La coalición que ha sustentado políticamente al gobierno Santos está ajustando tres años de creación. Aunque empezó a confeccionarse tras la primera vuelta presidencial en 2010, cuando el entonces candidato Juan Manuel Santos allanó la vía de las alianzas y los acuerdos con los partidos que no pasaron a la segunda y definitiva ronda de los comicios para escoger al sucesor de Álvaro Uribe, lo cierto es que sólo después del 18 de junio de ese año, cuando el ex ministro de Defensa se impuso claramente a su rival Antanas Mockus, se dio el banderazo definitivo para apuntalar las bases de la llamada Unidad Nacional.
La entrada al gabinete de líderes como Juan Camilo Restrepo o Germán Vargas Lleras, que marcaron el comienzo del distanciamiento entre Santos y Uribe, así como los acuerdos entre las bancadas del Congreso para definir la rotación de las mesas directivas de Senado y Cámara durante el cuatrienio, fueron algo así como la cuota inicial de la coalición que, en esa primera versión sumaba más del 80 por ciento de los escaños parlamentarios, puesto que la componían los partidos de La U, Conservador, Liberal y Cambio Radical.
Es claro que fue, precisamente, el funcionamiento de la Unidad Nacional lo que le permitió al Gobierno sacar en su primer año una serie de proyectos clave para la implementación de su programa, especialmente temas bandera como la Ley de Reparación a Víctimas de la Violencia y Restitución de Tierras.
Dos y tres…
Ya en el segundo periodo legislativo del cuatrienio, pese a algunas fisuras internas, lo cierto es que la coalición volvió a funcionar y fue clave para sacar avante reformas como las del Sistema Nacional de Regalías, sin duda una de las leyes más importantes del cuatrienio, así como los cambios en el fuero militar.
Sin embargo, esa legislatura no terminó de la mejor manera puesto que al final -junio de 2012- vino la debacle de la reforma a la justicia, una iniciativa que el Gobierno abanderó hasta el último momento e incluso le pidió a la Unidad Nacional que la votara en último debate y tras una polémica conciliación en la que se coló más de unmico.
Como se recuerda, la aprobación de la reforma generó un escándalo de marca mayor, pues lesionaba los intereses de la Rama Judicial y establecía una serie de flexibilidades para el juzgamiento de los altos funcionarios aforados. Fue tanta la controversia nacional que la Casa de Nariño se vio obligada a darle la espalda al acto legislativo, anunciar que lo objetaría y convocar a sesiones extraordinarias con ese fin… Si bien la reforma se hundió, el Congreso, sobre todo la coalición, se sintió traicionado, pues le cayó toda el agua sucia, aunque Santos se descolgó en las encuestas y tuvo que sacrificar al Ministro de Justicia.
Pese a ello, lo cierto es que para la tercera legislatura la coalición volvió a funcionar en los momentos más decisivos, aunque durante varios lapsos fue evidente que las bancadas gobiernistas se le frenaron a la Casa de Nariño ¿Los motivos? Varios, desde presiones por cuotas burocráticas, ‘rebeliones’ políticas coyunturales y hasta posiciones doctrinarias particulares de cada colectividad, en las que no se aceptó subordinarse a las directrices presidenciales.
Sin embargo, en el periodo parlamentario que acaba de finalizar el Ejecutivo logró la aprobación de proyectos bandera como la reglamentación del fuero militar, el marco jurídico para el programa de las 100 mil casas gratis y la ley estatutaria de salud, entre otras.
¿Y ahora?
La coalición de Unidad Nacional llega a la última legislatura del mandato Santos con desgaste, pero no dividida. Es más, después de haber sumado el año pasado al Partido Verde y tener algunos acercamientos o pactos no escritos con la bancada del PIN, lo cierto es que el Gobierno, pese a todos los roces con las bancadas y la tempranera campaña electoral, así como los intentos infructuosos del uribismo por romper la coalición, tiene hoy por hoy el control de más del 90 por ciento de las curules.
En la agenda de esta última legislatura están proyectos tan complejos como la reforma al sistema de salud (a través del proyecto de ley ordinaria) y la anunciada reforma al sistema pensional, entre otros temas clave.
Sin embargo, establecer qué puede pasar con la Unidad Nacional en este último periodo es muy difícil, pues es claro que la cohesión o división de la alianza multipartidista dependerá de la evolución de dos temas clave. De un lado, la campaña reeleccionista del presidente Santos y la capacidad que éste demuestre para lograr el respaldo de la coalición a la búsqueda de un segundo mandato. Y de otra parte, lo que pase con el proceso de paz que se está negociando con el Gobierno en La Habana, que se supone debe tener un corte de cuentas definitivo hacia noviembre.
La campaña electoral al Congreso no pesará tanto, pues obvio que salvo los matices programáticos y banderas particulares de cada partido, al final de cuentas todos los candidatos tendrán como marco de acción proselitista el continuismo político.