Ucrania trataba de formar un nuevo gobierno proocidental tras el anuncio de la dimisión del primer ministro Arseni Yatseniuk después de un mes de crisis política que ha paralizado el trabajo del ejecutivo.
El futuro jefe de gobierno heredará una situación complicada con la cuestión no resuelta del Donbass, el este de Ucrania bajo control de los separatistas prorrusos, y por una crisis económica aguda agravada por el deterioro de las relaciones con Rusia, primer socio comercial de Ucrania.
Muy criticado por no acometer las reformas económicas y políticas prometidas y acusado de defender los intereses de los oligarcas, Yatseniuk anunció el domingo su dimisión con una declaración televisada. Su partida deberá ser aprobada el martes por el parlamento ucraniano.
El candidato con más posibilidades de sucederlo es el presidente de esa cámara, Volodymyr Groisman.
"Espero que sea el señor Groisman pero trabajaré con cualquier primer ministro, declaró el domingo el presidente Petro Poroshenko, que había pedido activamente la dimisión de Yatseniuk.
Groisman, que en el pasado ya mostró su disposición a ocupar ese cargo, celebró la decisión de Yatseniuk: "Ha sido un gesto reflexionado y digno, difícil sin duda, pero que merece respeto", aseguró, según la agencia Interfax-Ucrania.
El presidente del Parlamento llamó a formar una nueva coalición en el Parlamento "capaz de formar un nuevo gobierno reformista y de elegir un primer ministro".
Según los expertos y los medios ucranianos, uno de los mayores cambios en el nuevo ejecutivo podría venir con la salida de la ministra de Finanzas de origen estadounidense Natalie Jaresko.
La dimisión de Yatseniuk, de 41 años, se produce tras semanas de malestar en Ucrania por las insuficientes reformas acometidas y por varios escándalos de corrupción que afectaban a su entorno. Hace menos de dos meses superó una moción de censura en el Parlamento.
Designado al cargo hace dos años, a raíz del éxito del movimiento proeuropeo de Maidan, Yatseniuk fue durante un tiempo muy apreciado por Occidente. Pero con apenas 8% de aprobación en los sondeos, la coalición que formaba con el presidente Petro Poroshenko estaba muy fragilizada. En febrero 2016 el jefe de Estado empezó a pedir su dimisión.