Por Guillermo León Escobar Herrán
Especial para EL NUEVO SIGLO
CIUDAD DEL VATICANO
Hace ya una semana que ingresaron los cardenales a cónclave y dieron por elegir a un personaje completamente atípico e inesperado que asumió el nombre de Francisco. Se puede decir que “la suerte está echada”. O este Papa saca a la iglesia del marasmo en que se metió por múltiples razones que ameritan una polémica o se ingresa en la era de la globalización de mala manera y perdiendo.
La cosa no está para medias tintas y ya es hora de asumir que la institución querida por Jesús el Cristo posee la riqueza espiritual necesaria para centrar el mundo y no solamente ser una entidad administrativa desde donde se gerencia una fe escuálida o como se dice una sal que perdió su sabor.
Todo está por ver. Los cardenales votaron algunos con clarividencia- como el nuestro-; otros por desconcierto y llevados por el desasosiego de no tener entre sus filas alguien que despertara alguna emoción. Solo estaban Ravasi y O’ Malley. A aquel le faltaba proyección pastoral, a éste lo golpeaba la “norteamericanidad” y la dureza del problema de la pedofilia y los ocultamientos.
Claro que ustedes no encontrarán quien diga que no votó por Bergoglio. Eso sucede siempre y ahora todos vamos a recordar que lo conocíamos desde antes y que ése era el hombre, pero lo cierto es que si no fuera Francisco guardaríamos esa distancia que nos aleja de los perdedores.
Algún autor de los que se ha citado en estos días ha dicho que “cada época tiene su propia tarea en la presencia de Dios” y la de ahora indaga sobre la capacidad del ser humano hoy de “creer“. La fe está en peligro. Y en eso pensaba Benedicto XVI y a eso alude Francisco cuando habla de que estamos en peligro tan solo de ser una ONG muy apreciada pero nada más. En sus propias palabras, “Una ONG piadosa”
Y es ahí en donde está planteado el desafío de una religión sin Dios que hace lo que nosotros hacemos desde las Naciones Unidas, la Sociedad Civil Y las Fundaciones indicando que para ser humano y humanitario no se necesita creer en Dios. Nosotros tenemos el mismo discurso humanitario es cierto pero el origen de lo nuestro y el fin de lo nuestro es anunciar el Evangelio.
Que nos perdonen -tampoco tanto- los que desde el sacerdocio ministerial esperan que bajo este Papa el sacerdocio real del bautismo seguirá siendo la cuenta de ahorros de un cristianismo que no se mueve. Francisco trae todas las intenciones de abrir puertas insospechadas como la del apostolado laical.
Es bueno mirar que hay obispos que piensan honestamente como Francisco pero es grave comprobar que muchos laicos siguen siendo absolutamente clericales. Una cosa ha dejado claro el pasado Padre Bergoglio quien amaba ser llamado “Padre” como su mentor el cardenal Martini y no “Eminencia” y todo lo demás y es que la Iglesia está dispuesta a dialogar sobre todo, a discutir de todo, a meterse en la tarea de discernimiento con la ciencia y los saberes lo que no significa que tiene que optar por el menú de opciones de los comunicadores convertidos en teólogos de oportunidad.
Ahora llega la rutina, se avecinan los nombramientos y se pondrán en evidencia los pactos iniciales que no son objetables de por si sino que muestran y mostrarán la urgencia de decidir de una manera diversa.
La curia será otra muy distinta. Estamos al momento de una gran bifurcación que dejará al pasado reciente como un testimonio enorme de Juan Pablo II quien asumió con coraje ubicarse en la primera línea del conflicto; de Ratzinger que dio las batallas cruciales contra el relativismo y descubrió las falencias propias que es preciso corregir ahora, sin dilación alguna.
Ese es el ayer, ahora, hoy, está Francisco quien lleva sobre sus hombros y su conciencia la responsabilidad de esta confrontación definitiva que se expresa en el “año de la fe” y en la “Nueva Evangelización”.
Ojalá todos los que se sienten de mejor pensar, las gentes de los movimientos que tanto bien hacen pero se asumen como exclusivos; ojalá los Lefevbrianos retornen para trabajar juntos y no actúen como si o no porque si no se está en comunión con Pedro - perdón con Francisco- no se está en la Iglesia.
Hoy con el Palio, con el Pastoral y con el Anillo del Pescador podemos decir, con Francisco, los equivocados de ayer que “el porvenir es el pasado que llega”.
Verdadero poder del Papa es el servicio humilde: Francisco
Popularidad y espontaneidad se evidenciaron una vez más durante su recorrido por la Plaza de San Pedro. Algunos presidentes, como el de Ecuador, no pudieron evitar las lágrimas de emoción al saludarlo
Un mensaje en favor de la paz y de la “ternura” asegurando que servirá con humildad a una Iglesia católica enfrentada a numerosos desafíos, protegiendo a los más pobres y olvidados y que despertó la más sentida emoción no solo en la atiborrada plaza de San Pedro sino en el mundo católico en general fue con el que el Francisco inauguró ayer su pontificado.
Ante decenas de miles de fieles -entre 150.000 y 200.000, según el Vaticano- y mandatarios de todo el mundo que se congregaron en la plaza de San Pedro para la misa, el primer papa latinoamericano fijó en su homilía las líneas de su pontificado. (Ver recuadro)
"El verdadero poder es el servicio, y también el Papa, para ejercer el poder (...) debe poner sus ojos en el servicio humilde, concreto y rico de fe", afirmó Francisco, que en sólo unos días ha dado esperanzas de cambio en una Iglesia desacreditada por los escándalos internos.
El nuevo jefe de la Iglesia que tiene 1.200 millones de fieles en todo el mundo, insistió en que el "amor" es otra de las claves de ese servicio.
"No debemos tener miedo de la bondad, de la ternura", proclamó recibiendo una gran ovación el primer pontífice jesuita, que se inspiró en San Francisco de Asís en la elección de su nombre.
El papa del Nuevo Mundo pidió "respeto por todas las criaturas de Dios", citando a los niños, los ancianos, "quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón".
Por una vez desde su elección sorpresa el pasado miércoles, Francisco respetó el texto preparado en esta ceremonia solemne, y no improvisó como acostumbraba en las últimas ocasiones.
Vestido con una sencilla casulla sobre su sotana blanca, instó a proteger "el entorno en que vivimos", y dirigiéndose especialmente a los responsables de los ámbitos "económico, político y social", les invitó a no permitir que "los signos de destrucción y de muerte" guíen el mundo.
Antes de presidir la misa, Francisco rezó ante la tumba de San Pedro, el padre de la Iglesia, situada debajo del altar mayor de la basílica vaticana, acompañado por los patriarcas de las iglesias católicas orientales.
Allá estaban el palio (larga estola) de lana blanca con seis cruces rojas que perteneció a su predecesor Benedicto XVI, y el sencillo anillo de Pescador de plata dorada que ha elegido para su pontificado que le fueron entregados al principio de la ceremonia.
Mientras los fieles asistían con solemnidad a este momento histórico en el Vaticano, en Buenos Aires, la ciudad natal del nuevo pontífice, la multitud que seguía en directo la ceremonia a través de pantallas gigantes estalló en aplausos y vítores.
La popularidad y la espontaneidad del nuevo pontífice, quedó nuevamente demostrada antes de la misa en su recorrido en un jeep blanco totalmente descubierto por la plaza inundada de banderas de todos los países, muchas de ellas argentinas.
Francisco, saludó sonriente y con cariño a los fieles, besó a niños, e incluso se bajó del papamóvil en un momento para acariciar el rostro de un enfermo.
"Con el papa Francisco tendremos una Iglesia más cercana al pueblo y al mundo moderno", dijo esperanzado el sacerdote colombiano Rodrigo Grajales, de 31 años, no muy lejos de donde una pancarta decía en italiano: "Ven Francisco, repara mi casa".
Tras la ceremonia, el Sumo Pontífice, de 76 años, que por momentos parece tener dificultades para caminar, recibió una a una a las 132 delegaciones extranjeras que asistieron a la misa en medio de un estricto dispositivo de seguridad.
La presidenta de Argentina, Cristina Kirchner, vestida de negro estricto, fue una de las primeras en saludar al hasta hace una semana arzobispo de Buenos Aires, al día siguiente de que, tras numerosas tensiones, ambos protagonizaran un gesto de acercamiento durante un almuerzo en el Vaticano.
El presidente de Ecuador, Rafael Correa, no pudo contener las lágrimas cuando llegó su turno, mientras que el presidente de Chile, Sebastián Piñera, y su esposa Cecilia llegaron cargados de rosarios, para que los bendijera.
También saludaron personalmente al nuevo papa los presidentes de Brasil, México, Paraguay, Costa Rica, Honduras y Panamá, al igual que la canciller colombiana, María Ángela Holguín, quien dijo que ella al igual que los cardenales colombianos ya transmitieron al Pontífice la invitación a visitar nuestro país.
Entre las delegaciones oficiales figuraba también el controvertido presidente de Zimbabwe, Robert Mugabe y el ministro de relaciones exteriores de Irán, Ali Akbar Salehi, con el que conversó más tiempo, así como la canciller alemana Angela Merkel, quien dijo haber quedado "impresionada por la manera directa y simple con la que habla" Francisco.
Al término de la ceremonia Francisco envió dos tuits en los que insta a los usuarios a respetar "la creación" y explica que su misión será la "servir a todos", mensajes de 140 caracteres que han alcanzado ya casi cuatro millones se seguidores en nueve lenguas.
En la tarde, Francisco llamó por teléfono al papa emérito, Benedicto XVI, quien tras su histórica renuncia el pasado 28 de febrero, siguió la ceremonia por televisión desde su residencia temporal de Castelgandolfo, cerca de Roma, donde cumplirá una visita el próximo sábado.
Francisco le rindió homenaje a "su venerado Predecesor" y le manifestó su "afecto y gratitud" en una larga conversación durante la cual lo felicitó por su onomástico, indicó en un comunicado el Vaticano.
Antes de iniciar esta histórica jornada, el papa Francisco envió un mensaje en español a sus compatriotas reunidos en una vigilia, pidiéndoles que dejen de lado los "odios" y las "envidias", y "no teman a Dios, que "siempre perdona".
"Cuidémonos los unos a los otros, cuídense entre ustedes, no se hagan daño, cuiden la vida, la familia, la naturaleza, cuiden a los niños, cuiden a los viejos, que no haya odio, que no haya peleas", dijo el papa en una llamada telefónica que fue retransmitida por los altavoces./AFP
La primera homilía
El papa argentino dio las claves de su pontificado en la homilía que pronunció en la plaza de San Pedro para inaugurar su ministerio petrino. Estas fueron sus palabras:
"Queridos hermanos y hermanas:
Doy gracias al Señor por poder celebrar esta Santa Misa de comienzo del ministerio petrino en la solemnidad de san José, esposo de la Virgen María y patrono de la Iglesia universal: es una coincidencia muy rica de significado, y es también el onomástico de mi venerado Predecesor: le estamos cercanos con la oración, llena de afecto y gratitud".
"¿Cómo vive José su vocación como custodio de María, de Jesús, de la Iglesia? Con la atención constante a Dios, abierto a sus signos, disponible a su proyecto, y no tanto al propio".
"Pero la vocación de custodiar no sólo nos atañe a nosotros, los cristianos, sino que tiene una dimensión que antecede y que es simplemente humana, corresponde a todos. Es custodiar toda la creación, la belleza de la creación, como se nos dice en el libro del Génesis y como nos muestra san Francisco de Asís: es tener respeto por todas las criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos".
"Es custodiar a la gente, el preocuparse por todos, por cada uno, con amor, especialmente por los niños, los ancianos, quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón. Es preocuparse uno del otro en la familia: los cónyuges se guardan recíprocamente y luego, como padres, cuidan de los hijos, y con el tiempo, también los hijos se convertirán en cuidadores de sus padres.
"Y cuando el hombre falla en esta responsabilidad, cuando no nos preocupamos por la creación y por los hermanos, entonces gana terreno la destrucción y el corazón se queda árido".
"Quisiera pedir, por favor, a todos los que ocupan puestos de responsabilidad en el ámbito económico, político o social, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad: seamos "custodios" de la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente; no dejemos que los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo nuestro".
"Recordemos que el odio, la envidia, la soberbia ensucian la vida. Custodiar quiere decir entonces vigilar sobre nuestros sentimientos, nuestro corazón, porque ahí es de donde salen las intenciones buenas y malas: las que construyen y las que destruyen".
"No debemos tener miedo de la bondad, más aún, ni siquiera de la ternura".
"Hoy, junto a la fiesta de San José, celebramos el inicio del ministerio del nuevo Obispo de Roma, Sucesor de Pedro, que comporta también un poder. Nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio, y que también el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en ese servicio que tiene su culmen luminoso en la cruz, debe poner sus ojos en el servicio humilde, concreto, rico de fe"./AFP