Una campaña de pesos pesados | El Nuevo Siglo
Domingo, 9 de Marzo de 2014

La que culmina hoy es quizá una de las campañas para Congreso más movidas y significativas desde el punto de vista político y electoral de las últimas décadas. Pese a quienes, inexplicablemente, dicen que la contienda fue aburrida, lo cierto es que la evidencia muestra todo lo contrario: la competencia por las 273 curules que estarán en juego hoy (102 de Senado, 166 de Cámara y 5 del Parlamento Andino) movilizó a los principales pesos pesados de la política en Colombia.

Por ejemplo, en pocos países se puede ver como candidato al Congreso a quien ha ocupado dos veces el solio presidencial. Mal puede tacharse de falta de picante una campaña en donde el propio expresidente Uribe volvió a la plaza pública a tratar de sumar votos para llegar al Legislativo y siendo claro para toda la opinión que está en abierta oposición al gobierno del presidente Juan Manuel Santos, en trance de reelección.

Y, como si fuera poco, Uribe no sólo se vistió de nuevo de overol electoral, sino que a mitad de campaña se arriesgó a fundar su propio partido, el Centro Democrático, tras quedarle claro que sus ideas y posturas no tenían calado alguno en La U, que se matriculó mayoritariamente con el Gobierno y la coalición de Unidad Nacional. Es más, los pocos parlamentarios uribistas en esa colectividad no pudieron salirse a tiempo y terminaron ‘amarrados’ a La U, como fue el caso de los senadores Juan Carlos Vélez y Juan Lozano, así como el representante Miguel Gómez Martínez. Ninguno de ellos se volvió a postular para repetir escaño.

Otra prueba de la batalla de pesos pesados en que se terminó convirtiendo la campaña al Congreso es que el dos veces candidato presidencial liberal, Horacio Serpa, quien ostenta las mayores votaciones de ese partido en la última década y media, volvió a la puja proselitista y es el cabeza de lista al Senado en las toldas rojas.

Y qué decir de Antonio Navarro, excandidato presidencial y expresidente -al igual que Serpa- de la constituyente del 91.  Tras un accidentado paso como Secretario de Gobierno en Bogotá, se catapultó como cabeza de Progresistas y aunque muchos lo veían a finales del año pasado como presidenciable, al final  decidió encabezar la lista al Senado de la Alianza Verde, el partido que resultó de la fusión de los Verdes y el sector petrista que se escindió del Polo.

Para seguir evidenciando cómo en esta competencia por las curules se está jugando todo el espectro político colombiano debe señalarse que la lista del Partido Conservador es liderada por el senador Roberto Gerlein, el decano de los congresistas azules y una de sus figuras más representativas de la colectividad.

Por los lados de la plancha al Senado de Cambio Radical el número uno es Carlos Fernando Galán, hijo del inmolado candidato presidencial liberal Luis Carlos Galán. Su otro hijo es el número 100 de la lista liberal, pues perdió el primer puesto con el propio Serpa. Es más, la cabeza de lista de Cambio en Bogotá es Rodrigo Lara, hijo del asesinado exministro Rodrigo Lara Bonilla.

Tampoco puede tacharse de aburrida una campaña en la que el cabeza de lista del principal partido de izquierda es el senador Jorge Enrique Robledo, sin duda uno de los congresistas más beligerantes de la última década y cuyo trabajo fiscalizador es reconocido por propios y extraños. Incluso su nombre alcanzó a sonar como posible fórmula vicepresidencial de Clara López, pero el partido prefirió dejarlo jalonando en los comicios legislativos.

Las otras facciones en carrera también han dado de qué hablar. Por ejemplo, la designación de Jimmy Chamorro al frente de la lista de La U fue todo un ‘palo’ pero era claro que se trató de una movida para atraer el voto de un sector de las iglesias cristianas y evitar que se lo llevara el uribismo.

Tampoco faltó el escándalo, que esta vez corrió por cuenta del MIRA, el movimiento cristiano de cuya líder se conoció un video en el que indicaba que las personas a las que les faltara algún miembro de su cuerpo no podían subir al púlpito, lo que dio origen a acusaciones de discriminación. Y no había terminado todo este alboroto, cuando la Fiscalía enfiló baterías contra varios de los dirigentes del Partido para establecer su incurrieron en lavado de activos.

A hoy no se sabe cuál será el impacto del escándalo sobre el MIRA a la hora de las urnas, aunque era claro que ese partido así como otras colectividades pequeñas e incluso medianas venían arrastrando desde el año pasado la alerta en torno a que podrían quedarse por fuera de la repartición de curules tras los comicios de hoy, debido al aumento del umbral electoral, que pasó del 2 al 3 por ciento, lo que implica que cada lista debe sumar, como mínimo, no menos de 420 o 430 mil votos. De allí para abajo, no sólo corren el riesgo que quedarse sin escaños, sino que pueden hasta perder la personería jurídica.

 

En lo suyo

 

Quienes han dicho que la campaña para las parlamentarias no ha tenido mucha emoción, se basan en que los candidatos no se trenzaron en fuertes debates y discusiones alrededor de propuestas e ideas. Eso es cierto,  como también lo es que en los comicios para Congreso siempre pasa lo mismo porque la contienda se torna marcadamente regional y local, en la medida en que senadores y Representantes, o quienes aspiran a serlo, se concentran en sus respectivos nichos electorales en busca de votos.

Los grandes temas nacionales quedan así, en segundo plano. Prueba de ello es que frente a los hechos impactantes en relación con la campaña presidencial, el proceso de paz con las Farc, las alteraciones del orden público, los escándalos de corrupción, las polémicas por el accionar de las Fuerzas Militares y de Policía, la crisis en Venezuela, el rifirrafe político y jurídico alrededor del alcalde Petro… los nombres de los parlamentarios que reaccionaron a cada tanto se repitieron y repitieron.

En ese orden de ideas, lo más realista es concluir que la actual campaña no fue, en materia de grandes debates sobre ideas y proyectos, ni más mala ni más buena que anteriores pujas por las curules. Se mantuvo en la misma línea, es decir, salvo aquellos aspirantes que utilizaron todos los medios posibles para tratar de impactar el voto de opinión, el de protesta, el de los excluidos por alguna razón o que trataron de abanderar determinada causa, la gran mayoría de los aspirantes a escaños se dedicaron a cazar votos en municipios y ciudades.

 

Un proceso en juego

 

Es claro que el primer mandatario Juan Manuel Santos decidió bajarle el ritmo a la campaña por la Casa de Nariño, al aplazar al máximo todos los hechos relacionados con su aspiración reeleccionista, al punto que sólo el jueves hizo su primer acto oficial como presidente-candidato, pese a que desde el año pasado ya estaban en el escenario el uribista Óscar Iván Zuluaga y Clara López, sumándose luego Marta Lucía Ramírez y ahora en carrera Aída Avella y Enrique Peñalosa.

Si bien es cierto que la contienda presidencial no se convirtió en la gran animadora de la campaña parlamentaria, es claro que el pulso por las mayorías en el Senado y la Cámara tiene a la primera como telón de fondo.

Es evidente que el uribismo busca consolidarse como fuerza política determinante con el fin de atravesársele no sólo a la perspectiva de reelección de Santos, sino volverse un elemento determinante cuando el Congreso tenga que empezar a evaluar los proyectos de ley que, en desarrollo del Marco Legal para la Paz, se presenten para aterrizar en incisos y parágrafos todo lo relacionado con un eventual acuerdo entre el Gobierno y las Farc, pues se calcula que antes de que arranque el nuevo Parlamento, el 20 de julio próximo, ya podría existir un pacto en La Habana para la terminación definitiva del conflicto.

Del mapa político resultante de los comicios de hoy dependerá, entonces, qué tan rápido o no puedan ser aprobados esos proyectos de ley o, incluso, el trámite del referendo u otro mecanismo de participación popular al que se acuda para la refrendación ciudadana de lo que se pacte con la guerrilla.

Así como es imperativo viabilizar el paquete legislativo y reglamentario al que se acudiría para traducir a un cuerpo normativo concreto todo lo que se acuerde con las Farc, también es necesario que haya unas mayorías parlamentarias que eviten que los sectores críticos o de oposición al proceso impulsen leyes y reformas constitucionales que contradigan o bloqueen la búsqueda de una salida negociada al conflicto interno.

 

Primarias presidenciales

 

En ese orden de ideas, proceso de paz, elecciones parlamentarias y contienda presidencial hacen parte de un solo eje político, ya sea para quienes son partidarios de sacar el primero adelante o los que consideran que debe abortarse todo lo avanzando hasta el momento en La Habana.

Para el uribismo el escenario ideal sería, obviamente, la posibilidad de adueñarse de no menos de una treintena de escaños en el Senado y que su candidato Zuluaga pase a segunda vuelta, con el fin de hacerle contrapeso a la fuerza de la campaña reeleccionista de Santos que, al tenor de las encuestas de los últimos dos meses, muestran que el Presidente-candidato cuadriplica a sus rivales, e incluso en algunos sondeos crece en preferencias mientras los otros candidatos retroceden o se quedan estáticos.

Ese es un escenario que se ha repetido en los sondeos, en donde los mayores altibajos se dan respecto al voto en blanco, cuyos porcentajes llegan a oscilar entre 40 y 15 por ciento, poniendo de presente que se trata todavía de un fenómeno bastante gaseoso por lo que arriesgar pronósticos sobre su inmediato futuro resulta riesgoso.

A Santos lo que más le conviene es que la Unidad Nacional (La U, Liberal, Conservador y Cambio Radical) mantenga el dominio de ambas cámaras, por lo que la sumatoria de las curules, en lo que hace a Senado, tendría que superar las 65, por lo menos. De esta forma, así el uribismo llegara a 20 escaños, le sería muy difícil cambiar el énfasis de la agenda legislativa.

Si la coalición santista se impone hoy, ese resultado impactaría de inmediato la  causa reeleccionista, pues en la psiquis del electorado tiene más viabilidad un Presidente-candidato que mantendrá, en caso de repetir mandato, el poder en el Congreso, a uno que lo pierda o se vea desde ya que tendrá una fuerte oposición en el Legislativo.

La suerte de los otros candidatos también estará en juego. Es seguro que Enrique Peñalosa ganará la consulta de la Alianza Verde, pero si lo hace con una votación baja, su segundo puesto en las encuestas presidenciales recibiría un impacto negativo. Igual ocurriría si el número de curules en Senado cae frente a las cinco que lograron los verdes en 2010.

En cuanto al Polo, se sabe que Clara López se juega mucho hoy, ya que si bien Robledo garantiza una alta votación no puede cargar todo el peso de la lista sólo, más aún tras la escisión petrista y la salida del anapismo de los Moreno, hoy presos. Juega a su favor que la otra aspirante presidencial de la izquierda, Aída Avella, no presentó una lista de la UP para Congreso, pues si lo hubiera hecho sería un mano a mano por la supremacía electoral en esta franja del espectro político.

Como se dijo al comienzo, hoy llega a su fin una campaña de verdaderos pesos y temas pesados. Hay mucho en juego, más aún si se tiene en cuenta que el mapa político que resulte hoy es una pieza clave de una estructura en donde las otras dos son la contienda presidencial y el proceso de paz.