Empleo, calidad y cantidad | El Nuevo Siglo
Lunes, 30 de Abril de 2018
  • Más allá de las estadísticas y porcentajes
  • Retos y falencias de viejo y nuevo cuño

Mañana se conmemora en todo el mundo el Día del Trabajo y, como siempre ocurre, los balances sobre la situación laboral de cada nación son muy disímiles. En Colombia, por ejemplo, días atrás se reveló que el desempleo cerró en marzo pasado con un 9,4%, lo que implica que por lo menos 2,3 millones de personas se encuentran sin trabajo, contra más de 22 millones que sí lo tienen.

Aunque la tasa de desocupación se mantiene por debajo de los dos dígitos, aspecto que el saliente Gobierno valida como uno de sus principales logros, lo cierto es que tiempo atrás se esperaba que estuviera a estas alturas por debajo del 8% y no tan cerca del techo de 10%. Incluso, en el primer trimestre del año la tasa de desocupación en todo el país fue de 10,7%o, lo que refleja una economía que en los últimos dos años a duras penas creció 2%. Además, si bien el desempleo en el sector rural ha disminuido, en las áreas urbanas que  concentran la mayoría de la población económicamente activa, la cantidad de personas sin plaza es casi el doble. Por ejemplo, la tasa de desempleo en las trece principales ciudades y áreas metropolitanas en marzo fue de 10,6%.

Pero más allá de los porcentajes, lo más importante es evaluar la calidad del empleo en Colombia. Mientras que el Gobierno sostiene que en los últimos años se avanzó de forma tangible en la formalización laboral, las centrales obreras sostienen que el subempleo o popular ‘rebusque’ continúa siendo muy alto. Los gremios económicos, a su turno, advierten que la cobertura de los sistemas de salud, pensiones y riesgos profesionales es muy baja, dejando por fuera a una cantidad importante de trabajadores informales.

Otros análisis sobre el mercado laboral tienden a concluir que la estabilidad en los empleos es cada día menor, en tanto que no pocos expertos alertan sobre un desfase preocupante entre el tipo de mano de obra calificada y no calificada que se está ofertando y los perfiles que demandan las empresas y empleadores. Es palpable, igualmente, una sobreproducción de profesionales, tecnólogos y técnicos en determinadas áreas, en tanto en otras, como las ingenierías con mayor exigencia en uso de tecnologías e innovación, se registra una deficiencia de personal.

Tampoco puede dejarse de lado que la capacidad de agremiación de los trabajadores viene en un retroceso constante, producto no solo del decreciente poder de convocatoria de los sindicatos de los sectores público y privado, sino también de una legislación cada vez más estandarizada, muy propia de economías globalizadas por cuenta de los tratados de libre comercio. No es gratuito, entonces, que una de las principales discusiones entre las centrales obreras y los gobiernos de turno se refiera al efecto de la apertura de mercados por cuenta de estos pactos binacionales o con bloques comerciales. Es claro que si ocho de los catorce tratados firmados y activados por nuestro país son deficitarios para Colombia, hay un indudable impacto laboral.

De otro lado, en comparación a lo que sucedía una o dos décadas atrás, los actos de violencia contra los dirigentes sindicales y líderes de causas de los trabajadores han disminuido, aunque siguen registrándose en varias regiones.

En medio de la campaña presidencial todos los candidatos han sido muy prolíficos en sus propuestas para mejorar la cantidad y calidad del empleo. Ya corresponderá al elector definir cuál le convence más o, al menos, quién tiene la más realista. Igualmente está por definirse cómo podría impactar a la masa de trabajadores colombianos la entrada del país a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos​ (OCDE). No menos importante es avanzar en la cualificación de la oferta laboral para un mercado nacional e internacional que no sólo es más exigente en cuanto a la preparación y especialización de sus empleados, sino que ante el aumento de la población económicamente activa tiene más perfiles para escoger. Por igual, al próximo Gobierno le tocará abordar reformas urgentes en materia laboral, pensional, educativa, agraria, de salud, de equidad de género… Todas ellas con un efecto directo en materia de empleabilidad.

Como se ve, este Día del Trabajo, además de servir como homenaje a quienes día tras día con su esfuerzo mantienen andando la economía, también debe ser una fecha de reflexión sobre los retos laborales del país ad portas de la tercera década del siglo XXI.