Un país desencantado. Una decepción generalizada se palpa en todo el país tras los episodios ocurridos durante la última semana de junio.
En menos de ocho días se revivieron todos los escándalos de mayor voltaje habidos en la historia reciente de Colombia.
Por la memoria de millones de compatriotas desfilaron en vergonzosa caravana Foncolpuertos, Dragacol, Cajanal, los bancos Andino y Pacífico, los carruseles de la contratación de los Nule, la parapolítica y otros cien etcéteras.
Ayer no más, en la mitad del “Puente Emiliani”, los columnistas Ramiro Bejarano y Felipe Zuleta hicieron serios emplazamientos. El primero al Congreso, al Gobierno y a las Cortes y el segundo al alcalde de Bogotá, Gustavo Petro.
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Juicio a los acuerdos. Sin pelos en la lengua, Bejarano le hizo toda una profilaxis a los acuerdos firmados en la sombra entre los tres poderes: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, dejando la sensación de su distanciamiento definitivo de la administración Santos.
Por su parte, Zuleta emplazó a Petro a salir de la trastienda, poniéndolo en evidencia frente a hechos que comprometen seriamente su elección por la relación con los Nule y sus amigos.
Así las cosas, iniciamos esta semana abreviada con nuevos escándalos, en espera de que la erupción del Volcán del Ruíz no se convierta en una nueva cortina de humo para tapar, tapar y tapar.
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El Pomaricazo. ¿Cómo fue el ruidoso “Pomaricazo”, se preguntan algunos lectores y La Barca responde: El escándalo comenzó el 31 de diciembre de 1999 por investigaciones y seguimientos del congresista Hernando Carvalho a raíz del problema informático del Y2K. En ese momento, aparte del presidente de la Cámara y su equipo de contratistas, el único parlamentario que se hallaba trabajando el último día del año era Carvalho.
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Los contratistas. A comienzos de febrero Carvalho envió los primeros "Derechos de petición" a la Cámara para que le explicaran porqué las largas filas de "contratistas" el último día del año, pidiendo la relación de contratos para iniciar el debate político, en el que exigió la renuncia de Pomárico, en cuyo empeño lo acompañaron los representantes a la cámara de entonces Antonio Navarro y Gustavo Petro. La gran prensa terció en el debate; Pomarico se aferró al cargo, pero al final tuvo que renunciar el 25 de marzo de 2000 y fue condenado a 12 años en los extramuros de La Picota.
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Sale del país. Carvalho salió del país con su familia por un tiempo, cuando pidió la revocatoria del Congreso. Frente al malestar generalizado, el presidente Pastrana llegó a considerar el cierre. Como el liberalismo tenía las mayorías, Horacio Serpa se opuso adornando con un moño la iniciativa y en una "memorable" monserga de trapo rojo, en Palmira, se habló hasta de tumbar el gobierno, frustrando así el sentir popular y de carambola fracturar su dinámica con proceso de paz que incluía la entrada, en el nuevo parlamento, de los alzados en armas como se había pactado con “Tiro Fijo”, en caso de llegarse a un acuerdo definitivo.