Un Pilatos del sur. Una caja de jabón marca “Poncio Pilatos” le será entregada al representante a la Cámara Oscar Fernando Bravo por el falaz reportaje concedido a EL NUEVO SIGLO, en el que juró por los clavos de Cristo que era doloroso para el Partido Conservador no contar con un candidato de la divisa azul para la Gobernación de Nariño.
Rotundo mentís. El dirigente Gerardo Rosero Pérez le hizo llegar al barquero una nota en la que describe de manera palmaria la doble moral de su coterráneo, el representante Bravo.
Denuncia Rosero que fue el mismo parlamentario, nativo de La Cruz, Nariño, quien se opuso a que se le concediera el aval a Hernán Román Calderón. Además, se pregunta: ¿Será que no están a gusto con el candidato Germán Chamorro y ahora lo quieren traicionar, o acaso es una disculpa ante la inminente derrota de octubre?
Subraya que no es el momento de rasgarse las vestiduras e invita a Bravo a prepararse para el juicio que el Conservatismo y la sociedad nariñense le harán pronto.
De tumbo en tumbo. Cuando el codirector del Conservatismo Lucas Cañas le rogó a Gabriel Jaime Rico que no se retirara del Partido porque (como se lo advertimos en La Barca) cometería suicidio en primavera, el empresario persistió en su error; oyó los cantos de sirena activados desde El Ubérrimo, la hacienda de Uribe, y se quedó sin el pan y sin el queso. Lo volvieron caldo de cultivo al consumar la peor salida en falso de su vida política.
Volteretas. Rico dio la voltereta del Conservatismo, el Partido de toda subida, a la U, en donde finalmente salió derrotado en su aspiración a la Alcaldía de Medellín. Reincidente en materia de yerros, ahora vuelve y juega. Ya desesperado, se va para el movimiento de Aníbal Gaviria, pero en un acto de irresponsabilidad, dice que todo su equipo se fue, pero que él permanecerá neutral, sin votar por Gaviria. Mejor dicho: Gabriel Jaime se amaña donde no está. A Rico ya no le quedan amigos en la U, ni en el Conservatismo, ni el Partido Verde. No tiene nada para él. En Medellín se dice que su asesor político debe ser su peor enemigo.
Viejas mañas. Cuando se debatía el escándalo del Proceso 8000 en el Capitolio, del cual ya se habían adelantado las primeras investigaciones, varios congresistas reaccionaron contra el Gobierno de entonces, quejándose de que estuviera persiguiéndolos, en unos casos, y dejándolos solos, en manos de la Justicia, en otros.
Fue allí fue donde empezó a liquidarse la famosa inmunidad parlamentaria. Recordamos que fue Gustavo Espinosa, del Valle del Cauca, quien anunció en aquella convulsa época lo que sería el calvario para el Legislativo colombiano. Dijo, parodiando al tribuno José Acevedo y Gómez: “Ved los grillos y las cadenas que os esperan”. Hoy, por cuenta de las leyes preparadas por ellos mismos, están pagando condenas y ya tienen su propio Congreso, pero en La Picota.