Una fecha memorable | El Nuevo Siglo
Jueves, 2 de Mayo de 2013

Una fecha memorable. El 3 de mayo de 2004 -Día de la Libertad de Expresión- fue la fecha escogida por el exministro Fernando  Londoño Hoyos para iniciar operaciones, en Radio Súper, con su noticiero “La Hora de la Verdad”, lo que quiere decir que esta tribuna de la veracidad, que ahora se emite por la Radio Red, de RCN, arriba hoy a sus nueve años de existencia.

Cátedra de opinión. Esta franja de las mañanas nació para brindarles a los colombianos una verdadera cátedra de opinión,  desde un invisible púlpito radial, en la calle 39 con la carrera 18,  con sesudos editoriales, dictándoles cátedra a los radioescuchas sobre cómo leer entre líneas y entender la marcha del país desde los más diversos ángulos.

Los madrugadores. La jornada diaria del exministro caldense se inicia antes de las 5 de la mañana cuando se reúne con su equipo de periodistas  para analizar, preparar y distribuir las tareas que incluyen temas nacionales, internacionales, sin que falte el consabido gran menú cargado de información útil para la nutrida audiencia sobre historia, salud, cultura, música, deportes y los secretos de la política, pero con recibo y pruebas al canto; cero amarillismo y nada de especulación.

Empresa espiritual. El doctor Londoño, con el gran apoyo de su señora Margarita y sus hijas Tatiana y Cristina y los consejos de su dignísima madre doña Melba, quien lo llama sin falta después de cada emisión de “La Hora de la Verdad”, comenzó esa gran empresa espiritual que se ha constituido en el mejor despertador del pueblo colombiano con todos estos ingredientes: la verdad sin rodeos, ni ahorros; hablando bien claro de todos los temas; enfrentando sin miedo los grandes poderes y desafíos,  sin peajes ni aduanas; con coherencia, verticalidad y fortaleza ideológica, llegando hasta exponer su propia vida por los intereses de la Patria, como ocurrió en una avenida del norte de Bogotá, cuando el narcoterrorismo trató de darle muerte, el 15 de mayo de 2012, ante la indiferencia oficial. Dolorosamente, en el repugnante episodio fueron asesinados sus dos ángeles guardianes Ricardo Rodríguez y Rosemberg Burbano.

Dios se lo pague. Nadie discute que el doctor Londoño Hoyos pone a pensar el país y que con su verbo alado les marca rumbos claros a sus oyentes en las diferentes ciudades capitales.

Quienes  hemos tenido el privilegio de formarnos periodísticamente a su lado nos beneficiamos de sus directrices; nos hemos nutrido con  su sabiduría y hasta de sus regaños, como lo fueron sus discípulos en los claustros por más de 35 años. Solo nos queda un infinito agradecimiento al Maestro de todas las jornadas; al hombre generoso y sin sombras; al profesor  que riega diariamente las semillas de su inteligencia por las ondas hertzianas del mágico mundo de las comunicaciones. Solo me queda decirle desde esta columna: doctor Londoño, muchas gracias y que Dios  lo proteja como ayer, hoy  y siempre. Dios le pague.