INFORME.El centro de Bogotá alberga no solamente historia, sino también lugares emblemáticos, los cuales a pesar del paso de los años, aún se mantienen vigentes en la modernidad de la ciudad. A partir de la calle 26, hasta la calle primera, en toda su extensión de carreras, la localidad de La Candelaria es el punto que ningún turista puede dejar de visitar.
Quienes pasan por la Avenida Jiménez entre carreras séptima y octava, se preguntan qué hay en los sótanos que reposan allí. Una estructura cuya fachada metálica de color negro, representa una estación del Metro, llama la atención por la imponencia de su frente, que refleja el estilo clásico de la Bogotá cachaca.
Estos sótanos fueron construidos en 1939, cuando los bogotanos aun vestían con trajes de paño, y acompañaban su pinta con sombrilla, chaleco y sombrero. Cuando se logra visitar este lugar, para muchos misterioso, se encuentra a cuatro metros bajo tierra un espectacular terreno en el que se respira arte e historia. Se trata de un espacio culturalen el que los estudiantes le dan vida al Teatro Luis Enrique Osorio, a cargo de la Universidad Distrital y su facultad de artes ASAB.
Esta edificación inicialmente fue creada como una galería comercial debajo del antiguo edificio Rufino José Cuervo. Cayó en manos del abandono y así estuvo durante varios años, hasta que más tarde fue utilizada como escuela de arte. Posteriormente fue remodelado para construir un teatro, en el que actualmente estudian y ensayan cientos de estudiantes de la Universidad Distrital, para su formación profesional como artistas.
Infortunadamente su imponente fachada pierde elegancia a causa de los grafiteros insensatos que rayan estas estructuras. Así mismo, en ocasiones sus rejas son utilizadas por los vendedores informales para colgar la mercancía que distribuyen. Sin embargo, y aunque estas situaciones se presentan externamente, su interior es tan misterioso y celosamente custodiado que pocos imaginan lo que allí se encuentra una vez se descienda por cerca de 20 escalones.
Un espacio para la formación
Un corredor de 130 metros de largo lleva a distintas aulas que en los años cuarentafueron locales comerciales. Después de un tiempo sin usar, en los años setenta, el Instituto Distrital de Cultura decidióentregar estos sótanos a las escuelas de formación artística que tenía la ciudad, para el uso formativo de las artes.
Este laboratorio permite los trabajos de investigación en torno a proyección y trabajo escénico en voz y edición de imagen. Aquí distintos grupos de la facultad trabajan en semilleros de investigación y algunos profesores tienen sus prácticas. Es un estudio de grabación de audio y vídeo que está orientado a hacer análisis de desempeño vocal y performático.
Después de que las academias de arte de la ciudad se integraron, se crea la Academia Superior de Artes –ASAB-, que es la que actualmente le da uso como espacio de formación artística y presentaciones de estudiantes en el teatro, que abre sus puertas cada vez que estos actores o músicos interpretan alguna obra.
Este túnel tiene su entrada en el costado occidental de la Jiménez y la salida por el costado oriental. Sin embargo antiguamente las cuatro esquinas de la avenida Jiménez contaban con ingreso al túnel, ahora las dos del lado norte se encuentran selladas.
Más de 600 obras u ofertas artísticas se exponen en este teatro, convirtiéndose en un escenario muy importante para la ciudad. El teatrino Gabriel Esquinas, utilizado para el público infantil, es una pequeña sala en donde se realizaban presentaciones del programa de títeres y objetos, que fue madurado con la ASAB.
Detrás del teatrino, ubicado debajo de la carrera Séptima, hay unos elementos de patrimonio industrial e histórico muy interesantes. Un interruptor de cuchillas, probablemente de los años treinta, tiene demarcados lugares que marcaron historia en Bogotá, como La Gobernación, el Hotel Granada, el Pasaje Rufino José Cuervo y el Cabaret Metropolitan, evidenciando una organización de lo que fueron los edificios que constituyeron la Avenida Jiménez en los años treinta.
Detrás del muro donde están los interruptores reposa, bajo tierra, el puente de la calle mayor, que fue la obra civil más importante de la colonia en Bogotá, ya que fue el primero que conectó el sur de la ciudad con el norte, atravesando el río San Francisco, río que fue canalizado bajo tierra debido a su gran tamaño.
Mientras en el asfalto que cubre estos sótanos, las personas caminan de un lado a otro de manera apresurada, en aquel sótano las melodías de Vivaldi, entre otros grandes de la música clásica, son interpretadas a través de los músicos y bailarines estudiantes de esta escuela, quienes aunque se preparen bajo tierra, buscan salir a flote para apuntar a lo más alto. /Con Bogotá.gov.co