Hasta no hace mucho tiempo el voto de opinión era mirado en Colombia con desdén por muchos de los conocidos como políticos tradicionales, en el sentido que si bien es un reflejo de una porción de la población que sufraga más por tesis y programas que por nombres y colores políticos, se consideraba que era tan reducido a la hora de traducirse en las urnas que no era un ‘enemigo de cuidado’.
Sin embargo, cada vez más esta opción política gana su espacio en el país frente a un electorado que a pesar del desprestigio de la institucionalidad política, en primer lugar el Congreso, y luego los partidos, sigue primando en su decisión de voto los colores de los partidos tradicionales y las familias políticas, cuando no hacen su aparición las manifestaciones más primarias de la politiquería, como la vil compra de votos, a veces disfrazada de otros ‘incentivos’ expresados en regalos como becas, electrodomésticos o como se vio en las pasadas elecciones regionales en algunos municipios, gente con tejas de zinc debajo del brazo.
En este punto no se trata de decir que el voto de opinión es mejor que el voto partidista o incluso caudillista, porque tanto uno como otro apuntan a lo mismo desde que se ejerzan con responsabilidad, en el sentido de elegir personas con hojas de vida limpias y programas de gobierno aterrizados con la realidad nacional y la intención de todos de tener un mejor país y mayor calidad de vida para los colombianos.
Tampoco se puede caer en clichés como que el voto de opinión o independiente es patrimonio de ciudadanos que no militan en partidos o que simpatizan por algunos de ellos. Tampoco que esta tendencia se sitúa en segmentos específicos de la población como los jóvenes y los académicos. Aún menos que solo lo ejerce gente de tendencias ideológicas que van del centro a la izquierda.
En ese sentido aunque no es lo usual, no es traído de los cabellos que un ciudadano de tendencia conservadora vote por un candidato del Partido Verde o aun del Polo Democrático, si es que considera que es la mejor opción en el abanico de aspirantes.
Una situación de ese tipo se vivió en las pasadas elecciones presidenciales de 2010, cuando un número importante de ciudadanos que apoyaran con su sufragio a Álvaro Uribe en los comicios de 2002 y 2006 terminaron votando en segunda vuelta por Antanas Mockus, en lugar de Juan Manuel Santos, quien tenía el guiño presidencial y su candidatura fue promocionada como la continuidad de las políticas uribistas.
Desde luego, no fue numerosa esa cifra de uribistas que terminó votando en 2010 por esa candidatura antagónica y crítica de la gestión de Uribe, como era la del exalcalde Mockus, pero fue un hecho que se dio, ya sea porque consideraron que Santos no era el hombre para mantener las banderas del uribismo o decepcionados por los escándalos que vivió el gobierno del mandatario paisa, como las ‘chuzadas’ y los ‘falsos positivos’. En ese caso, esa manifestación de estos ciudadanos en las urnas es una clara muestra del significado del voto de opinión.
Y a propósito, aquí es necesario hacer una mención especial de Antanas Mockus, pues fue el primero que logró gracias al voto de opinión ser elegido en una de las grandes ciudades del país, nada menos alcalde de Bogotá, quien en el año 1994 respaldado por un movimiento cívico obtuvo 492 mil votos, frente a los 229 mil que cifró el candidato liberal Enrique Peñalosa.
Este filósofo y matemático ganó en esa oportunidad haciendo una campaña de a pie que le costó $8 millones de la época, fundamentalmente promocionando sus tesis en los semáforos, como la resolución de conflictos ciudadanos por la vía del diálogo, la defensa de la vida y el respeto por los recursos públicos, entre otros.
Luego en el año 2000, Mockus se hace reelegir como alcalde de Bogotá, no obstante que no cumplió su primer periodo, pues renunció para lanzarse a las elecciones presidenciales de 1998. Nuevamente el catedrático logró el favor del voto de opinión presentándose como candidato independiente, con 609 mil votos, suficientes para derrotar a la aspirante María Emma Mejía, quien alcanzó 485 mil sufragios con una candidatura independiente, aunque tuvo el respaldo del Partido Liberal.
Además, a Mockus le cabe el mérito que es el candidato que ha logrado la mayor votación de opinión en la historia del país, en la segunda vuelta de los comicios presidenciales del año 2010, con 3.588.819 sufragios, frente a Juan Manuel Santos, quien ganó con 9.044.221
En esa oportunidad, Mockus fue avalado por el Partido Verde, pero es claro que la mayoría de esa votación fue por Mockus y expresada en la denominada Ola Verde, que aglutinó especialmente a los jóvenes, pues para la época de esas elecciones el Partido Verde apenas tenía siete meses de fundación y, por ende, carecía de una estructura regional y de un trabajo político nacional que le permitiera pensar en una votación de esa naturaleza.
Este hecho también es significativo en materia de medir la cantidad de votos cautivos que estarían en la franja de opinión en el país, hasta ese momento desconocida, precisamente, porque las victorias de esa opción se habían dado en elecciones regionales con Mockus en Bogotá, Apolinar Salcedo, quien salió electo alcalde en Cali, y en igual cargo Sergio Fajardo en Medellín, por citar algunos casos.
Es decir, que podría afirmarse basados en este antecedente, que para las elecciones presidenciales de 2014 el voto de opinión tendría un potencial que estaría entre los 3,5 y 4 millones de sufragios, suficiente para un candidato poder estar en una segunda vuelta. En consecuencia, el reto está en quién será capaz de presentar una propuesta lo suficientemente atractiva para hacerse, por lo menos, a una buena tajada de esa ‘torta’.
Verde esperanza
La alianza del Partido Verde con el expresidente Uribe en Bogotá en favor de la candidatura de Enrique Peñalosa en los pasados comicios regionales habría erosionado el caudal que la colectividad logró en el voto de opinión. Así lo consideran algunos, más después de que Mockus se alejó de los verdes, precisamente por esos coqueteos con el uribismo.
Sin embargo, para la representante a la Cámara, Ángela Robledo, hay esperanzas de que las cosas mejoren en este sentido. “Espero que con esa reconfiguración del Partido Verde mantengamos ese voto de opinión que para mí es el más libre, el voto más consciente. Estamos, ya se ha dicho a través de todos los medios, en el reencuentro con Compromiso (Ciudadano), con los fajardistas, y está también en curso esta tarea a ver si es posible el acercamiento con Progresistas. Uno quisiera que el voto de opinión siguiera estando en el Partido Verde porque, de hecho, nosotros no tenemos maquinaria.
La parlamentaria Robledo consideró que para las próximas elecciones, las tratativas de paz serán fundamentales en cuanto al voto de opinión, en el sentido de quién apoya y quién no este proceso. “En nuestro caso, y eso no lo hemos hablado en el Partido Verde, es ya una lectura después de estas 20 mesas regionales por la paz. Es un proceso de paz mucho más cercano a las regiones. He dicho que hacer pedagogía sobre el proceso va a ayudar claramente a la tercera fase de lo que se ha llamado el postconflicto”.
Agenda mediática
Es prematuro en este momento tratar de anticipar el sentido que tomará el voto de opinión en los comicios de 2014 porque éste depende mucho de las coyunturas, de los candidatos y de las circunstancias, expresó el politólogo Alejo Vargas. “No está amarrado de antemano a un partido ni a un candidato”, consideró.
Sin embargo dijo que desde ahora se puede anticipar que “es poco probable que vaya a caer hacia partidos tradicionales o candidatos ya conocidos como Santos, como Uribe”.
No obstante, explicó Vargas, de no presentarse en el abanico un candidato atractivo para las expectativas del voto independiente, incluso podrían verse beneficiados con esta opción una eventual aspiración de Santos a la reelección o el candidato presidencial que presente Uribe a nombre del Centro Democrático. “Es que de hecho, este voto de opinión es, digamos, volátil, justamente porque es un voto que está es, para decirlo de una manera muy cruda, manipulado por los medios de comunicación. Entonces depende de lo que pase en la agenda mediática, el votante se comporta de una u otra manera”.
Voto uribista
Teniendo en cuenta que el voto de opinión no está asociado con partidos ni con personas, es muy difícil anticipar en este momento a dónde iría a dar en 2014, dijo Juan Carlos Rodríguez, director del Observatorio de Democracia de la Universidad de Los Andes.
Sin embargo indicó que “si el liderazgo del Partido Verde lo asume una persona como Sergio Fajardo, por ejemplo, ahí puede darse otra opinión. Por eso depende mucho de la persona justamente porque el voto de opinión tiene mucho que ver con la personalidad o los candidatos”.
Rodríguez señaló también que encasillar el voto de opinión como una expresión uniforme no es acertado porque incluso, explicó, el uribismo cuenta con seguidores en esta franja. “Hay una opinión no despreciable que es uribista, pero también hay una opinión que es antiuribista”. Mientras que la primera es clara a quién favorecerá, la segunda no se sabe si respaldará la elección del presidente Santos o el candidato de una coalición de izquierda, dijo.
Santos vs. Santos
Por su parte, el politólogo Héctor Riveros dijo que si se diera un escenario en las presidenciales en que compitieran Juan Manuel Santos y Francisco Santos, “puede haber una desbandada de voto de opinión hacia un tercer candidato, que rechazaría de esa manera el enfrentamiento entre dos primos”, de la clase alta bogotana y que fueran los de mayor opción.
Añadió que si entre los rivales del presidente Santos no está su primo, el resultado del voto de opinión va a depender mucho de qué ha pasado con el tema de las conversaciones de paz. “Si de aquí a allá se ha logrado firmar un acuerdo entre el Gobierno y la guerrilla de las Farc, el voto de opinión se va a ir en favor de quien represente la paz, que en ese caso sería el presidente Santos. Y si llegase a fracasar La Habana, el voto de opinión se movería hacia un candidato que represente como mano dura y crítica e l proceso”.