Las cifras son dicientes por sí solas: en Colombia, según la Encuesta del DANE sobre Calidad de Vida de 2012, el 31,7 por ciento de los hogares posee bicicleta, esto equivale a 4,1 millones de hogares. Y el 34,3 por ciento de los hogares de las cabeceras tiene bicicleta frente a 22,6 por ciento en el resto del país. Porcentajes bastante altos si se tiene en cuenta que otras estadísticas señalan que sólo el 13,7 por ciento de los hogares colombianos son dueños de automóvil. Más datos clave: de acuerdo con la Encuesta de Percepción Ciudadana 2014 del programa “Bogotá Cómo Vamos”, en la capital del país solo el 6 por ciento de los habitantes usó como medio principal de transporte la bicicleta, en tanto que un 8 por ciento usó vehículo particular para desplazarse por la ciudad. Ello a pesar de que la tenencia de bicicleta es 10 por ciento más alta que la del carro particular. No menos importante es que Colombia cuenta con uno de los sistemas de ciclorrutas más extenso del continente, estando a la cabeza la capital del país.
Todos estos datos estaban contenidos en la sustentación de motivos del proyecto de ley que el Congreso aprobó para incentivar el uso de la bicicleta y que entró a regir la semana pasada tras su respectiva sanción presidencial. La norma parte de la base de considerar que este es uno de los medios de transporte más rápidos y competitivos, sobre todo a nivel urbano. Incluso los impulsores del proyecto recalcaron que la velocidad promedio de las bicicletas ronda los 16,4 kilómetros por hora. A ello se suma que las bicicletas son el segundo medio de transporte que menos espacio requiere por persona para transitar en las ciudades, al tiempo que es uno de los más baratos en materia de costos e inversión individual y de infraestructura pública. De igual manera, su uso masivo es considerado una de las alternativas más eficaces para disminuir la contaminación por dióxido de carbono y ruido en las grandes ciudades. En materia de beneficios para la salud, estos son múltiples al garantizar un ejercitamiento diario, algo clave más aún si se tiene en cuenta que una de las ‘plagas’ del siglo XXI es, precisamente, el sedentarismo y todas las secuelas asociadas. Por último, el mayor uso de la bicicleta como medio de transporte diario disminuye el caos vehicular, mejora la movilidad vial y tiene impactos muy positivos en la calidad de vida de todos los habitantes.
De allí la importancia de la ley sancionada esta última semana, con el objetivo de incentivar el uso de este vehículo. Para ello se establece, por ejemplo, que todos los usuarios de los sistemas integrados de transporte masivo, públicos, estratégicos, locales o regionales, que accedan a los mismos en bicicleta, recibirán un pasaje abonado por cada 30 veces que validen el uso de los respectivos biciparqueaderos. También se estimulará la instalación y utilización de portabicicletas en todos los medios de transporte público terrestre, al tiempo que habrá protocolos para permitir el ascenso de las mismas dentro de las cabinas de estos vehículos. Igualmente se promoverá la construcción de esquemas de estacionamientos adecuados, seguros y ajustados periódicamente a la demanda de bicicletas. A ello se suma que los funcionarios públicos recibirán medio día laboral libre remunerado por cada 30 veces que certifiquen haber llegado a trabajar en bicicleta. Aunque no es obligación para la empresa privada, se espera que también incentive a sus empleados para usar este vehículo. La nueva ley también establece que en un plazo no superior a dos años, las entidades públicas del orden nacional, departamental y municipal establecerán esquemas de estacionamientos destinando a las bicicletas como mínimo el 10 por ciento de los cupos destinados a vehículos automotores. Por ley, igualmente, el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, antes de cumplirse el año, debe implementar un programa que incentive la producción y la adquisición de bicicletas en todo el territorio nacional.
Lo importante aquí es que la ley no se quede en el papel. Las ventajas desde el punto de vista ambiental, económico, social, de movilidad y para la salud del uso de las bicicletas se conocen desde hace mucho tiempo, sin embargo aún no se ha generalizado como medio de transporte urbano en los porcentajes que se requieren. Ahora los incentivos son más reales y tangibles. Manos a la obra.