La enorme producción de basura es un dolor de cabeza para cualquier población, pero adquiere un nivel de catástrofe en urbes como Bogotá, donde además miles de familias viven de la disposición de desechos y unos cuantos registran pingües ganancias por cuenta de la corrupción que se mueve alrededor de ese negocio.
Así que un panorama de una Bogotá donde ya no exista basura por puede ser sino música para los oídos capitalinos, aún para los recicladores que serían precisamente los encargados de aplicar el concepto de que los desechos son totalmente reutilizables.
La economía azul, concepto de Gunter Pauli, invita aprovechar al máximo los recursos disponibles de primera mano donde todo es reutilizable y el producto final está al alcance de todas las personas con múltiples beneficios económicos como generación de empleo, rentabilidad, productividad y a nivel social.
Esta propuesta cambia la percepción que los buenos artículos con el ambiente tienen un mayor costo mientras que los baratos, además de poder ser de regular o mala calidad, afectan en mayor forma a nuestro medio.
De esta forma, además de no impactar negativamente al ambiente, aprovecha y reutiliza todos los recursos y sus derivados en igualdad de condiciones de acceso para todos.
¿Cómo entender este concepto en nuestro medio? El coordinador de la Especialización en Residuos Sólidos de la Facultad de Postgrados de la Universidad EAN, ingeniero José Alejandro Martínez S., explica que “ a diferencia del concepto de economía verde, que se ha caracterizado en los últimos años por justificar la diferenciación de precios en los productos que exhiben características medioambientales positivas, la economía azul se basa en el uso de la innovación y la tecnología para lograr productos que sean tanto ambientalmente responsables como social y económicamente accesibles”.
A veces, es más sencillo entender los conceptos a través de ejemplos. Encontramos muchas marcas en el mercado norteamericano, europeo e incluso en el mercado colombiano resaltan su compromiso medioambiental y su bajo impacto al medio (por ejemplo, los llamados detergentes ecológicos ó los productos de origen orgánico) a la par que presentan un diferencial en su precio que puede estar entre un 5% y un 20% por encima de los productos “no verdes”.
Nosotros como consumidores, a sabiendas de que estamos apoyando el bienestar de todos, los compramos. Pero. ¿qué pasa con aquellas personas que no tienen la capacidad de pagar ese “sobreprecio ambiental”? ¿Acaso ellos son malos? ¿Son inconscientes? ¿O simplemente por factores de capacidad adquisitiva no pueden comprar lo que su voluntad y decisión querría comprar si su precio no fuera impedimento?
Dar el salto a implementar la economía azul permite aprovechar todos los recursos, materias primas, insumos, productos terminados para transformarlos, de forma tal que se pueden producir productos y servicios económicos, de buena calidad, y que benefician a todos los actores involucrados en términos de innovación, creatividad y sostenibilidad. Por un lado está el sector empresarial quienes pueden mejorar su aparato productivo, generar mayor número de empleos y aumentar sus ingresos y por otro lado, las personas quienes pueden acceder a bienes de consumo de buena calidad en igualdad de condiciones.
Pauli, por ejemplo, con la implementación de la economía azul ha impulsado la creación de 50.000 empleos y más de 1.500 empresas, con proyectos como el cultivo de hongos comestibles de alta calidad con desechos de café, detergentes biodegradables con restos de cáscaras de naranja o la transformación de gasolineras en estaciones de recarga para vehículos eléctricos. Pauli cree que de esta manera se cambia el modo de producción mundial, que genera grandes cantidades de basura, desempleo y crisis económicas.
En este sentido, el profesor Martínez considera que en Colombia el aprovechamiento de residuos sólidos está en un nivel muy básico, en donde no se utiliza el potencial de los insumos disponibles: los residuos orgánicos de las plazas de mercado (sólo Corabastos genera más de 350 toneladas al día) pueden ser convertidos en materia prima para extracción de aceites esenciales ó en energía eléctrica después de una fermentación.
El 64% de los residuos que se disponen en los rellenos sanitarios (que en Bogotá son más de 4.000 toneladas al día) podrían hacer parte de un proceso de aprovechamiento de biogás o de producción de biocombustibles de segunda generación.
Los residuos de industrias agropecuarias tienen el potencial de generar recuperadores de suelos para procesos de reforestación, para procesos de cultivos energéticos ó producción maderera comercial sostenible (un mercado que en Colombia se estima en más de 60 millones de dólares anuales por vías ilegales).
En fin, es un potencial solo limitado por la capacidad de innovar y de ver más allá, volviendo lo que convencionalmente son materiales de desecho como oportunidades de emprendimiento.
En su libro “Los principios de la Economía Azul”, Pauli menciona que los principios de este modelo macroeconómico están vinculados en su mayoría con las ciencias naturales así como la eficiencia de la naturaleza y sus ciclos de cambio, y otros principios básicos como que todo lo existente es reutilizable (en la economía azul la basura no existe), que la biodiversidad es fundamental para aprovechar y reutilizar, que la fuerza de la gravedad es la principal fuente de energía seguida por la energía solar, que el agua se utiliza y reutiliza para hacer de todo, y que se puede aprovechar con otros bienes comunes como el aire y el suelo.
Así mismo, sugiere trabajar en innovación, diversificación, buscar lo mejor posible, mirar los problemas como oportunidades de negocios. Todo esto para ofrecer más con menos.
La economía azul expone cien iniciativas empresariales innovadoras que pueden generar cien millones de empleos en los próximos diez años: innovaciones reales, científicamente contrastadas y económicamente viables, algunas llevadas ya a la práctica, que señalan una vía alternativa hacia un mundo mejor.