El coche del presidente Otálora | El Nuevo Siglo
Miércoles, 17 de Enero de 2018

Eran otros tiempos, quiero recordar al mandatario colombiano, (1882-1884),  José Eusebio Otálora, político, militar, abogado de la Universidad del Rosario, hombre culto, quien reemplazó como segundo designado al doctor Francisco Javier Zaldúa fallecido durante el ejercicio de su cargo. El primero, don Rafael Núñez, no quiso posesionarse porque tenía  aspiración presidencial para 1884.

En ese período se produjo un escándalo, debatido en el Congreso y en los periódicos. La Cámara de Representantes lo acusó ante el Senado y éste tramitó la denuncia, porque el presidente compró un coche de dos caballos normandos con arneses especiales y postillón incluido, destinado   particularmente al transporte de invitados ilustres y arregló las aceras de la Catedral en la capital. Se inició un  injusto proceso, el señor Otálora se enfermó, convocó a un Congreso extraordinario, solicitó licencia, le sobrevino un derrame cerebral, murió acongojado  38 días después, a los 57 años,  en   Tocaima.  Fue absuelto  tarde, no había cometido delito alguno, la tacha por malversación de fondos públicos quedó en nada.

El dirigente presidió la Convención de Rionegro en 1863,  funcionario ejemplar, liberal fiel a Núñez, Cónsul en Roma y Londres, realizador de  obras de infraestructura, construyó ferrocarriles, se preocupó por la educación y la salud,  levantó vías,  caminos, puentes, edificios, buscó el entendimiento ciudadano, trabajó por el progreso. Sostenía  que las pasiones políticas y las continuas guerras debían terminar. Se empeñó en la industrialización, consideraba  que Colombia tenía un potencial en tierras, agua, carbón y hierro. Realizó la construcción de un buen tramo de la carretera central, organizó exposiciones ganaderas, estudios agronómicos y científicos, fortaleció normales  para la formación del magisterio masculino y femenino al igual que fundó  escuelas rurales,  se preocupó por  la construcción del Parque del Centenario en Bogotá, la terminación de los ferrocarriles de Girardot, Antioquia y el Magdalena y en la obra del  Canal de Panamá.  

En nuestros días proliferan los abusos en entidades oficiales y privadas, la formación de carteles, las coimas en la adjudicación de contratos, la comisión de delitos a distintos niveles, la corrupción abunda. Reconozco que Procuraduría, Fiscalía y Contraloría realizan su labor, que la justicia actúa a pesar de las dificultades, no generalizo. Rememoro el pintoresco episodio del landó consciente de que los valores son  distintos. En el planeta las ideologías  desaparecen, privan los mercados, los titulares de los medios muestran si ellos amanecen “preocupados” o “deprimidos.” La Democracia se ve con óptica nueva. El e-mail  reemplaza al telegrama. El inadmisible vocabulario  del presidente de los Estados Unidos y el tratamiento dispensado a países de  Latinoamérica dan grima. Landó nadie usa, aun cuando muchos avispados malvivientes van en coche en este 2018.