Al comienzo parecía una simple queja de unos cuantos diputados euroescépticos que no habían superado la nostalgia de un imperio que fue. Pero con la crisis de la zona euro, la idea de un Gran Bretaña por fuera de la Unión Europea (EU) dejó de ser una propuesta descabellada y comenzó a materializarse en un conjunto de peticiones presentadas por el mismo David Cameron, primer ministro de Inglaterra.
Desde mediados de 2015 Gran Bretaña lidera un iniciativa conocida como “Brexit” (British exit), que busca la salida de la UE, en caso de que no se adopten reformas frente a la inmigración, el comercio, los puestos de trabajos y la posición de la zona euro en el mundo. Según una encuesta del diario londinense, The Guardian, la mayoría de los ingleses apoyan la salida de su país de la zona euro en razón del débil comercio y la inversión que genera. Pero como en todo, hay quienes sostienen que permanecer en el bloque permite una Inglaterra más próspera con mayores posibilidades comerciales.
Bajo la amenaza de un referendo que tendrá como objeto consultar a los ingleses sobre su permanencia en la UE, esta semana Gran Bretaña tendrá reuniones con líderes del bloque para impedir que el Brexit se haga realidad. Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, presentó un preacuerdo el 2 de febrero en el que incluyó una parte importante de las peticiones inglesas.
Tras conocerse el contenido de aquel preacuerdo, Francia se opuso reiteradamente a varios puntos, en particular, frente aquel que permitiría que los países que no hayan adoptado el euro como moneda única tengan capacidad de veto en el bloque. Se sabe, por el momento, que el texto será estudiado por los máximo líderes europeos durante esta semana, aunque su contenido aún no ha sido publicado.
A qué se debe el Brexit
David Cameron se convirtió en un catalizador de molestias. Su reelección como primer ministro le costó ceder frente algunos opositores que lo pusieron contra la pared durante su campaña para reelegirse. El partido UKIP liderado por Nigel Farage, conocido por sus posturas antinmigrantes y antieuropa, le quitó votos a los conservadores de Cameron, quien se ha visto en la necesidad de responder a sus demandas con tal de mantener la unidad de la derecha.
Según algunos medios locales, la petición del UKIP de dejar al bloque europeo no concuerda con la realidad económica de Gran Bretaña. La revista The Economist estimó que el comercio de la isla con los países europeos creció de manera considerables desde 1973 cuando se unió al bloque. Pese a la desaceleración económica que experimenta el continente, 51%de los bienes y 45% de los servicios británicos son destinados al continente, convirtiéndose en su principal socio comercial.
Según John Sprinfield, analistas del Centro para la Reforma Europea en consulta con la revista, el comercio de Gran Bretaña con la UE fue 55% mayor de lo que hubiese sido si no se mantenía en el bloque. Los euroescépticos, sin embargo, se amparan en los altos costos de regulación en la UE, que corresponden a unos de los mayores rubros que el estado debe asumir. Conforme a su propuesta, formulan que la isla incrementaría sus ingresos al no tener que invertir en costos de regulación.
Pero el argumento se cae cuando se compara con la realidad de otros países. Según la OCDE, Inglaterra es de los países menos regulados, situación que pone de presente que las normas comerciales quizá no son las culpables de las molestias euroescépticas. Además, si la isla efectivamente se sale del bloque europeo, muy seguramente le tocaría ceñirse a la mayoría de normas para comerciar con ella, así que la llamada autonomía económica tampoco se haría realidad.
De hecho, Gran Bretaña ha sido uno de los mayores impulsadores del bloque y éste ha sido el principal gestor de su boyante economía. Las políticas agrícolas y pesqueras, por ejemplo, han sido presentadas por la isla, logrando el uso de menos residuos en sus prácticas. Incluso, dado su tradición económica basada en el libre comercio, ha sido una de los mayores defensores del libre comercio entre los 28 miembros de la comunidad.
Existen variados caminos. Gran Bretaña durante las negociaciones con la UE puede llegar a diferentes consensos. Podría copiar a Turquía con una unión aduanera o firmar un acuerdo de libre comercio, siempre y cuando se salga del bloque. También tendría la posibilidad de seguir el modelo Suiza, miembro de la Asociación Europea de Libre Cambio (AELC), cuyo objetivo es agrupar a los países que no quieren ser parte del UE. Pero los helvéticos, como resalta The Economist, por debajo de cuerda han firmado más de 120 acuerdos con la UE, 20 grandes y los demás pequeños, demostrando de nuevo que la autonomía económica frente a Europa es casi imposible.
Esta semana será crucial para las aspiraciones británicas. Como se ha dicho, la UE está dispuesta a negociar un acuerdo especial con la isla, siempre y cuando no incluya temas como el derecho al veto, entre otros. Francia y Alemania, principales líderes del bloque, no permitirán que se negocia más de lo que se puede: Migrantes, algo de autonomía comercial.
Pero detrás de estas tensas negociaciones persiste la amenaza de un referendo que hasta ahora no tienen fecha para realizarse. El interrogante es si se va hacer luego de un posible acuerdo entre Gran Bretaña y la UE. Por el momento Cameron ha dicho que no se llevará a cabo en mayo tal como lo había dicho en un comienzo. Sin embargo, arrojó una fecha tentativa: A finales de 2017 ¿El Brexit se hará efectivo?, o más bien ¿Habrá referendo?