Núñez, vetado por los radicales | El Nuevo Siglo
Rafael Núñez insistía en que el centralismo y el ejercicio del orden y la autoridad eran la única tabla de salvación de Colombia. / Foto histórica / Foto óleo pintor Epifanio Garay 1891
Viernes, 26 de Abril de 2024
Alberto Abello

Como lo hemos consignado a lo largo de estas notas sobre Rafael Núñez, su tiempo y su extraordinaria carrera política se distinguen de los de varios de sus contemporáneos por cuanto esta última está ligada al anhelo de servir a Colombia.

Por lo mismo es un político independiente que evoluciona en un país donde los credos políticos, importados casi siempre de Europa y los Estados Unidos, parecen inmodificables. En el cual las logias y las capillas antagónicas tienen gran influjo, dado que los diversos partidos se consideran demócratas, defensores de la propiedad privada, la libertad y la democracia. No es fácil entender la política de entonces ni sus contradicciones, ni se explica por los contratos y beneficios de que gozaban ciertos elementos de los partidos políticos en el poder.

Como siempre, resaltan por moderados los partidarios del orden, como del credo católico de la mayoría del pueblo, mientras que la vanguardia radical es un tanto más extrema. También juegan papel los amigos del centrismo y la negociación, los cuales obtienen un gran triunfo político en la Carta del 53.

Es así como allí se consagran en sus artículos sistemas contrapuestos, en parte por cuanto Núñez intenta frenar la debilidad del Ejecutivo y los excesos federalistas. En esa Constitución los dos bandos consiguen imponer sus tesis antagónicas en unos campos, mediante la transacción.

Así, en los artículos 10, 11 y 48 de la Constitución se habilita el federalismo con la elección popular de los gobernadores. Núñez, a su turno, consigue introducir el artículo 53, que otorga la facultad al gobernante nacional de suspender a los gobernadores en caso necesario. Algo similar se repite en los siglos XX y XXI con la Carta de 1991, que es de corte centro-federal. Con el agravante de que en la actualidad en lo estratégico más de medio país está en manos de la subversión.

En la Carta de Rionegro el país deriva en la “anarquía organizada”, como sentencia Núñez, quien sale voluntariamente a los Estados Unidos. Viaja con su famosa dama, con la que no se puede casar por cuanto sigue vigente el primer matrimonio católico, así esté separado de común acuerdo de su anterior pareja. Asunto que no llama la atención en ese país, por cuanto allí existe el divorcio. Con la misma dama que lo acompaña durante 17 años viaja a Europa, donde parece que se enfría la relación.

Visión global

Núñez, desde el exterior, mientras observa el mundo más avanzado en lo material y político, escribe en los medios sobre asuntos de política nacional e internacional que suscitan el mayor interés entre sus adictos y adversarios, como entre las gentes mejor informadas. Su figura se crece en la distancia y ni los dirigentes ni el pueblo lo olvidan. En el fondo, muchos saben que tenía razón en señalar los peligros de ese brebaje combinado del librecambio y del federalismo para el desarrollo nacional y la estabilidad democrática. Los Estados tienen sus ejércitos propios, que se portan en ocasiones como tropas de ocupación con sus caudillos de campanario.

El presidente Pérez, adverso a Núñez, so pretexto de la supuesta imparcialidad del Ejecutivo, fuerza la salida del gobierno de dos de los más prestigiosos generales (Ramón Santodomingo Villa y Solón Wilches), que garantizaban en cierta forma la neutralidad oficial frente al político cartagenero, fuera de no simpatizar con Aquileo Parra. En el bando político- militar radical se hablaba de cargar arma al brazo contra los jefes del liberalismo independiente que estaban en algunos aspectos más a la derecha que los conservadores para impedir el arribo de su jefe a la presidencia de la República.  

La inmolación de Riascos

Núñez, al tanto de todas esas ocurrencias del Ejecutivo en su contra, alienta a los distinguidos oficiales con su respaldo político. Así que, en un gesto que conmueve a la sociedad, pide a la Asamblea Legislativa de Bolívar que se mande fabricar una espada de oro para honrar al general Santodomingo Vila por su lealtad. Y puso de ejemplo a la Nación, como héroes de la República, a los otros militares que, como Solón Wilches, fueron despedidos abruptamente del Ejército.

El general Santodomingo Vila salió para el Magdalena, donde se mostró contrario al gobierno local que respaldaba la eventual candidatura de Parra, al punto de organizar una fuerza militar para neutralizarlo. En tanto Wilches se dirige al Estado de Santander, con el mismo objetivo de defender la candidatura de Núñez.

El país se crispa con la posibilidad de que se produzca otra guerra civil por cuenta de la parcialidad del gobierno por Parra y el creciente entusiasmo en el país por Núñez. A su vez, este organizó varias ceremonias y reuniones de desagravio a los generales, que fortalecieron su relación con los militares adictos a su causa. El veto de los radicales a la eventual presidencia de Núñez significaba que el país debía seguir por el despeñadero de la ruina económica, la anarquía y la división. Por lo que se organizaron movimientos armados para derrocar o neutralizar a los radicales en los estados federales.

A su vez, el gobierno de Pérez abandona la aparente neutralidad, para promover abiertamente la candidatura de Parra.

Como reacción a la parcialidad de Pérez, que produce descontento en casi todo el país, el general Joaquín Riascos en el Magdalena se levanta contra el gobierno regional que sigue las instrucciones de Bogotá y recorre triunfante varias zonas de dicho Estado, que era uno de los más grandes del país.

Riascos es recibido en todas partes como un héroe. Además, tiene apoyo en Panamá y Bolívar, siendo aplaudido como un héroe, que va a ser inmolado como uno de los más capaces y valientes soldados de Colombia. En tanto, crece el descontento en el país por lo que denominan la “imposición de Parra”. En realidad, varios de los militares que se levantan lo hacen por cuanto estiman que Núñez es el único que puede salvar al país de la crisis en la que parece agonizar. Piensan que si el Regenerador no llega al poder, Colombia se desintegra y se pierde en la ruina y la anarquía.