El columnista Marco Tobías Cuesta, en el semanario Chocó 7 días, a propósito de la última visita del presidente Santos a esa región, le recordó al país un catálogo enorme de promesas presidenciales al departamento más olvidado que con el paso del tiempo se ha convertido en el Haití colombiano por cuenta del excluyente poder central que deja alarmantes dosis de hambre, pobreza, desnutrición e insalubridad, además de la carencia absoluta de obras de infraestructura.
Los recursos naturales. Se olvidan en el gobierno central que el Chocó es la primera potencia hídrica del mundo; que sus recursos naturales son superiores; que su riqueza minera es potencialmente la más grande del país; que sus ríos, navegables en su mayoría, solo son explotados para el transporte de armas y de drogas. Con esta visión general pasamos al rosario de promesas que, uno a uno, han hecho los presidentes de Colombia.
Las promesas chocoanas. En 1930, Enrique Olaya Herrera, en gran alocución, prometió el ambicioso carreteable Quibdó-Istmina-Nóvita-Cartago. No se cumplió. Y la vía no ha llegado siquiera a San José del Palmar.
En 1934, Alfonso López Pumarejo prometió una carretera que uniría a Quibdó con Bahía Solano. La obra se inició, pero nunca se concluyó.
En 1938, Eduardo Santos, tío-abuelo del actual presidente Santos, se comprometió en Istmina (delante de su señora Lorencita Villegas, en viaje a Buenaventura) a darle un hospital a esa localidad. Sí se construyó. Lleva el nombre de doña Lorencita. La vía no se hizo en su gobierno, pero sí muchos años después.
El primer receso. Después de 15 años de no prometerle nada al Chocó, en 1948 el presidente Mariano Ospina Pérez, amparado en la Ley 12 del 48, con el plan vial del Chocó, prometió la construcción de vías atendiendo una petición que le hizo Diego Luis Córdoba y un camino que comunicaría a Quibdó con Guayabal, Negú, Bebaramá, Bébara y Urrao. Tampoco se cumplió.
Solo con el arribo del presidente Misael Pastrana Borrero al poder llegó el primer carro a Guayabal. A los otros sitios descritos en el trazado les quedaron faltando los puentes.
La gran frustración. Tras unas largas vacaciones de tres lustros reaparecieron las inútiles promesas por cuenta del centralismo bogotano a las selváticas tierras del Chocó con el presidente Carlos Lleras, abuelo del ministro Vargas Lleras, quien, en el marco de un show mediático, les prometió a los chocoanos, a los colombianos y al mundo la construcción del llamado “Canal de los grandes lagos”, inundando los Valles del Atrato y San Juan; uniendo los dos mares Atlántico y Pacífico por el Istmo de San Pablo o Arrastradero del Cura, lo que a la postre se convirtió en otra gran frustración.
Quedan en turno. Para una próxima entrega de La Barca dejamos pendientes las otras promesas de los presidentes al marginado departamento del Chocó, que incluirá la gran rebelión chocoana de 1987 contra el gobierno del presidente Virgilio Barco.