Para las víctimas del conflicto armado y que han padecido la violencia en carne propia, el proceso de paz que actualmente adelanta el Gobierno y las Farc, es difícil aceptar que se lleguen a acuerdos sin que sean reconocidos por los victimarios y que les pidan perdón por sus actos.
Una de estas personas es el senador Mauricio Lizcano, quien junto su familia tuvo que soportar el secuestro de su padre, quien estuvo cautivo por las Farc durante casi 9 años. Como si fuera poco, justo cuando llevaba seis años en esa pesadilla, el EPL secuestró a su hermano, para extorsionarlos económicamente.
El senador ha manifestado, que más allá del perdón tiene que haber reconciliación.
En una intervención durante un foro sobre el acto de la paz, dijo que “hoy podemos contribuir con ideas y reflexiones, para allanar el camino de la reconciliación, en una sociedad que históricamente ha padecido los crueles efectos del conflicto armado”.
En un mensaje para víctimas y victimarios en 50 años de guerra, el senador Lizcano señala que “es un sueño de todos invocar la paz, tras el escenario de violencia que ha dejado huellas en nuestra memoria colectiva e individual. Preparémonos para el posconflicto con discusiones de fondo. Discusiones que nos permitan explorar diferentes perspectivas, y enriquecer nuestros propósitos de reconciliación y perdón. Hablo de estas dos últimas palabras, no solo como conceptos, sino también como experiencias”.
Lizcano expresó en su análisis que este proceso debe ser esfuerzos de todos los colombianos: “más allá del heroico esfuerzo que viene haciendo el Gobierno Nacional, en cabeza del Presidente Santos, para encontrar la paz, los ciudadanos debemos ser conscientes de que se trata de una responsabilidad compartida”.
En este sentido dice que para llegar a esta situación “nuestra responsabilidad compartida es que se hagan públicas las demandas de las víctimas, la necesidad de evitar el olvido”.
Indica que “Gonzalo Sánchez, director del Centro Nacional de Memoria Histórica, señala que “la memoria se expresa como experiencia y como ejercicio terapéutico que tiene una poderosa fuerza comunicativa”. Evitar el olvido nos conduce a mostrar la vulnerabilidad de las instituciones y las carencias de nuestra democracia”.
Sostiene en su análisis sobre la forma de adaptarnos al cambio en la sociedad que “para que haya de los victimarios reparación, verdad y no repetición, es preciso suscribir un nuevo pacto: el de reconstruir la institucionalidad y las reglas de la democracia. Un pacto para generar confianza y legitimidad, inclusive, hasta en la propia justicia”.
Resalta el congresista que “María Teresa Uribe decía que “hay una magia en las palabras, y una virtud en ellas para la curación de las heridas morales, y para la mitigación del dolor”.
Pone como ejemplo que “en Ruanda, Sudáfrica, Argentina, El Salvador y España, entre otros países, no ha sido fácil encontrar la reconciliación y el perdón, por la multiplicidad de interpretaciones causadas por la violencia. Interpretaciones que se han incorporado en la mente de los ciudadanos, tales como la venganza, el odio, los intereses económicos y políticos, y las inequidades sociales, las cuales complejizan el rompecabezas que se arma al negociar la paz”.
De allí que “tenemos una responsabilidad compartida para que la reconciliación y el perdón no queden atrapados en lo indecible. La virtud principal de la reconciliación es que rompe la espiral de la venganza. Y el perdón es un bien individual y supremo del alma de cada ser”.
Asegura Lizcano que “el perdón posee muchas virtudes. Una de las principales es que suspende la condición de víctima. Y digo eso como una experiencia propia. En Colombia la reconciliación debe emerger en los pliegues de una sociedad desgarrada por el dolor. Esa reconciliación creará las condiciones para el perdón”.
Añadió el parlamentario que “al ver a mi papá aquí presente, reflexiono que como familia entendimos que odiar a las Farc, era seguir secuestrados y decidimos liberarnos a través del perdón. Por ello me siento con autoridad para desafiar y convocar a los colombianos a la reconciliación y al perdón como una responsabilidad compartida”.