Cambio de ruta (I) | El Nuevo Siglo
Lunes, 16 de Enero de 2017

A pocos días del cambio de Presidente en Estados Unidos, no cesan los análisis sobre lo que significará la nueva época que viviremos con Donald Trump, acompañados  por otros que intentan adivinar la calificación  de la historia al Presidente Barak Obama.

Está claro que el discurso elegante y el gesto gracioso actual será reemplazado por ademanes bruscos y a veces patanes, las frases altisonantes y el nerviosismo amenazador del nuevo Presidente.

Crucemos los dedos para que estas últimas características del nuevo inquilino de la Casa Blanca, no se acompañen de acciones imprudentes en los frecuentes momentos de crisis que se viven en tan delicado cargo.

Señalaré algunos detalles que podrían ser tenidos en cuenta por los historiadores para dar su veredicto; además de los puntos que veo frágiles en el legado del Presidente saliente.

En el Congreso se adelanta ya el bombardeo al Obamacare, que parece tener sus días contados, por ser una política de salud que aunque ofrece este servicio a quienes carecían del mismo, tiene la mancha, imperdonable para muchos, de gestionarse con recursos estatales, los de los contribuyentes y no de empresarios dispuestos a correr riesgos.

Otro punto donde llueven las críticas son  sus riesgosos acuerdos , aunque hayan sido bien intencionados, con regímenes de opaca o ninguna democracia, como los de Irán y Cuba;  unidos a su escaso liderazgo para convocar una gran coalición encaminada a derrotar al Estado Islámico, defendiendo a su aliado, la vieja Europa.

Esos temas, como también el de acabar con los beneficios migratorios para los cubanos que lleguen a territorio norteamericano, vigentes por décadas, están condenados a caer como frágiles castillos de naipes carentes de cimientos.

Sin duda, tal vez acicateado por aquel apresurado Nobel de Paz cuando aún no había calentado cabalmente su silla, Obama se lanzó, cabalgando sobre su carisma, por una senda diplomática temeraria que muchos han calificado como  errónea y peligrosa.

Ven en esa ruta la presencia de un gobernante débil como también la de un disfrazado socialista. No fue suficiente para ellos, que Osama Bin Laden haya sido eliminado.

Pienso que Obama será recordado como el gobernante de las buenas intenciones, el deseoso de  la paz aunque fuera frágil o utópica; tal vez, se insista en calificarlo, a lo sumo, como un “peaceful and wishful thinker

Los norteamericanos creen que en materia de seguridad nacional es mejor aplicar la mano dura.  Kissinger y hasta el mismo Nixon, en sus memorias, han enseñado que hay que detener a aquellos sigilosos enemigos que avanzan, bayoneta calada, en noches oscuras, apoderándose de todo lo que no ofrezca resistencia, para retroceder solo cuando sus afiladas armas encuentren la dureza de las rocas…

Lástima que esos hechos hayan opacado los éxitos conseguidos en materia de crecimiento y recuperación económica durante su mandato;  sin embargo, Obama sale también en olor de multitudes, acompañado por un enorme caudal de nostálgicos seguidores. Ya veremos cómo terminan calificándole.

Espero compartir algunas  notas sobre Donald Trump próximamente.