Si bien la entidad se confirmó como una especie de ‘estado móvil supranacional’ y se enconchó ante la gravedad del escándalo de corrupción, pensar que la tormenta ya pasó es un error. Los procesos penales seguirán, vendrán más delaciones y los salpicados aumentarán. Recuperar la credibilidad será casi imposible y los estados le plantearán ahora más pulsos de poder
Caparazón impenetrable. Eso fue lo que evidenció esta semana la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), que pese a estar inmersa en el más grave escándalo de corrupción de los últimos tiempos, decidió reelegir a su máximo jerarca, el suizo Joseph Blatter, sin importar que medio mundo le pedía que diera un paso al costado.
Pese a la captura de más de una decena de altos dirigentes de la entidad rectora del balompié mundial, por cuenta del megaproceso judicial que adelanta la Fiscalía de Estados Unidos, Blatter, quien lleva cuatro periodos al frente de la ‘multinacional’ del fútbol, logró un quinto mandato hasta 2019, que de completarlo lo tendría 21 años al frente.
Y lo hizo con una solvencia impresionante, ya que enfrentado al príncipe jordano Ali bin Al Hussein, su único rival en la primera vuelta de la elección el viernes pasado en Zúrich, Suiza, se impuso con 133 votos contra 73, forzando la retirada del contrincante, haciendo innecesaria una segunda vuelta y confirmándose como el jefe de esa especie de ‘estado supranacional’ que es la FIFA en todo el planeta.
El resultado evidenció que poco eco tuvieron las palabras del príncipe jordano (sobre quien las críticas también recaían al hacer parte de la FIFA), en torno a que "el futuro pasa por la transparencia" y que los responsables del fútbol debían demostrar su deseo de ganarse de nuevo "el respeto del mundo".
Aunque desde todos los continentes las voces en contra de la permanencia de Blatter se multiplicaron y muchos lo señalaron como el culpable principal, por acción u omisión, de la esfera de corrupción que se tomó la FIFA, lo cierto es que al interior del congreso de la entidad las cuentas a su favor no variaron mucho después de las detenciones, el miércoles, de los dirigentes latinoamericanos en la propia sede de la entidad en Suiza.
“Su reelección nunca estuvo en peligro”, dijo lacónicamente una alta fuente anónima de la entidad, que detalló que los votos estaban comprometidos desde hace semanas o meses, y que al final el escándalo que se suscitó apenas dos días antes de la elección, si bien impactó desde el punto de vista político y judicial, no tuvo el mismo efecto en la correlación de fuerzas en los titulares de las 209 federaciones que podían votar.
Una correlación de fuerzas que, por ejemplo, más allá del escándalo, estaba atada a cuestiones como el reparto de los cupos que corresponden a cada continente en los próximos mundiales y que ayer se zanjó sin mayores novedades, confirmando que Suramérica conservará sus 4,5 cupos, con repechaje a bordo. Esto último fue clave para que los delegados de esta región finalmente votaran cerradamente por Blatter.
La FIFA, así, se confirmó como una entidad con alto poder de autonomía para manejar de manera exclusiva y excluyente un negocio que mueve miles de millones de dólares anuales. Es una especie de “estado móvil y amorfo” cuyo peso específico es tal que, incluso, se da el lujo de desafiar a las legislaciones nacionales de todos los países con fútbol profesional, advirtiendo que cualquier intervención oficial a sus federaciones o confederaciones implicará la suspensión inmediata de las mismas de los torneos avalados por la entidad, lo que significaría condenar al ostracismo deportivo y competitivo a la nación infractora.
De allí que por más grave que sean las investigaciones de la Fiscalía estadounidense, las pesquisas que adelanta su par suiza y los procesos penales que empezaron a surtirse en una gran cantidad de países -sobre todo latinoamericanos- a partir de esas primeras revelaciones de sobornos multimillonarios por adjudicación de sedes, contratos de transmisión y patrocinios, al final la FIFA, cual tortuga montuna, se encerró en su propio caparazón. Lejos de dar una señal de arrepentimiento o deseo de reforma, se reafirmó como una entidad que se da sus propias reglas y actúa indefectiblemente bajo las mismas, gústele o no al resto del mundo o, incluso, a los miles de millones de personas que siguen y practican el fútbol.
¿Y ahora qué?
Reelecto Blatter, las voces que piden una reforma de la FIFA aparecieron el viernes entre resignadas y desesperanzadas.
"Asumo la responsabilidad de recuperar la imagen de la FIFA. Juntos lo podemos hacer", afirmó Blatter, tras ser proclamado vencedor de la elección presidencial. "En esta ocasión somos conscientes de que hay que solucionar problemas", reconoció, asegurando que cuando abandone el cargo en el futuro dejará "una FIFA más fuerte" a su sucesor.
Muy pocos, en la propia cúpula del fútbol mundial, piensan como él. "El fútbol ha perdido" tras la reelección de Blatter se lamentó el exastro portugués Luis Figo, quien fuera hasta hace algunos días candidato a la presidencia de la FIFA, pero dio un paso al costado diciendo que era un "plebiscito que tenía como objetivo dar poder absoluto a un solo hombre".
"O el señor Blatter estaba al corriente de estos actos corruptos, y si no, como pretende, eso significa que no tiene las habilidades para liderar a la FIFA”, advirtió Figo.
Agregó que "es imposible que alguien dirija la FIFA incumpliendo las reglas más elementales de la transparencia, legalidad y democracia". Y advirtió que la reelección de Blatter "muestra lo enferma que está la FIFA".
"Estas personas (implicadas en investigaciones) que él ha promocionado durante estos años han transformado la FIFA en una organización decadente. Si Blatter se preocupase por el fútbol, habría renunciado a esta reelección. Si tuviera un mínimo de decencia debería dimitir en los próximos días", concluyó el luso.
Menos duro pareció el presidente de la UEFA, el francés Michel Platini, quien pasó de pedirle a Blatter, el jueves, que renunciara, a urgir, tras su confirmación en el cargo, una reforma a la entidad.
Según Platini, quien suena desde ya como el candidato más fijo para suceder a Blatter en 2019, es “crucial" un cambio en la FIFA. "Estoy orgulloso de que la UEFA haya defendido y apoyado un movimiento por el cambio. El cambio en mi opinión es crucial si esta organización quiere recuperar la credibilidad", dijo.
Paradójicamente los dirigentes del fútbol sudamericano, cuyas federaciones son las que están bajo la lupa por la presunta recepción de millonarios sobornos para adjudicar contratos de sedes de la Copa América y contratos de transmisión, fueron de los pocos que expresaron públicamente su satisfacción por la permanencia de Blatter.
Hasta Rusia, cuya adjudicación de sede mundialista sigue bajo la lupa, se mostró satisfecha de la reelección de Blatter aunque pidió "cambios" en el seno de la organización.
En la otra orilla, como si fuera un capítulo más de la llamada ‘guerra fría’, el presidente de la Federación de Fútbol de Estados Unidos (US Soccer), Sunil Gulati, expresó su decepción ante la reelección de Blatter. "Estamos decepcionados con el resultado de esta elección y vamos a seguir haciendo todo para que haya cambios significativos dentro de la FIFA", dijo.
Claro que hay quienes ven en esa posición otro móvil. Por ejemplo, el expresidente de la Concacaf y político trinitense, Jack Warner, dijo que las acusaciones de corrupción lanzadas en Estados Unidos contra varios dirigentes de la FIFA son "algo personal" porque ese país no logró la sede de la Copa del Mundo de Fútbol 2022.
Bola de nieve
Visto todo lo anterior, lo que viene ahora es preguntarse qué retos tiene Blatter para su quinto periodo y, sobre todo, qué tanta voluntad de reforma aplicará.
Es claro que su primera tarea será la de superar la crisis de credibilidad de la FIFA tras un escándalo de corrupción que, más allá de su reelección, seguirá indefectiblemente y podría dar lugar a que algunos de los indiciados en todo el mundo terminen por involucrarlo directamente en las anomalías. No hay que olvidar que, hasta el momento, ni en las pesquisas de EU como en las suizas el nombre del mandamás del fútbol mundial ha sido señalado como sospechoso.
Sin embargo, no se sabe qué pueda pasar a corto y mediano plazos, pues algunos sectores al interior de la FIFA no bajarán la guardia hasta que Blatter se vaya. Se dice que vendrán nuevas y graves acusaciones y que lo que se reveló esta semana es apenas la punta del iceberg de una especie de ‘empresa criminal’ que maniobraba con características casi de tipo mafioso.
De allí que en lo referente a las sospechas de corrupción, la FIFA tendrá mucho trabajo, principalmente por la devastación que ha sufrido su imagen pública en los últimos días, tras la detención de miembros del organismo en Zúrich.
Es evidente que aunque las justicias de Estados Unidos y Suiza emprendieron el miércoles dos acciones distintas, los primeros golpearon fuerte al pedir a los suizos las detenciones en hoteles de lujo de Zúrich, dentro de una investigación en la que el número total de imputados es de catorce.
La FIFA reaccionó suspendiendo provisionalmente a once personas de cualquier actividad en el fútbol, entre ellos Jeffrey Webb, uno de sus vicepresidentes, que luego fue expulsado de su confederación (Concacaf).
A ello se suma que la fiscalía suiza también se incautó de documentos electrónicos en la sede de la FIFA en Zúrich, en el marco de un procedimiento penal por sospecha "de blanqueo de dinero y gestión desleal" referente a las atribuciones de los Mundiales de 2018 y 2022 a Rusia y Catar.
Por el momento, pese al clima de sospechas generalizado casi ninguno de los posibles implicados ha anunciado su renuncia, aunque ya hay casos en que los titulares de empresas que presuntamente habrían estado en maniobras ilícitas en relación con temas de la FIFA se dieron a la fuga.
Cada uno de esos procesos avanzará en sus respectivos tiempos y aunque la FIFA tratará de blindarse, es claro que poco podrá hacer ante la justicia de esos dos países así como la de otras naciones que ya pidieron copias de los expedientes respectivos para valorar posibles implicaciones de sus dirigentes locales en sobornos y lavado de activos.
Cuestión de confianza
Dado que la FIFA es un negocio multinacional, otra de las graves preocupaciones en estos momentos es romper la desconfianza de los patrocinadores, muchos de los cuales ven en el fútbol no sólo un vehículo publicitario de impacto masivo, sino como símbolo de juego limpio, ruptura de barreras y alegría por encima de cualquier diferencia.
Sin embargo, el escándalo mundial de corrupción enfrió el ánimo de los patrocinadores de la FIFA y de la Copa del Mundo. El viernes, el constructor automovilístico surcoreano Hyundai dijo estar "extremadamente preocupado", al tiempo que las tarjetas de crédito Visa elevaron el tono e incluso amenazaron con romper relaciones si no había cambios. Otras marcas (Nike, Adidas, Coca Cola, Budweiser) también animaron a la FIFA a tomar medidas y aclarar la situación.
¿Cómo recuperar esa confianza? He ahí el detalle, pues mientras no se proyecten medidas de transparencia contundentes la opinión mundial seguirá viendo con sospecha el fútbol reglado por la FIFA. Y es apenas obvio que los grandes anunciantes querrán marcar distancia de un escenario de esas características, más aún en un deporte que, como el fútbol, despierta tantos apasionamientos y juicios subjetivos.
Catar bajo la lupa
Otro de los retos se refiere a la organización del Mundial de Catar, cuya asignación de sede sigue bajo la lupa. Hay varios problemas aquí. De un lado, las condiciones de los trabajadores en las obras de preparación del torneo siguen suscitando la preocupación internacional. Amnistía Internacional acusa a Catar de haber faltado a su promesa del pasado año de introducir reformas en campos cruciales como el sistema conocido como "Kafala", que pone al empleado a merced de su empleador, como responsable de su visado y de su estado legal en el país.
A lo anterior se suma la cuestión de las temperaturas que ya motivó que las fechas de Catar-2022 se fijaran para los meses de noviembre y diciembre, algo que obligará a modificar los calendarios del fútbol europeo.
Se conoce que la final del Mundial-2022 será el domingo 18 de diciembre, día de la fiesta nacional del emirato, pero queda por determinar la duración exacta del torneo. Será en principio de 28 días, con un inicio teóricamente el 21 de noviembre. También está por decidir el número de estadios, que es de ocho por el momento.
Un grupo de trabajo estudiará la remodelación del calendario internacional. Antes de final de año seguramente se conozcan más detalles al respecto.
Platini ve las fechas elegidas con buenos ojos, pero no la Asociación de Ligas Europeas (EPFL), que dice estar dispuesta a llegar a la FIFA a los tribunales por los "daños" deportivos y financieros generados por esa decisión.
Prueba final
Con 79 años y siendo el dirigente deportivo que más tiempo lleva al frente de una Federación Internacional de primera fila, es claro que el reelegido jerarca de la FIFA no la tiene nada fácil y que el escándalo de corrupción cambió para siempre la percepción y el poder específico de la rectora mundial del balompié.
Es probable que más temprano que tarde varios países intenten plantearle pulsos de poder a la entidad, mediante la intervención de sus respectivas federaciones por cuestiones logísticas, deportivas y financieras. Es allí en donde se verá qué tan débil o fuerte quedó la FIFA. Será la verdadera prueba de fuego.
/EL NUEVO SIGLO-AFP
¿Y Colombia?
La investigación liderada por la justicia de Estados Unidos por el caso de sobornos en la FIFA está avanzada aunque en algunos casos se mencionan hechos generales, como es el caso de la Confederación Suramericana. En el expediente se señala que Datisa habría acordado pagar 100 millones de dólares en sobornos a cambio del contrato de la Copa América 2013: 20 millones por la firma de ese contrato y 20 millones por cada una de las siguientes cuatro ediciones del torneo.
Señala el expediente que el dinero se habría repartido entre los 10 presidentes de las federaciones afiliadas a la entidad y estipula que a las menos influyentes, entre las que estaría Colombia, les correspondió de a millón y medio.
De acuerdo con una publicación de El País de España, el presidente de la Fedefútbol, Luis Bedoya, habría recibido 7,5 millones de dólares, lo que está por establecerse por parte de la Fiscalía colombiana, que ya pidió información a los investigadores de EU y a la misma Federación.
Según Jorge Perdomo, miembro del Comité Ejecutivo de la entidad, Bedoya sí recibió 1,5 millones de dólares, pero no como soborno sino como anticipos por participación en la Copa América, recursos que entraron a las cuentas de la entidad. La investigación continúa y la Federación dijo que prestará toda la colaboración posible para demostrar que no hay anomalías.