Una vida de sacrificios | El Nuevo Siglo
Viernes, 17 de Febrero de 2012

La vida del magistrado Javier Zapata, actual presidente de la Corte Suprema de Justicia, es muy meritoria. Nació en la vereda Ventiadero, del municipio de Venecia, Antioquia. El bachillerato lo cursó viajando a pie todos los días de su vereda al Colegio San José. Su señora madre, doña Ana, lo educó con mucho sacrificio. Al mejor estilo de doña Rosalía, la progenitora del presidente Marco Fidel Suárez, la humilde mujer encontraba el sustento para su familia lavando ropas en algunas casas de familias en el pueblo y a veces reemplazando a las empleadas del servicio por días o por semanas. Javier Zapata era, por razones de las circunstancias, un joven de aspecto humilde y campesino para ese entonces y la alimentación la mejoraba cuando las familias donde laboraba su señora madre le brindaban algunas viandas.

El mejor bachiller. Al finalizar el año 1971, la secretaria del Colegio San José, hermana Fanny Arteaga, le notificó al rector que el mejor bachiller para ese año era el joven Javier Zapata. El mismo día de los grados asistió al evento el doctor Álvaro Rendón Sierra, Juez Superior de Medellín, quien le informó al rector que le tenía un premio al mejor bachiller pobre de Venecia, siempre y cuando quisiera estudiar Derecho, consistente en un trabajo en su Juzgado como citador del mismo. El rector y el juez llamaron a Javier Zapata y le ofrecieron el premio. El muchacho aceptó, se formó como jurista en la Universidad de Medellín y atendió el Juzgado como citador, en el que fue ascendiendo con el paso del tiempo.

Notable carrera. El actual presidente de la Corte Suprema de Justicia cumplió una meteórica carrera en la Rama Judicial: Juez Penal Municipal en Rionegro y en Medellín; Juez de Circuito en Caucasia, en Rionegro, en Marinilla y en Envigado. Magistrado del Tribunal Superior de Medellín, institución de la que fue su presidente y finalmente magistrado de la Corte Suprema de Justicia. El gestor de esta historia es el ex congresista Ramón Elejalde Arbeláez, quien debe estar satisfecho con los éxitos de su pupilo de antaño.

Aporte de un escritor. El escritor quindiano Jaime Lopera Gutiérrez nos remite desde Armenia esta misiva:

“William: La primera parte de la nota de esta semana sobre el presidente Santos alude a una destreza inventada hace muchos años para que la gente ventilara las cosas públicas y aprendiera a negociar toda clase de intereses. Cuando el hombre primitivo recibió el primer garrotazo en la cueva, se dijo que era necesario inventar algún mecanismo de conciliación: antes de concebir la rueda, ya lo tenía listo con la jerarquía; Moisés, mucho más cuerdo, se inventó luego la ley desde un monte jupiterino. Pero la sagacidad de los estadistas, desde Cicerón hasta Berlusconi, se mide por lo ilesos que salgan de esa práctica. Cada cual medirá su "incolumidad" a su tiempo. Solo que hay algunos, como Gandhi, Mandela, o Willy Brand, que se salen del molde”.