Una mirada al genocidio de los armenios | El Nuevo Siglo
Domingo, 19 de Abril de 2015

Por: Pablo Uribe Ruan

EN  las calles de Estambul o Ankara existen nombres tan laureados como el de Tartuk, creador de la República de Turquía, como hechos tan invisibilizados como el "genocidio armenio". Es tal el nivel de negacionismo, que en una época, no muy lejana, las mismas  palabras se acomodaban a las circunstancias históricas, con un cambio de palabra o del sentido de la misma, como guerra por genocidio. Tan así,  que el ciudadano del común, al momento de decir una oración, se preguntaba: ¿hay una etnia que le dicen los Kurdos pero acá le llaman turcos de la montaña?. De la misma manera que no sabía qué creer, si hubo guerra civil o genocidio, pues el relato histórico le decía lo primero, pero una ínfima minoría, remota y apartada,  hablaba de lo segundo.

Esa ínfima minoría que se refugió en otros países o mantuvo las banderas de su lucha por el reconocimiento de lo que sucedió en Anatolia, celebra el 24 de abril los 100 años del "genocidio armenio".  Sin embargo el gobierno turco ha dicho que "La diáspora armenia está tratando de inculcar el odio contra Turquía a través de una campaña mundial sobre el genocidio al cumplirse 100 años", como reiteró Erdogan en sus últimas declaraciones.

Al parecer Ankara no participará en ningún acto simbólico al respecto, ni estará dispuesta a pedir disculpas por lo sucedido. Por el contrario ese mismo día se alista a conmemorar la batalla de Gallipoli, la cual ayudó al fortalecimiento de la cultura turca. A pesar de ello, el revuelo mundial por esta fecha ha generado múltiples pronunciamientos de parte de diferentes países, al punto de que el mismo papa Francisco se atrevió, hace una semana en Turquía, a decir la palabra innombrable en Turquía: genocidio.

La postura de Ankara

La postura de Ankara es una  sola. Como caballo con anteojeras, el gobierno de Erdogan  mira la historia en una  dirección, conforme al relato tradicional que presenta los hechos de 1915 como una guerra civil entre turcos y armenios, quienes se aliaron con los rusos en contra de Turquía. 

Al darle un vistazo a  libros como la "Gran Catástrofe", de Thomas Waal,  se encuentra que tanto historiadores como políticos se encargaron de narrar una historia que se acomodaba a sus intereses y a lo que en ese entonces parecía ser necesario, mermar la desintegración del Imperio Otomano y acabar, en la medida de lo posible, con todas aquellos que constituían una amenaza para el imperio. Por ello se presenta a los armenios como traidores y al gobierno como aquél que tomó las "medidas necesarias" para contrarrestar a los separatistas.

Del mismo modo, para contrarrestar la versión de los armenios, se habla de la muerte de más de 2 millones de musulmanes a manos de los rusos y los armenios. Dicen que sólo basta con mirar el Museo Militar de Estambul, el cual tiene una sección dedicada a este episodio.

Para los turcos, los armenios fueron unos traidores. Según su evidencia histórica, los armenios desertaron del ejército otomano y se unieron a las filas de los rusos en el frente oriental para atacar a Turquía. Los que permanecieron en Anatolia, aquellos que no tomaron las armas, sabotearon las líneas otomanas y mataron varios civiles así como sus máximos líderes  se rebelaron contra Turquía.

La versión de los armenios

Los armenios presentan la otra página de la historia, esa misma que en el imaginario colectivo de muchos países del mundo persiste y que dice que  los turcos exterminaron a los armenios. Esta tesis, que ha dado para innumerables debates y desavenencias políticas, se apoya en tres pilares.

En primer lugar,  el registro de 1919 de la corte marcial turca en la que murieron varios militares del caído Imperio Otomano juzgados por el nuevo gobierno republicano. En segundo, las memorias de un militar del Imperio, Naim Bey, en las que afirma que participó en la deportación de armenios. Y, en tercer lugar, la documentación de la "Organización Especial" (Teskilat-Mahsusa), la cual, dicen, fue el principal agente en la comisión de las masacres (Kamurun Gurun, 1985)

Las tres razones expuestas anteriormente deben entenderse a partir de la composición del ejército otomano y las pretensiones que tenía en 1915. Durante ese tiempo el Imperio Otomano afrontaba la Primera Guerra Mundial y tenía por diferentes flancos a Rusia como principal enemigo. El imperio venía en decadencia. La economía estaba pasando por muy mal momento, los territorios conquistados, entre los que se encontraba Anatolia, estaban sublevándose y toda las fuerza estaban puestas en la guerra, que al final perdió. Anatolia, zona donde queda Armenia en la actualidad, tenía una presencia de fuerzas irregulares, en otras palabras, paramilitares, alineadas de manera informal con el ejército.

Dichas tropas, que eran grupos activos conformados por voluntarios que hacían parte de la "Organización Especial", la cual, según Gunter Lewy, autor de "Revisitin armenian genocide", recibían órdenes del Ministerio de Defensa durante la guerra. Estas fuerzas irregulares eran conocidas como "ceteler" (que traduce bandido, insurgente) y conjuntamente con miembros de la "Organización Especial", la cual estaba a cargo del Mayor Stange, quien para los armenios fue el principal ejecutor de la limpieza étnica junto con otros altos mandos.

Por supuesto que la seriedad de estas afirmaciones merece una demostración fehaciente de los hechos mediante pruebas que, según los armenios, son manifiestas y están al alcance del público. Pero  no está de más demostrar que el relato del genocidio por parte de los armenios tiene una clara relación histórica con las pretensiones que para ese entonces tenía el Imperio Otomano.

Según Claira Mouradian, profesora de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, el genocidio armenio fue parte de un intento de los otomanos por reconfigurar el imperio. Como éste se estaba desintegrando, las autoridades decidieron islamizar a búlgaros, turcos, albaneses, kurdos y armenios, entre otros. Dicha estrategia resultó con algunos países o grupos étnicos, pero en el caso de los armenios no tuvo el resultado esperado, ya que éstos eran cristianos devotos. Por esa razón, aunado a que Armenia compartía fronteras con Rusia, los armenios era considerados como los más peligrosos del imperio.

"Los armenios ocupaba un buen lugar en la estructura económica del imperio, por lo que representaba un obstáculo para la turquización de la economía", dijo la experta.

Por eso, según Moradian, había que desplazarlos para que perdieran la homogeneidad como etnia y, en caso de que no se fueran, matarlos. Casi la mitad de armenios salieron de Anatolia y constituyeron lo que se conoce como "la diáspora", que llegó hasta América Latina (en Colombia hay comunidad de armenios). Sin embargo un millón quinientos armenios fueron exterminados.

Un siglo después

Durante varias décadas, cada vez que los líderes armenios aludían al genocidio ante cualquier parlamento del mundo, las fuerzas de Ankara de inmediato iniciaban el proceso para  imponerle represalias comerciales. Sin embargo,  a pesar de las reiterativas jugadas de Turquía, Occidente  muy pocas veces asumió una posición clara frente al tema y prefirió  guardar distancia.

Occidente, actuando más por sus intereses políticos y económicos que por un compromiso moral con los armenios, no dice nada,  ya que Turquía hace parte de la OTAN y es un socios geo-estratégico en la zona. ¿Conveniencia política, hipocresía?. Llámese como se llame, ni Estados Unidos, ni Alemania u  otros países han reconocido el genocidio. Por supuesto que Rusia  lo hizo en 1915 -cuando estaba en guerra con Turquía-  y Uruguay, por esa conciencia moral que lo caracteriza, lo hizo de primero. 

Las voces de protesta y el clima a favor de los armenios crece cada vez más y  a medida que se acerca el  24 de abril. Día en el que, después de 100 años de somnolencia mundial y ceguera turca, se espera que el "genocidio los armenios" sea de una vez reconocido por todos los países del mundo, que ante semejante hecho atroz  se han dormido en los laureles, ya sea por presión política o por indiferencia.

Un acto de barbarie de este calibre debe ser repudiado por la humanidad del mismo modo como ocurrió con el pueblo judío, que a propósito celebró hace unos días los 70 años del fin de la Segunda Guerra Mundial, de la barbarie mundial. No hacer lo mismo con los armenios, sería tan deshonroso como no haberlo hecho con los judíos. Llegó la hora de reconocer "el genocidio armenio".