Una investigación de la Universidad Nacional (UN) determinó que en la venta de alimentos en espacios públicos hay una variedad importante de productos de alto peligro epidemiológico y que por ende no tienen condiciones sanitarias para el consumidor.
Un ejemplo de esta situación son las carnes, las cuales requieren una cadena de frío. Estas se encuentran comúnmente en los llamados “chuzos”, en las arepas rellenas y en las empandas, entre otros productos, señaló la agencia Unimedios.
En efecto, liderada por la Facultad de Medicina de la UN Sede Bogotá, la investigación se llevó a cabo en tres localidades de la Capital colombiana: Chapinero, La Candelaria y Teusaquillo.
John Jairo Bejarano, director del proyecto y profesor del Departamento de Nutrición Humana de la UN, afirmó que existen ciertos grados de contaminación del alimento, no solo desde la parte biológica, causada por microorganismos, sino también por el material particulado, debido a los lugares donde suelen estar ubicados estos puestos.
El experto subraya que dichos productos reciben gases de todo tipo y hasta partículas que los seres humanos exfolian y que están en el aire. Por lo tanto, si los alimentos no están cubiertos reciben toda esa contaminación.
Asimismo, las frituras también fueron evaluadas. Según el profesor Bejarano, el manejo de aceite a alta temperatura podría ofrecer en su momento cierto grado de seguridad, pero cuando se usa permanentemente, genera sustancias tóxicas que a mediano y largo plazo pueden ser perjudiciales para el consumidor.
La investigación también determinó que los vendedores consultados desconocen la procedencia de los alimentos. “Encontramos que muchos de ellos no saben si los alimentos que usan para la venta son certificados, tienen concepto sanitario o si disponen de instalaciones que usan cadena de frío”, afirmó el profesor Bejarano.
De igual manera, dentro de los aspectos preocupantes se encuentra la obtención del agua para el lavado de manos, pues, según el investigador, la usan para asear elementos como pinzas o cubiertos, lo cual conlleva a una contaminación cruzada o, en otras palabras, un círculo vicioso.
De hecho, “el desaseo se nota en elementos tan básicos como su indumentaria, que debe ser cambiada a diario, o en el desarreglo de las uñas”, afirmó el experto.
Informales tendrían pensión
Gracias a una alianza entre el Instituto para la Economía Social (IPES) y Colpensiones, entidad adscrita al Ministerio de Trabajo, cerca de 5.000 vendedores informales (mujeres menores de 57 años y hombres que no hayan completado los 62), podrán recibir una pensión accediendo al Programa de Beneficios Económicos Periódicos (BEPS).
Por cada 100 pesos abonados en BEPS, el Gobierno entrega 20 pesos adicionales a manera de subsidio, para completar un ingreso mensual para toda la vida que recibirá el afiliado una vez cumpla la edad establecida (62 años los hombres y 57 las mujeres); se entregará en cuotas bimensuales o sumas que pueden ser utilizadas para compra o mejora de vivienda.
Los afiliados que realicen mínimo 6 aportes al año (120.000 pesos), se benefician de seguros básicos de invalidez, muerte o calamidades domésticas. En caso de fallecimiento del aportante, la fase de ahorro es heredable.
“Este programa es una buena oportunidad para la población informal de Bogotá, pues nos permite acceder a un ahorro programado, prepararnos para nuestra vejez y acceder a programas de bienestar”, afirmó Juan Vanegas, líder de una organización de vendedores informales, quien lleva 14 de sus 57 años comercializando en la calle.
El proyecto hace parte del programa de articulación de las políticas públicas con los lineamientos del Plan de Desarrollo que busca reducir la discriminación social de la población de estratos socioeconómicos bajos, garantizándoles una vejez digna, tranquila y una mejor calidad de vida.
Los vendedores informales interesados pueden ampliar la información a través del portal www.ipes.gov.co, link BEPS, o inscribirse directamente de lunes a viernes de 8 a.m. a 5 p.m. en la Casa de Redes Sociales del IPES.