La muerte de un hincha de Lanús el lunes en el estadio de La Plata (62 km al sur) añadió otro grave episodio de una escalada de violencia que amenaza al fútbol de Argentina, donde a la impunidad y negocios de los hinchas violentos se suma a menudo la brutalidad policial.
Javier Gerez, de 42 años, murió el lunes tras recibir un disparo de bala de goma en el pecho a 60 centímetros de distancia por un policía, poco antes del inicio del encuentro entre su equipo, Lanús y el local Estudiantes, que finalmente fue suspendido.
Tres policías fueron detenidos por el hecho y la reacción de las autoridades fue la de prohibir la asistencia a los estadios de los simpatizantes visitantes en las dos últimas fechas del torneo Final de primera división.
La radiografía de la fecha 17 ilustra la realidad de la violencia en el fútbol argentino: además del fallecido en la entrada del estadio de La Plata, el sábado fue suspendido el partido entre el local Vélez y All Boys, tras severos enfrentamientos de barrabravas con la policía, mientras que hinchas de Independiente, a punto de descender, destrozaron butacas en el estadio de River Plate cuando la derrota de su equipo estaba sellada.
La muerte de Gerez es la tercera en lo que va de 2013 en crímenes relacionados con la violencia en el fútbol, mientras que por esta causa se registraron 11 decesos en 2012 y un total acumulado de 179 desde 1972, según el recuento no oficial de la ONG Salvemos al Fútbol.
De acuerdo a las primeras evaluaciones de las autoridades, el caso del hincha que murió el lunes por un disparo de bala de goma parece ser responsabilidad de la policía, que generalmente actúa con rigurosidad contra hinchas de otras zonas, pero hace la vista gorda frente a los barrabravas de sus distritos porque, según denuncias, serían cómplices en los negocios.
"Los barrabravas manejan numerosos negocios, en muchas ocasiones avalados por la policía, y también en complicidad con los dirigentes, como fichajes de jugadores o el marketing. Una de sus principales fuentes de ingreso son la venta de entradas", dijo a la AFP Mónica Mazzaro, experta en seguridad deportiva y fundadora de Salvemos al Fútbol a la que renunció por estar "harta" de no ser escuchada.
Las barrabravas se han convertido en verdaderas organizaciones delictivas y temibles grupos de choque que manejan negocios ilegales y otras veces se ponen al servicio de políticos sobre todo en campañas electorales, de acuerdo con los expertos.
"La salida de fondo pasa por tomar la decisión de ir contra las bandas que generan estos hechos. Hay que romper el vínculo entre barrabravas, directivos, políticos, policías y jueces, que conforman el cóctel que genera la violencia que mata", dijo el diputado Carlos Comi, miembro de la comisión de Deportes de esa cámara.
Negocios turbios
La mayoría de hechos de violencia que se registraron alrededor del fútbol en los últimos meses no fueron entre hinchadas rivales, como ocurría tradicionalmente, sino entre facciones del mismo club que se disputan los negocios.
La venta de entradas es la mayor -o la más visible- fuente de ingresos de los grupos violentos del fútbol, cuyos líderes, en particular de los clubes más populares, se han hecho millonarios.
Sólo por venta ilegal de entradas la barrabrava de River, conocida como 'Los borrachos del tablón' y una de las más numerosas del país, recaudó 8,5 millones de pesos (1,6 millones de dólares) el último año, según una investigación del canal C5N, difundida este martes.
Medio centenar de jefes y lugartenientes de la afición violenta de Boca, el otro club con más seguidores del país, fueron liberados por "falta de pruebas" la semana pasada, aunque no exculpados de una causa por venta ilegal de entradas y la renta de carnets.
Con esos carnets incluso hacían ingresar a turistas extranjeros, que pagaban más de 100 dólares por partido, deseosos de darse un baño de adrenalina en la siempre inquietante tribuna del estadio de La Bombonera.
Para intentar contener la violencia, el gobierno puso en marcha un sistema llamado 'AFAplus', por el cual se permite el acceso a los estadios -incluso de periodistas- a través de un sistema biométrico de control que exige empadronarse previamente, mientras que rechazará a los integrantes de las barrabravas y a quienes tengan causas penales.
"Otros países como Inglaterra (por los 'hooligans') lo hicieron y fue posible (desterrar a las barras). Pero hay que estar dispuestos a que la sociedad conozca hasta dónde estas patotas se nutren del poder y son usadas por él", dijo el diputado Comi./AFP