Y ahora, ¿pa’ La Habana? | El Nuevo Siglo
Domingo, 30 de Noviembre de 2014

Con la liberación de del general Rubén Darío Alzate, comandante de la Fuerza de Tarea Conjunta Titán, secuestrado el 16 de noviembre junto al cabo Jorge Rodríguez y la abogada Gloria Urrego, se prevé que mañana se le dé luz verde a la reanudación del diálogo con las Farc.


Una vez en libertad los tres plagiados, tal como lo anunció el Gobierno, saldrían a La Habana, tan pronto como sea posible los negociadores de paz, liderados por el exvicepresidente Humberto de la Calle y el alto comisionado Sergio Jaramillo.


Como lo publicó oportunamente EL NUEVO SIGLO, el miércoles de la semana pasada el diplomático cubano Rodolfo Benítez y su colega noruega Rita Sandberg anunciaron que las condiciones para liberar "a la mayor brevedad posible" al general Alzate y otros cuatro secuestrados fueron acordadas por las Farc y el Gobierno.

El martes recuperaron la libertad los soldados Paulo César Rivera y Jonathan Andrés Díaz. Los militares habían sido secuestrados en Arauca el 9 de noviembre.
A través de un comunicado, la Casa de Nariño agradeció a Cuba y Noruega “su compromiso y colaboración para facilitar” las liberaciones, anunciando que “el Gobierno dará toda su colaboración para garantizar el retorno seguro de estas personas a sus hogares, el cual espera que se produzca a la mayor brevedad” y anticipando que “una vez todos se encuentren en libertad, la delegación del Gobierno regresará a La Habana”.
Por otra parte, el sistema de Naciones Unidas en Colombia celebró “el anuncio de los países garantes del proceso de paz”.
En el comunicado respectivo, la ONU manifestó la esperanza de “que con este gesto se puedan reanudar las conversaciones lo más pronto posible”.
Pero…
 Sin embargo, las Farc se harán de rogar. Aunque tras la liberación de los soldados Rivera y Díaz, el presidente Juan Manuel Santos declaró que "esto es un paso importante que demuestra la madurez del proceso de paz", en un duro mensaje el jefe guerrillero Rodrigo Londoño, aliasTimoleón Jiménez o Timochenko, había criticado horas antes la suspensión y aseguró que con esa medida el presidente "destruyó la confianza".
"Las reglas del juego que siempre reclamó" el presidente Santos fueron, escribió Londoño, “que nada de lo que ocurriera en los campos de batalla tendría por qué afectar el curso de las conversaciones”, advirtiendo que "las cosas no podrán reanudarse así no más".
Según Londoño, Santos decidió “ordenar la suspensión del proceso, violando en forma flagrante no sólo su propia retórica sino los términos del Acuerdo General”, criticando que el presidente haya puesto como condición para que se reanuden las conversaciones que las Farc hagan "rápida entrega" de los plagiados y dijo que esa exigencia "equivale a un secuestro del proceso de paz".
El propio Londoño alabó la "respuesta afirmativa de las Farc" a la solicitud de entregar prontamente a los secuestrados, lo que para él "marca sin duda un hito en nuestro modo de obrar en ese tipo de situaciones".
Oportunidad
Los peros de las Farc a la reanudación del diálogo podrían ser solo retóricos, a luz de los que el propio Londoño señala del cambio de respuesta, opinión en la que coinciden varios analistas, como Alberto Pinzón, que le dijo a El Espectador que "hace diez años las Farc hubieran dicho que soltarían al general Alzate si liberaban primero a Simón Trinidad o a algunos presos. Ahora, cuando el pueblo reclama paz, demuestra estar interesada en buscar soluciones".
Sin embargo, otro aspecto que habría que tener en cuenta es que tanto en La Habana como en Bogotá se está pidiendo que se aproveche la oportunidad para que las conversaciones se reanuden con condiciones.
Las voces que podrían representar el establecimiento hablan de desescalar el conflicto y de cese el fuego unilateral.
Otras voces, acá y allá, promueven un cese el fuego bilateral, al que el Gobierno ya ha dicho que no.
Pero hay otro tema que las Farc pusieron sobre la mesa en medio del receso del diálogo: el de sus presos.
Criticando que se rotule como "secuestrados" a los militares en su poder, a los que considera "prisioneros de guerra", las Farc reprocharon la situación de "abandono" de los guerrilleros presos en Colombia, que " se pudren en las cárceles por las heridas de guerra que sufrieron al momento de su captura", según le dijo hace unos días en La Habana a la AFP alias Fidel Rondón, dirigente del Bloque Oriental de las Farc, al mando de José Manuel Sierra, alias el Zarco Aldinever.