CUANDO el 16 de junio del año pasado Donald Trump anunció, a través de Periscope, que estaba “oficialmente en la carrera por la Presidencia de Estados Unidos”, nadie -salvo su círculo más cercano- apostaba un centavo por ese sueño americano.
Por su inexperiencia política, su fuerte carácter y una lengua “indomable” y su exposición mediática entre realities y concursos de belleza, era visto más como un personaje caricaturesco que pronto se ‘quemaría’ en una larga contienda por la nominación presidencial que apenas comenzaba.
Aun así, contra todos los pronósticos e incluso la oposición de amplios sectores de su propio partido, el Republicano, Trump inició una campaña inédita y sin cuartel. Así, con el pasar de los días, las semanas y los meses fue dejando de lado a sus competidores por el tiquete presidencial, entre ellos a un peso pesado como Jeb Bush. Sin dejarse amilanar por los ataques y las controversias creadas por sus polémicas declaraciones y su larga trayectoria de negocios, siguió adelante hasta quedar en solitario y ungirse como el “elegido” meses antes de la convención partidista de julio pasado.
De esta forma, tras muchos meses de ser blanco de fuertes críticas y reproches de toda índole, el magnate pasó de ser el presentador de “El Aprendiz” a un incontenible huracán político que, parodiando ese exitoso reality show, esta madrugada con su incuestionable triunfo electoral pudo decir a su rival demócrata, Hillary Clinton, “estás despedida”.
Impulsivo, excesivo y con un ego desbordante, Trump, a sus 70 años, desafió todos los pronósticos y se convirtió en un inédito fenómeno político pese a su inexperiencia en materia electoral y proselitista.
Con discursos agrios que impactaron en las frustraciones e inseguridades de los estadounidenses en un mundo en mutación, el magnate republicano se convirtió poco a poco en la voz del cambio para millones de ellos. Así, pese a los altibajos de las encuestas, sorprendió esta madrugada a su país y al mundo con una victoria que lo convierte en el primer “outsider” en llegar a la Casa Blanca.
El magnate hizo estallar el establecimiento del Partido Republicano, el mismo al que señaló de ser incapaz de comprender a sus electores. Con su triunfo anoche puso fin a las dinastías políticas que habían dominado el escenario en las últimas décadas: las Bush y las Clinton. Para ello tuvo que generar una inédita división entre sus copartidarios, al punto que sólo unos cuantos de sus líderes o figuras más representativas se decidieron por acompañarlo hasta el final.
Antes de junio de 2015, Trump era conocido como un empresario, pero sobre todo por su inmensa fortuna, sus hoteles de lujo, campos de golf y casinos que llevan su nombre. También por sus divorcios, su perfil farandulero y por ser la estrella de "El Aprendiz", lo que hizo que su cara quedara grabada en la retina de casi todos los estadounidenses.
Imprevisible y provocador
Tras su decisión de irrumpir en la carrera por la investidura republicana, Trump demostró ser un animal político, un millonario héroe improbable de la clase trabajadora, prometiendo "devolver a Estados Unidos su grandeza".
Lo hizo porque demostró que se atreve a decir de todo, realmente de todo. Denuncia un sistema político "manipulado", acusa a funcionarios de "corruptos" y en su opinión los medios "envenenan el espíritu de los estadounidenses"…
Ofrece soluciones simples a problemas complejos: para detener la inmigración clandestina quiere construir un muro en la frontera mexicana, pagado por esa nación. Habla de expulsar a los 11 millones de indocumentados, en su mayoría latinoamericanos. Y promete devolver empleos a Estados Unidos renegociando acuerdos comerciales internacionales.
Para prevenir ataques, defiende la prohibición de entrada al país de inmigrantes provenientes de naciones con "una historia probada de terrorismo", aunque antes dijo que rechazaría a todos los musulmanes.
Es arrogante, carismático, rudo y a veces simpático. Y a pesar de que se mostró incómodo e inseguro en los tres debates presidenciales, sus seguidores creyeron en él y así lo manifestaron en las urnas, pese a que hace tres semanas ya se daba por seguro el triunfo de Clinton.
Al final se evidenció que a Trump -que desembolsó 56 millones de dólares de fondos propios para financiar su campaña- la opinión pública le creyó más, sobre todo frente a una desgastada Hillary Clinton, muy cercana a Wall Street, al establecimiento político y a menudo muy odiada.
Y aunque durante la campaña fue reiteradamente criticado por sus frases y posturas desobligantes frente a las mujeres, musulmanes, latinos, negritudes, veteranos y otros grupos, las posteriores aclaraciones sobre el alcance de sus palabras parecieron dar resultado, como lo demostraron ayer las urnas.
Evidenció Trump que con un discurso básico y directo logró impactar la sensibilidad de esos millones de votantes que durante los ocho años de gobierno demócrata vieron como sus condiciones de vida se estancaron o desmejoraron.
Una vida de lujo
Al margen de su perfil político, la vida privada del presidente electo de EU ha estado llena de cambios. Su esposa Melania, una exmodelo eslovena de 46 años, se ocupa de criar a Barron, el hijo de ambos que ahora tiene 10 años, lejos de los focos y la atención pública.
La pareja vive en un penthouse triple en la cúspide la torre Trump en Manhattan -un verdadero mini Versalles- y se desplaza en un Boeing 757 privado, con su apellido estampado en letras gigantes, el mismo que suele servir de fondo en sus mítines.
Sus hijos mayores, Ivanka, Donald Jr, Eric y Tiffany, son sus principales pilares. Todos se involucraron al máximo en la campaña de su padre, a quien han defendido hasta la saciedad.
Con su característica melena rubia, impecablemente vestido, el nuevo titular de la Casa Blanca despertó tanto fascinación como temor. Fueron muchos, desde personajes políticos hasta de la farándula, los que dijeron que un Trump presidente era un escenario tan impensable como poco probable. Pero hoy esa que muchísimos tildaron de “pesadilla” por el carácter del magnate y su falta de experiencia política, es un hoy una realidad: es el presidente número 45 de Estados Unidos.
Recibió todos los ataques y de todos los calibres. Cuando empezó a descollar como el nuevo fenómeno político en EU, sus detractores recordaron que su coherencia política era dudosa, ya que fue demócrata hasta 1987, luego republicano (1987-1999), miembro del partido de la Reforma (1999-2001), demócrata otra vez (2001-2009) y nuevamente republicano.
Nacido en Nueva York, es el cuarto de cinco hijos de un promotor inmobiliario neoyorquino. Temprano fue enviado a una escuela militar para intentar calmar su temperamento volcánico.
Tras estudiar negocios, se unió a la empresa familiar. Su padre lo ayudó con lo que Trump denominó "un pequeño préstamo de un millón de dólares". Tomó el control del negocio familiar en 1971 e impuso su sello. Si su padre construía apartamentos para la clase media, él prefirió las torres de lujo, los hoteles-casinos y los campos de golf, de Manhattan a Bombay.
Donald Trump es además, es un apasionado del espectáculo: le encanta la lucha libre y hasta 2015 fue copropietario de los concursos Miss Universo y Miss Estados Unidos. De 2004 a 2015 animó "El Aprendiz”.
Trump ha asegurado dice que tiene un programa "fenomenal" para sus primeros 100 días. Muchos son incrédulos, tal cual lo fueron con su posibilidad de hacerse inquilino de la Casa Blanca, a la cual llegará el próximo 20 de enero para quedarse por cuatro años o incluso ocho, según lo insinuó anoche en su discurso triunfal. Sin lugar a dudas, una sorprendente nueva era se inicia en el Salón Oval y el escenario político de Estados Unidos se partió en dos a partir de este sorpresivo timonel de la primera potencia mundial.