La judoca colombiana Yuri Alvear difícilmente termina una frase sin hablar de Dios, a quien atribuye la fuerza, la técnica y la inteligencia que este miércoles exhibió a raudales en Londres para llevarse una medalla de bronce de los Juegos Olímpicos.
Pero, ayuda divina al margen, la judoca ha ido forjando un carácter que la condujo desde una complicada infancia hasta la ovación en el máximo escenario internacional de su deporte.
Alvear nació hace 26 años en Jamundí, en los suburbios de Cali (suroeste), la tercera ciudad de Colombia, cuando esa región ya sufría los embates de la lucha contra el narcotráfico y la guerrilla de las Farc.
En la humilde Jamundí, Alvear creció intentando reunir lo suficiente para poder practicar el judo, el deporte al que había decidido dedicarse porque pensó que se necesitaba más inteligencia que en el atletismo o el voleibol.
Junto a sus compañeras vendió empanadas en la calle para financiarse los primeros viajes a competencias en el exterior.
Su físico y capacidad de trabajo atrajeron la atención del departamento gubernamental Coldeportes, que la empezó a apoyar con becas.
Así empezaron a caer los éxitos en todos los torneos continentales y la clasificación para sus primeros Juegos en Pekín-2008, donde tuvo un destacado papel con un diploma olímpico con 22 años.
En 2009 vino la consagración con el oro en el torneo de menos 70 kilogramos del Campeonato Mundial de Judo en Rotterdam (Holanda) y en 2011 un bronce en los Juegos Panamericanos de Guadalajara-2011.
Pero Alvear necesitaba más y en el último año se comprometió a ser todavía más devota En agradecimiento, asegura, ha podido subir al podio de Londres.
"Esto es para todos, para Dios. Había perdido la fe, pero la recuperé prontamente (...) Mi progreso ha sido gracias a Él", aseguró tras bajar del tatami del centro ExCeL.
También tuvo palabras de agradecimiento para su entrenador japonés Noriyuki Hayakawa y su madre, con quien pasa largas horas leyendo la Biblia.
Pese a su timidez le gusta bailar salsa, aunque le cuesta encontrar una noche libre desde que hace tres años Hayakawa se instaló en Cali para acompañarla.
En Jamundí, el alcalde ya la espera para entregarle las llaves de una casa y los vecinos han empezado una 'rumba' para festejar el triunfo en la que nadie, ni Yuri ni el entrenador japonés, podrán negarse a bailar.
Con la medalla de Yuri, Colombia supera la mejor actuación con dos de plata de Urán (ciclismo) y Figueroa (pesista) y la de bronce.