Trump y Sanders, los extremos se llevaron New Hampshire | El Nuevo Siglo
Miércoles, 10 de Febrero de 2016

 El polémico magnate y el contestatario socialista arrollaron gracias a discursos radicales que tuvieron una enorme acogida en ese estado del norte. Mientras tanto,  Clinton vivió una dolorosa derrota. Los demás republicanos pelearon como niños por el segundo lugar; lo ganó Kasich, una nueva cara.

 

Los extremos o los “outsiders”, como se quieran llamar, fueron los grandes ganadores en las Primarias de New Hampshire. Ejemplificados en dos candidatos: Sanders, del lado demócrata, y Trump, del republicano, arrasaron en los comicios de sus respectivos partidos, demostrando que los votantes se están inclinando por los discursos anti-establecimiento, anti-política. Por el momento la certeza que queda es que en Estados Unidos la gente quiere un cambio radical,  bien sea bajo la égida del socialismo o del populismo de derecha.

 

El confeso socialista y líder de una “revolución política”, Bernie Sanders consiguió el 59% de los votos demócratas, sacándole una ventaja abismal a la exsecretaria de estado, Hillary Clinton, que sufrió un revés en su aspiración presidencial con un 38,7%.

 

El “anti-Wall Street” logró el apoyo de diferentes sectores independientes como los jóvenes, donde obtuvo el 93%, e, incluso, se llevó la mayoría de votos de las mujeres, evidenciando que su rival pese a ser mujer, no cuenta con la garantía absoluta de llevarse el espaldarazo de este grupo poblacional.

 

Donald Trump, en la orilla republicana, reconfirmó las encuestas: arrasó en New Hampshire. Con una ilustre campaña y la movilización de innumerables votantes, el polémico multimillonario cada minuto subía como un cohete sin destino en las votaciones. Veía desde un pedestal cómo los candidatos del denominado “establecimiento” se robaban votos, se miraban de reojo y, al final, Kasich, Cruz, Bush y Rubio terminaban cerca, muy cerca entre ellos, y muy lejos de él.

 

La noche de Bernie

 

Sanders se está convirtiendo en un fenómeno. Su fecunda sinceridad y sus críticas tangenciales contra las especulaciones de Wall Street lo convierten en un hombre que genera una profunda admiración en sus seguidores y un notable desespero en sus adversarios.

 

De hecho Clinton, su única y poderosa contrincante, “se ha salido de las ropas” las últimas semanas ante la lluvia de cuestionamientos que Sanders formuló sobre su campaña por la financiación que recibió por parte de grupos económicos con sede en Nueva York,  como Goldman Sachs.

 

Criticar, poner en evidencia y mostrarse como el adalid de la moral, hacen de Sanders un candidato imbatible cuando se une con el clamor de los jóvenes. Pero él no sólo despierta pasión en la juventud. Ante todo es un candidato que cataliza molestias y rivaliza con los culpables de la crisis de 2008, jalonando masas en todas las generaciones.

 

Sanders es el candidato de la indignación. Y en Estados Unidos, como en el resto del mundo, hay muchos indignados. "La gente de New Hampshire ha enviado un profundo mensaje al 'establishment' político", dijo Sanders, de 74 años, "La gente quiere un verdadero cambio", agregó, mostrando que la denominada “revolución política” es algo palpable, real, que cuenta con masas que apoyan, donan dinero y contribuyen a favor de su campaña.

 

Trump arrolla,  los demás pelean

 

La otra estrella de la noche fue Donald Trump, un rol tan común en su diario vivir como multimillonario, que se le enredaba cuando cumplía su función como aspirante a la Casa Blanca. En New Hampshire confirmó que es un rock star tanto en la política como en los negocios.

 

Acompañado de los Beatles y sus hijos, que por cierto son más de cinco, el polémico magnate pisó el escenario vivaz y alegre  y presentó un discurso alegando la grandeza de Estados Unidos como fundamento de su campaña, ante la “pésima” gestión de Barack Obama.

 

El mismo Trump en su discurso se definió como “el presidente más grande del empleo que Dios haya creado", prometiendo que va ser un revolucionario del empleo, puesto que Estados Unidos rosa, según él, cifras de desempleo entre 20 y 30%, aunque los datos oficiales hablen del 5%.

 

Reconfirmando sus posturas radicales en materias de migrantes y de política exterior, el magnate sostuvo que si es presidente a Estados Unidos se le "va a respetar de nuevo", alegando que su antecesor ha tenido una política “suave” frente a las drogas, las fronteras y los países que nos respetan al suyo en el plano económico, político y militar.

 

De ahí que efusivamente criticara a países como Japón o China que se lucran a costa de Norteamérica, sin dejar ningún redito en el país. Y confirmara que su política militar sería expansionista, invadiendo abiertamente al Medio Oriente. Porque, como dice el magnate, “Estados Unidos ha fracasado” en las últimas guerras.

 

Clinton tambalea, surge nueva cara republicana

 

La exsecretaria de Estado no repitió la victoria de 2008 en New Hampshire cuando le ganó a Obama. Esta vez se cruzó con un contrincante más efusivo y menos conciliador. Pero el interrogante de fondo gira en torno a si esta fue una simple derrota en un estado abiertamente “libertario” o, en realidad, sí existe una falla estructural en su imagen y lo que le produce al votante.

 

Clinton sigue punteando en las encuestas pero no despega. Ayer perdió en New Hampshire y hace una semana casi pierde en Iowa. Incluso miembros de la campaña de Sanders aseguran que ganaron allá. Es probable que su imagen de candidata del establecimiento le esté jugando una mala pasada ante el contestatario discurso de su rival. Como se ha dicho, en estas elecciones, la política tradicional ha sido la gran damnificada, por ende,  aquellos que la representan.

 

Por el momento Clinton no ha sido exclusivamente su única víctima. En realidad los mayores damnificados han pertenecido al Partido Republicano, encabezados por Jeb Bush y otros de sus copartidarios. John Kasich, sin embargo, otro de los candidatos del “establecimiento republicano”, logró un memorable segundo lugar, saliendo de las tinieblas electorales.

 

Tranquilo, adusto y con una carrera intachable como gobernador de Ohio, Kasich fue la gran sorpresa cuando pasó a sus rivales, Cruz y Bush, quedando detrás de Trump. Su importante triunfo demostró el fraccionamiento al interior del “establecimiento” republicano, que dividido en múltiples candidatos, enfrenta los “outsiders”, Trump y Cruz, este último respaldado por el Tea Party y los evangélicos.

 

Al final se libró una batalla más de las muchas que quedan en este largo camino por la nominación partidista en Estados Unidos, donde tanto en el partido republicano como en el demócrata se confirmaron los extremos, en detrimento de las políticas de centro representadas en su mayoría por candidatos del establecimiento.