El Bolívar Ecuestre de los Héroes se trasladará al Parque de la Independencia | El Nuevo Siglo
El IDPC espera que en un par de meses ya esté resuelta la nueva dirección del monumento pero su traslado será hasta el año entrante.
Instituto Distrital de Patrimonio Cultural
Miércoles, 14 de Julio de 2021
Redacción Web

Hubo un antes y un después para la estatua de Gonzalo Jiménez de Quesada, así como para el Bolívar Ecuestre del monumento a Los Héroes. Las protestas y el vandalismo derivado del paro nacional implicaron que ambos “pacientes” estén siendo valorados para su restauración en dos puntos diferentes de la ciudad.

Desde el año 2019 ya era claro que el Bolívar Ecuestre, que por más de cinco décadas estuvo erguido y orgulloso bajo las seis banderas de los países bolivarianos, sería trasladado con todo el conjunto del monumento. 

Pero el Gonzalo Jiménez de Quesada, que llegó a la Plazoleta del Claustro del Colegio Mayor de nuestra señora del Rosario (que antes no existía) en 1988, se vio forzado a retirarse de la misma y es muy probable que no regrese. 

De hecho esta estatua, derribada en la madrugada del pasado 7 de mayo por miembros del pueblo indígena Misak, en estos momentos está en custodia del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC) y de la Alcaldía local de la Candelaria, en cuya sede encontró refugio poco después de que fuera agredida. 

De acuerdo con la subdirectora de Protección e Intervención del Patrimonio del IDPC, María Claudia Vargas, frente a esta estatua hay un par de decisiones que se tienen que tomar: la primera de ellas responde al cómo y la segunda al dónde. 

Con relación al cómo, los procesos de restauración tienen diferentes tipos de criterios, lo que plantea dos vías: si la estatua se restaura y se deja exactamente como estaba, que al parecer no será el camino, “o si dejamos las huellas de lo que le sucedió". 

"Este es un concepto que se tiene siempre cuando se interviene el patrimonio: pensar no solo en el objeto original sino en su historia. Y lo que le sucedió es parte de su historia. Entonces, que muestre sus cicatrices pero que ello no implique que vayamos a poner en riesgo su estabilidad material”, explicó ayer a EL NUEVO SIGLO Vargas. 

El siguiente aspecto se refiere a ¿dónde se reinstalará o mejor aún, en dónde debería quedar ubicada a futuro? 



 

“Es probable que no regrese a la plazoleta de la Universidad del Rosario, pero esa es una decisión que aún no se ha tomado y por eso el IDPC está adelantando, con la Veeduría Distrital y el Instituto para la Acción y Participación, unos procesos de diálogo abierto con diferentes grupos de la comunidad, personas en pro y en contra, los vecinos y actores de la plazoleta, incluidos aquellos que hicieron la acción de derribamiento, para tratar de tomar una decisión más concertada de lo que debe pasar allí. Pero no necesariamente ni obligatoriamente debe volver al mismo lugar”, agregó la subdirectora. 

En medio de ese proceso, el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural tiene la “obligación”, según palabras de Vargas, de reconocer que hay un debate alrededor de los monumentos, y que dicho debate se ha materializado en formas de llamar la atención sobre diferentes denuncias, como por ejemplo que para los pueblos indígenas en Colombia el conquistador y la conquista son una sola cosa que aún no ha terminado.

Por eso, y asumiendo un punto de vista más participativo, esta labor de diálogo alrededor de los monumentos en el espacio público, responde también a un hecho de apropiación pues, “si la Administración niega que algo está pasando y la ponemos de la misma manera, pues vuelven y la tumban y por consiguiente no lograremos nuestro objetivo de protección y valoración patrimonial”. 

Aún así el cuándo aún es incierto. El IDPC espera que en un par de meses ya esté resuelta la nueva dirección del monumento, pero aclaró Vargas que como la Administración Distrital está tratando de escuchar a diferentes voces, a través de nueve reuniones con diferentes estudios focales, “el mismo proceso nos ha obligado a alargarnos en el tiempo para poder ser más democráticos. Aún así las intervenciones y la inversión que se haga no se verán este año. Su ubicación definitiva seguramente será el próximo año”. 

Es importante referir que el monumento de Isabel la Católica padeció una historia similar, pues también tuvo que ser retirada el pasado 11 de junio del espacio público, luego de que un grupo de manifestantes intentaran derrumbar este conjunto de estatuas.

A cargo no del Distrito sino del ministerio de Cultura Nacional, esta entidad las desmontó para proteger su integridad y también es probable que no regresen a la vía al aeropuerto El Dorado y que sean rebuscadas en un museo. Su traslado costó $24 millones. 



El Bolívar Ecuestre regresa a casa 

Por otra parte, la salida de la escena pública del Bolívar Ecuestre del monumento de Los Héroes fue menos dramática, pues no fue derribada por lo que representa, pero el abuso y los excesos a su alrededor sí hicieron que tuviera que ser desmontado por temas de seguridad humana el pasado 24 de mayo.

“El monumento está debilitado en su anclaje y capacidad de carga, y cualquier movimiento externo que se haga sobre este monumento puede poner en peligro la vida de las personas que allí se congregas”, indicó en aquel entonces el director del IDPC, Patrick Morales.

No obstante, es importante referir que el proceso de reinstalación de la escultura ecuestre viene de años así que va más allá de los movimientos y las protestas actuales. Simplemente digamos que el vandalismo a su alrededor aceleró un proceso que ya estaba trazado. 

Desde la Administración anterior se decidió que este monumento debía trasladarse a raíz de la construcción de la primera línea del Metro, de ahí que en estos momentos esté bajo la custodia de la Empresa Metro de Bogotá. De hecho, uno de los compromisos y responsabilidades que adquirió esta empresa para la construcción de la línea, fue el de su protección, reinstalación y restauración. 

Este es un bien de interés cultural de orden nacional y ya fue aprobada, por el Consejo Nacional de Patrimonio, que depende del Ministerio de Cultura, una propuesta de reinstalarlo en el Parque de la Independencia, que es en donde originalmente estuvo dicho Bolívar en 1910 cuando se conmemoraron los 100 años de la independencia de Colombia.

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Esta escultura estuvo allí hasta los años cincuenta, cuando se construyó la Av. 26 y tuvo que ser removida de su lugar de residencia inicial. Deambuló por algunos años hasta que finalmente fue rescatada y volvió a la luz con el monumento de los Héroes en la Autopista. 

Esta era una decisión que ya se había tomado solo que la coyuntura actual adelantó su desmonte, “y su restauración se está llevando a cabo en la sede de la Escuela Taller, que queda en la estación de la Sabana. Allí está resguardada y en procesos de análisis, diagnósticos y demás, para definir el procedimiento técnico que deberá llevarse a cargo para su restauración”, puntualizó la subdirectora. 

Estos hechos habidos en el marco de la manifestación social, para muchos imperdonables, sin duda alguna revivieron el debate en torno al patrimonio. Hoy es más claro que nunca que los monumentos y las estatuas son una conexión con el pasado que se relacionan de manera constante con el presente y que pueden trazar mucho del futuro. 

De ahí a que de acuerdo con el exdirector del IDPC, Mauricio Uribe, esta sea una oportunidad y “excelente ocasión para tener un diálogo. El patrimonio es un bien colectivo que tiene esa capacidad y creo que a su alrededor se puede hacer una reflexión muy importante. Tumbar una estatua a la fuerza y a la madrugada no es una solución. Yo estoy convencido de que podemos contar la historia de otra manera pero no la podemos cambiar”, le dijo a EL NUEVO SIGLO el arquitecto y especialista en restauración de monumentos.

Añadió, como reflexión final, que los monumentos en el espacio público  le pertenecen a todos los colombianos, encarnan símbolos y “tumbarlos son oportunidades perdidas de diálogo que no resolverán los grandes problemas que sí hay que resolver”.