En unamesa de diálogo que aspira poner fin a dos meses de sangrientas protestas que conmocionaron al país y que estuvo marcada por discursos de parte y parte, se sentaron el presidente venezolano Nicolás Maduro y el principal líder opositor, Henrique Capriles y de allí salió el primer acuerdo: seguir dialogando.
Gobierno y oposición asistieron con sus primeras líneas dirigentes, en un encuentro que reunió 20 de los políticos más influyentes del país, al que faltaron los líderes visibles del ala radical opositora que impulsa la política de protestas callejeras para forzar la renuncia del presidente electo en abril de 2013.
Por el gobierno, además de Maduro, asistieron entre otros el vicepresidente ejecutivo (y yerno del difunto Hugo Chávez) Jorge Arreaza, el muy influyente ministro de Relaciones Exteriores Elías Jaua (considerado de la línea ortodoxa del chavismo) y el presidente de la Asamblea Nacional (y número dos del chavismo) Diosdado Cabello.
También estuvieron el vicepresidente económico y zar de la petrolera estatal, Rafael Ramírez, y el ex vicepresidente y alcalde de uno de los municipios de Caracas, Jorge Rodríguez.
Del lado opositor además de Capriles -candidato presidencial derrotado por Maduro y gobernador del rico estado de Miranda-, asistieron el secretario ejecutivo de la variopinta alianza Mesa de Unidad Democrática (MUD), Ramón Aveledo y los gobernadores de Lara, Henri Falcón, y de Amazonas, Liborio Guarulla.
La lista de opositores incluyó además entre otros a los diputados Omar Barboza, presidente del partido Un Nuevo Tiempo, y Julio Borges, responsable del partido Primero Justicia al que pertenece Capriles.
Al encuentro faltaron los sectores radicales de la oposición, nucleados básicamente en el partido Voluntad Popular, cuyo líder Leopoldo López -actualmente preso- es uno de los impulsores de la táctica de protestas callejeras para conseguir la renuncia presidencial.
También estuvieron ausentes los otros dos principales inspiradores de esa táctica: el alcalde del distrito metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma, y la dirigente María Corina Machado, destituida de sus fueros de diputada por el Tribunal Supremo en un proceso actualmente en etapa de apelación.
La reunión, difundida por cadena obligatoria de televisión, se realiza en presencia de cuatro testigos: los cancilleres de Colombia, María Holguín, de Ecuador, Ricardo Patiño y de Brasil, Luiz Figueiredo, además del nuncio apostólico, Aldo Giordano.
Este diálogo por la paz es posible “gracias al trabajo de acercamiento de la Unasur, del Vaticano y de la voluntad política manifiesta de los distintos sectores aquí representados” dijo Maduro.
Tanto oposición como gobierno advirtieron que no acuden a entablar un diálogo, sino a un proceso para poner sus posturas en la mesa y reconocerse mutuamente.
“La oposición no quería sentarse a hablar (...) era importante sentar a la oposición y que la oposición regresara al camino democrático y constitucional”, sostuvo Maduro.
El diputado Julio Borges, del partido Primero Justicia, uno de los mayores de la MUD y al que pertenece Capriles, advirtió de su lado que son conscientes de que “no hay ninguna confianza en el gobierno”.
Las protestas iniciaron el 4 de febrero por estudiantes de San Cristóbal (oeste) en contra de la inseguridad y, a la par de que se multiplicaron en el país, se sumaron demandas contra la crisis económica, la represión policial y la detención de estudiantes y dirigentes opositores.