Debido a los altos niveles de contaminación, los usuarios permanentes de las ciclorrutas pueden presentar diversos tipos de enfermedades cardiorrespiratorias y vasculares, reveló un informe de la Universidad Nacional.
El informe, presentado por el estudiante de Ingeniería Química Óscar Fajardo y el profesor Néstor Rojas en la publicación estadounidense Atmospheric Enviroment, señala que las concentraciones de material particulado en uno de estos corredores, donde la bicicleta se usa con frecuencia, están alrededor de los 100 microgramos por metro cúbico. La recomendación que hace la Organización Mundial de la Salud es que sea máximo de 50 microgramos por metro cúbico.
“Examinamos cuánto aire inhalaron estas personas cuando están haciendo el esfuerzo físico en la ciclorruta y esto lo comparamos con una cifra de dosis en ambientes menos contaminados”, explicó Rojas.
De acuerdo con el experto, “el estudio demostró que la mayoría de usuarios de ciclorrutas presentan un incremento en sus dosis de material particulado. En un ambiente limpio estas pueden ser de 3% a 4%, pero hay quienes por el tiempo que permanecen en dichas vías y por el nivel de esfuerzo al pedalear, llegan a ampliarlas hasta en un 60%”.
A medida que la persona se esfuerza, la tasa de inhalación de aire es más alta y tiende a respirar por la boca, así no filtra las partículas por la nariz y está expuesta a una dosis alta que aumenta entre más larga sea la distancia a recorrer.
Esas partículas (sólidas y líquidas) provienen de diferentes fuentes como el hollín del humo de los vehículos y el polvo de las calles. “Son demasiado finas y pueden llegar muy profundo en el sistema respiratorio. Entre más pequeñas, más eficiencia de penetración pueden llegar a interactuar con los alveolos pulmonares, asegura Rojas.
Según la investigación, los usuarios de ciclorrutas deberían utilizar tapabocas de tipo industrial.
Las altas concentraciones de partículas están asociadas, según diversos estudios epidemiológicos, a un incremento de las enfermedades cardiorrespiratorias y vasculares y a aumentos en la mortalidad.
Por todo lo anterior, se recomienda que las ciclorrutas y ciclovías estén menos cercanas a las fuentes de emisión (no justo al lado de buses, camiones y avenidas con mucho tráfico). “Lo ideal sería que atravesaran un parque o vías secundarias. Ya en algunas ciudades del mundo lo han implementado”, comenta Rojas.
El estudio se llevó a cabo en la ciclorruta de la calle 80, que cuenta en buena parte de su trayecto con el acompañamiento del sistema de buses de Transmilenio.