a un hogar comunitario, guardería o preescolar, y recibir alimentación en el lugar donde permanecen la mayor
parte del tiempo. Los hogares con al menos un niño sin acceso a todos estos servicios se consideran en privación del cuidado.
De acuerdo con el resultado del estudio, la proporción de hogares con barreras de acceso a servicios para el cuidado de la primera infancia ha disminuido, pasando de 16,4 por ciento en el año 2013 a 15,7 por ciento en el 2011, lo que significa una reducción de 0,7 puntos porcentuales, es decir, hay mayor atención en el cuidado de la primera infancia.
De esta manera, en las localidades de Barrios Unidos, Santa Fe, Suba, Los Mártires y Teusaquillo disminuyó la proporción de hogares pobres con barreras de acceso para el cuidado de la primera infancia. En Usaquén, la mitad de estos hogares con pocos recursos reportó carencias en el acceso al cuidado de los menores. En Ciudad Bolívar, cuatro de cada diez de estas familias tiene privaciones.
<INTERTIT>Salud en la primera infancia
<BODY TEXT>El control de crecimiento y desarrollo también hace parte del cuidado integral de los menores de 5 años. El estudio reportó que el 85 por ciento de los niños tuvo este tipo de consulta por lo menos una vez en los 12 meses anteriores a la encuesta. En la medida que aumenta el número de controles, disminuye la proporción de pacientes atendidos. De cada diez niños, cinco asistieron al control dos veces al año; tres, a una o dos citas más; uno tuvo de cinco a seis consultas y menos de uno fue siete o más veces.
En Teusaquillo, Barrios Unidos y Chapinero, la proporción de niños que asistió a controles de desarrollo y crecimiento superó el 90 por ciento. Ciudad Bolívar, San Cristóbal, Bosa, Puente Aranda, Suba, Usme y Antonio Nariño están por debajo del porcentaje de Bogotá, es decir, que más de dos o tres niños de estas localidades no asistieron a la consulta.
Las enfermedades más comunes entre los menores son tos, 41 por ciento; fiebre, 25 por ciento; diarrea, 11 por ciento y dificultad para respirar, 9 por ciento. En las localidades de Santa Fe y Engativá, un poco más de la mitad de los niños registró episodios de tos a lo largo del año, mientras que los casos de fiebre se presentaron en una mayor proporción en las localidades de Ciudad Bolívar (25 por ciento), Los Mártires y Tunjuelito (23 por ciento). En Santa Fe también se presentó la mayor proporción de afectados con diarrea (18 por ciento) y con dificultad para respirar (16 por ciento).
En el crecimiento de los niños no sólo es importante su atención integral y acceso a los servicios, también es indispensable su desarrollo emocional, determinado principalmente por la atención y la calidad de tiempo que dedican los padres a los menores.
Según la investigación, las madres comparten más tiempo con los pequeños. De cada diez de ellas, ocho cantan, leen o les relatan cuentos a sus hijos, o comparten con ellos por lo menos una comida al día; siete salen al parque; y solo dos practican algún deporte con ellos. Los padres prefieren ir con los niños al parque (menos de seis de cada diez lo hacen); y cinco les cantan, leen, o comparten una comida al día con los menores. Sin embargo, una alta proporción de papás (16 por ciento) no comparte con sus hijos, mientras que en las mamás este grupo representa el 2 por ciento.
Los resultados de este estudio demuestran “los avances que la ciudad ha tenido para garantizar los derechos inalienables y fundamentales de la infancia como salud, nutrición y educación. Sin embargo, es indispensable incrementar las acciones dirigidas a la formación de padres, madres, acudientes, cuidadores, maestros y la sociedad en general, para garantizar otros derechos, menos explorados y garantizados, como la participación y la diversidad, los cuales también hacen parte del actual Plan de Desarrollo de Bogotá Humana 2012-2016”, concluyó Armando Palencia, director de Estudios Macro, de la SDP.
La diversidad en Colombia
<RECUADRO>“Cada familia tiene su historia, su inicio y evolución. A lo largo de su existencia recibe la influencia desde otras familias, de su entorno más próximo y desde otros ambientes donde uno o más miembros actúan, así como desde el macro espacio donde se confronta con la cultura, las normas, las políticas públicas y las expectativas del Estado”, indica Raúl Mercer en su libro “Infancia y género. Los contextos familiares”.
En Colombia, esta tradición ha estado presente en el devenir de las familias y se ha mantenido desde la colonia hasta nuestros días, marcando una coexistencia de estructuras y tipologías familiares (Gutiérrez, 1996) con nuevas formas familiares, que aún hoy se toman en cuenta en censos y encuestas.
La identificación de esta variedad ha permitido caracterizar las familias según regiones: Caribe, Oriental, Central, Pacífica, Orinoquia/Amazonia, y Bogotá considerada igualmente región dada las características que la diferencian de otras ciudades colombianas.
En este sentido se pueden identificar las formas familiares según regiones culturales; diversidad que surge también del tipo de unión y de relaciones funcionales entre los miembros o integrantes del hogar, así: en las costas Atlántica y Pacífica han primado la informalidad, las uniones de hecho y la familia extendida (padres, hijos y parientes); en la cundiboyacense, a pesar de la formalidad, ha sido común la presencia de madres solteras -hogares unipersonales- y de las uniones entre hombres ricos y mujeres pobres.
En las ciudades más modernas, Bogotá y Medellín, pueden encontrarse familias nucleares completas e incompletas coexistiendo con familias extensas y con familias compuestas (nucleares o extensas) producto de las separaciones y de las posteriores uniones. Todas estas características, bien pueden ser del tipo tradicional patriarcal o presentar tendencias democratizantes allí donde las “relaciones libres e iguales” toman formas familiares.
<RECUADRO>
<TIT>Cómo es el hogar bogotano
<RECUADRO>Un análisis de la Secretaría Distrital de Planeación corrobora que las familias nucleares completas (incluye ambos padres) siguen primando en la ciudad; no obstante, a partir del reconocimiento de las familias como “sujetos colectivos titulares de derechos” han venido emergiendo de manera constante otras formas familiares como las unipersonales (persona sola) y biparentales (parejas).
Actualmente las familias nucleares completas corresponden al 60,1 por ciento de los hogares bogotanos, mientras que el 25,6 por ciento son familias en su forma extensa (agregan otros parientes consanguíneos), entre estas se resalta que el 11,2 por ciento son completas, el 8,3 por ciento incompletas (falta alguno de los padres), el 1,7 por ciento corresponde a familias biparental sin hijos y el 4,4 por ciento a familias con jefes y otros parientes.
Según la Política Pública para las Familias en Bogotá (PPPF)-, ya no es posible hablar de tipos de familias sino de diversidad de las familias, formas de familia o formas familiares diversas, dada la dificultad de categorizarlas o clasificarlas frente al surgimiento de nuevas configuraciones para ser o hacer familias.
Se resaltan entre otras, las transformaciones socioculturales que están incidiendo de manera directa en los cambios comportamentales de las familias, lo que a su vez tiene efecto multiplicador en la reducción de las tasas de natalidad, mortalidad infantil y de fecundidad; en la reducción del analfabetismo, el ingreso de las mujeres al mercado laboral, el surgimiento del estado social de derecho, la formulación de los códigos de familia y del menor, la libertad religiosa, el aumento del divorcio, las rupturas de hecho, la recomposición de la pareja, el tratamiento de temas como el aborto y la unión de parejas del mismo sexo. Así lo evidencian análisis demográficos de la Encuesta Distrital de Demografía y Salud –EDDS- y la Encuesta Nacional de Demografía y Salud –ENDS- que permiten avizorar las evoluciones que tienen las “típicas” familias colombianas y bogotanas.