Trump siguió protocolo y visitó a Obama | El Nuevo Siglo
Foto Agence France Press
Jueves, 10 de Noviembre de 2016
Redacción internacional

Fueron más de 90 minutos en los que Donald Trump, presidente electo de Estados Unidos, y Barack Obama, saliente mandatario, hablaron de su país, que será gobernado por el republicano a partir del 20 de enero.

Tratando de esquivar las cámaras, Trump ingresó  a la Casa Blanca por la entrada South Lawn, según The Washington Post. Ese flash que tanto le ayudó durante la campaña presidencial, ahora, al fungir como presidente electo, intenta evitarlo. En sólo dos días, el republicano ha cambiado su comportamiento: se ve más serio, más adusto. Pero para muchos aún le falta, o siempre le faltará, esa solemnidad tan característica de los presidentes de Estados Unidos.

Una hora y media después, tras puertas cerradas y el rigor confidencial de una reunión de este tipo, los fotógrafos entraron a la sala donde estaban sentados los protagonistas. Al respaldo de ellos, un cuadro de George Washington dominaba el ambiente. Son tiempos distintos, ¿o no, padre fundador?

Tanto Trump como Obama posaban de la misma manera: con los codos y brazos extendidos sobre sus piernas y sus manos unidas, como símbolo de seriedad. La imagen, en especial la del republicano, era diferente a sus gestos habituales en campaña. Él casi siempre salía de pie y, con su dedo, señalaba al público, a una persona, a su familia. “Tú vas a ser parte de la historia”, solía decir. Electo, se sienta y no señala.

La victoria del republicano fue tan inesperada, que los encargados en la Casa Blanca no alcanzaron a poner los arreglos con los que George W. Bush, y su esposa Laura, en 2008, cuando recibieron a Obama y su esposa Michelle. O, intencionalmente, no prepararon el protocolo, situación que quedó desvirtuada ante las amistosas declaraciones de los protagonistas tras el encuentro.

Una vieja tradición

Unas semanas atrás, la foto entre Donald Trump y Barack Obama parecía improbable. Los sondeos eran favorables a Hillary Clinton y la enemistad entre ambos era muy marcada, en especial, por las declaraciones del republicano que sugirió que el presidente no era ciudadano norteamericano, en 2014.

Pero Estados Unidos es un país de tradiciones. Como su sistema electoral, tan único y complejo, el presidente saliente tiene que recibir al electo, sea quien sea. La primera vez fue cuando Harry Truman recibió a Dwight Eisenhower;  no se podían soportar, sus diferencias eran más marcadas que las de los actuales protagonistas. Sin embargo, se sentaron. Ahí empezó el tradicional diálogo de empalme, cuenta la revista TIME.

Unos años después, Richard Nixon se enfrentó a Lyndon Johnson que buscaba su reelección. En el marco de la campaña el mandatario acusó al candidato republicano, Nixon, de dañar las conversaciones de paz en Vietnam, que se habían desarrollado durante su gobierno. Al final, el aspirante del Partido Republicano ganó las elecciones de 1968, sepultando las aspiraciones de Johnson, quien, sin embargo, lo recibió en la oficina “oval”.

Sucesivamente se fueron dando los empalmes: Carter- Reagan, Bush- Clinton. Incluso, cuando Barack Obama rompió el sistema político y ganó las elecciones convirtiéndose en el primer presidente afroamericano, fue recibido por George W. Bush, que convocó al club de presidentes para recibirlos: Carter, Clinton. Todos ellos, sin excepción alguna, le dijeron “queremos que tengas éxito”, contó Obama.

Plena cooperación

Al conocer la victoria de Trump, Obama prometió la “plana de cooperación” de su administración con el equipo de transición del presidente electo, teniendo en cuenta la relación que tuvo con el grupo de empalme de George W. Bush hace ocho años.

La relación entre ambos se había vuelto tensa de nuevo luego de la entrada de Obama en la  campaña de Hillary Clinton. En medio de la maratónica campaña, el saliente presidente calificó al magnate de “temperamentalmente inadecuado” para manejar Estados Unidos.

Pero ayer, tras salir de la reunión, anunció “"ahora estamos todos enraizando por su éxito en unir y dirigir el país. La transición pacífica del poder es una de las características de nuestra democracia. Y en los próximos meses, le vamos a mostrar eso al mundo”, espetó Obama, en un tono amistoso.

No hubo declaraciones políticamente incorrectas, característica que marcó esta campaña presidencial. Obama, por el contrario, dijo que tuvieron “una excelente conversación”, mientras que Trump calificó al presidente “de muy buen tipo”, para calmar el tenso ambiente que existía alrededor de la reunión.

Más allá de la reunión entre Trump y Obama, se sabe que el gobierno del republicano va ser totalmente distinto al de su antecesor. El presidente electo, por ejemplo, prometió derogar la ley de salud, principal bandera del gobierno del demócrata. Como esta,  otras muchas políticas seguramente serán eliminadas. Pero luego de dos años el tono, por fin, cambio: se nota que ya terminó la campaña presidencial.