Kurz es más parecido a May que a Macron | El Nuevo Siglo
Foto Montaje El Nuevo Siglo
Miércoles, 18 de Octubre de 2017
Redacción internacional
Menor que Macron ocho años, lo primero que se analizó tras el triunfo del partido de Sebastián Kurz, 31 años, fue su edad. Pero el nuevo fenómeno austriaco ideológicamente es más cercano a May o a Rajoy, que a los jóvenes políticos con los que lo comparan 

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A LOS 31 años Winston Churchill daba sus primeros pasos en el Partido Conservador., Cien años después, en Austria, Sebastián Kurz, con la misma edad, está a punto de convertirse en el primer ministro más joven de la historia de Europa.

Apodado “Wunderwuzzi” (dice CNN que significa caminar sobre el agua), Kurz, luego que su partido quedara primero en las legislativas del domingo, es comparado con Emmanuel Macron o Justin Trudeau, los jóvenes gobernantes que han revolucionado el panorama político en sus países.

Aunque no es, al menos en términos políticos, acertada esta comparación. A diferencia de estos dos líderes, el austriaco es más cercano a las ideas de Theresa May, Mariano Rajoy o Ángela Merkel, más que al progresismo de Trudeau o el aparente centrismo de Macron, aunque estructuralmente coinciden: quiere cambiar el viejo, el pesado estado burocrático de Austria, como el francés.

No tan macro-trudeauiano

La casi segura llegada al poder de Kurz baja el promedio de edad presidencial en la Unión Europea. Diez años atrás, la tasa estaba en 55 años, ahora se ha reducido a 52 y medio, con una tendencia a bajar, con la aparición de caras jóvenes como Pedro Sánchez y Albert Rivera, en España, y la reincorporación de Matteo Renzi en Italia.

En Europa, no en otras regiones, el fenómeno parece cada vez más claro. Todo indica que es más fácil atacar el sistema político siendo joven que asumir esa posición con más años. El discurso suena más creíble cuando no se ha hecho parte del sistema, aparentemente. Aunque en Estados Unidos o en Latinoamérica esto no sucede, al menos ahora.

Pero no sólo se trata de romper con el esquema. En una sociedad tradicional, construida bajo la nostalgia imperial (Imperio Austro-Húngaro), Kurz relanzó el nombre de su partido y le cambió de color. Ahora se llama “El Nuevo Partido de la Gente” y tiene color turquesa, no negro.

Algo así hizo Trudeau en Canadá durante la campaña que lo llevó a la presidencia, aunque su llegada  a la política se dio, en parte, por el legado político de su padre, Pierre. El mensaje, sin embargo, es el mismo: una afrenta contra el modelo existente.

Aunque no es que planteen un modelo antisistema o antiliberalismo, en la línea de Podemos en España o Cinco Estrellas en Italia. Para nada. En campaña atacan lo establecido para generar una sensación de novedad, pero más adelante, cuando gobiernan, son  representantes del liberalismo político, con ciertos matices de izquierda o derecha.

Aparte de la edad y el revolcón que ha generado en la política de su país, Kurz tiene más diferencia con Macron y Trudeau que coincidencias. Está en contra de la migración (aunque no es hostil a ella), se opone al aborto y tampoco comparte el matrimonio de parejas homosexuales.

Pero, eso sí, coinciden en una cosa: los tres quieren que sus países tengan una economía más competitiva y un estado moderno, acorde con los retos tecnológicos, culturales y sociales.

El consenso de centro derecha

Una de las razones que lo ha llevado a una eventual jefatura de gobierno es su crítica a la llegada de más de 100.000 migrantes a Austria, un país de un poco más de 8.500.000 millones de personas. En ese sentido, parece más cercano a la extrema derecha de su país que al progresismo de Macron y Trudeau, este último promotor de la llegada de más refugiados a Canadá.

Pero Kurz ha negado cualquier coincidencia ideológica con la extrema derecha, rescatando  los valores conservadores, familia, propiedad privada y orden público, sin caer en discursos radicales que buscan dividir en dos la sociedad.

Uno de sus mayores contradictores ha sido Norbert Hofer, del Partido de la Libertad (neo nazis), primera colectividad de ultra derecha que llegó al poder en la postguerra, critica de “la corrección política” de Kurz, al oponerse a la inmigración masiva y multiculturalismo, pero no compartir las políticas radicales de Viktor Orbán, primer ministro de Hungría que ha construido muros para impedir el paso de migrantes por su territorio. Esta decisión le ha costado una multa y el reproche de la Unión Europea.

La gran diferencia entre la ultra derecha y la línea política de Kurz, en la que se encuentra Merkel, May y Rajoy, es el tono. La derecha centrista busca la unidad nacional en vez de incentivar el divisionismo, discurso central de los radicales, de derecha o izquierda.

En diferentes países este fenómeno ha quedado claro. En Reino Unido, por ejemplo, la extrema derecha de Nigel Farage ganó ‘el brexit’, pero los que han venido ejecutando el proceso de salida –bloqueado en la actualidad- son los conservadores, que han logrado un consenso entre los diferentes actores políticos para dejar el bloque europeo.

Lo mismo pasa en Alemania. Se sabe que Merkel ha sido la promotora de recibir refugiados en la UE, notoria diferencia con Kurz. Pero esta política la ha llevado a cabo bajo un consenso con la mayoría de fuerzas políticas alemanas, que de alguna manera la han apoyado, pese las acérrimas críticas de la ultra derecha.

El nuevo líder de Austria, más allá de sus diferencias frente a la migración, comparte esta manera de hacer política, que ha llevado a que la centro derecha gobierne en la mayoría de países de Europa, ante la debacle de la social democracia y el temor que generan los extremos.

 

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