Unos nombres. Varias generaciones de lectores de prensa recuerdan la famosa apostilla ¿“Qué hay en un nombre”? con la que remataba sus sapientes columnas tituladas “Temas de nuestro tiempo”, en El Espectador de tamaño universal, el finado maestro Antonio Panesso Robledo, también conocido como “El doctor Pangloss”.
No nos consta si entre los personajes invitados por el erudito sonsoneño a sus micro-lingotes alcanzó a clasificar el general Manuel Jaime Guerrero Paz, el excomandante de las Fuerzas Militares de Colombia con los apellidos más contradictorios: era al propio tiempo guerra y paz, como el título de la obra cumbre del ruso León Tolstoi.
Tampoco supimos si tuvo conocimiento de la existencia, en Armenia, Quindío, de doña María Antonia Cadena de Acero, la progenitora del inmolado periodista Ernesto Acero Cadena.
Sí vimos que capturó para su selección de nombres exóticos el del poeta Aquiles Pinto Flores, embajador guatemalteco que cayó entre los rehenes de la toma guerrillera de la legación de República Dominicana, en Bogotá, en 1980.
Una colección. Para continuar la línea de la predestinación que existe entre apellidos y oficios o situaciones, incluso paradojales, nos apoyamos en la singular colección que posee el sicólogo Luis Javier Jaramillo, empezando por los duetos: "Lindo y Maduro", una firma de comercialización de banano en Panamá, y "Torres y Varillas", firma de constructores en Lima, o la inmortal denominación de una Funeraria ubicada en la calle principal de la ciudad peruana de Iquitos, llamada "Modus vivendi".
Van algunos de los nombres expuestos recientemente en los medios: Andrés Contento: Ciudadano “descontento” por la gestión del alcalde Gustavo Petro. "Inocencio" Meléndez, exdirector técnico del IDU que hacía contratos sin soportes y pedía grandes coimas a los Nule para todo el “equipo”, declarado culpable, no inocente.
Doble filo. Con un apellido de peligroso doble filo, es de la partida José Guillermo “Machete” contra quien existen cinco órdenes de captura por los delitos de desplazamiento forzado, homicidio agravado, concierto para delinquir y porte ilegal de armas.
Simbad Ceballos, gerente general de “Cisco Colombia”, empresa líder en “navegación” por Internet. Obviamente, nuestro Simbad no es ya el marino sino que navega por la fibra óptica. Escribe sobre Internet en el diario Portafolio.
En el fútbol hubo dos casos de mucho silbato: Henry Gambetta, árbitro del balompié peruano, y Carlos Amarilla, pito paraguayo con apellido de tarjeta de amonestación.
Otros bien particulares. Ramón Pequeño, jefe de operaciones antidroga de la Policía Federal de México. Ana Botella de Aznar, la abstemia esposa del líder derechista español Jose María Aznar. “El Gordo”. (Nadie sabe que su nombre es Desidio Ramírez) fabricante de tamales tolimenses, el más exitoso de Bogotá, en el barrio Ricaurte. Consuelo Cerrada, directora nacional de Servicios Penitenciarios del Inpec. Luis Fernando Ternera Barrios. Vicepresidente de Fedegan. Adriana Vigilanza, abogada integrante del movimiento “Ciudadanía Activa”. Antonio Patriota, canciller brasileño. Domingo Díaz de Carreras, un crítico de la hípica chilena. Y Horacio Batracio e Inventillo, nombre ficticio del compañero del atolondrado reportero Vicente Chambón, personificado por el comediante mexicano Roberto Gómez Bolaños.