Los dirigentes europeos defenderán sus intereses nacionales en una nueva cumbre sobre el presupuesto de la UE para 2014-2020, en la que intentarán llegar a un acuerdo "lo menos doloroso posible".
"Las consecuencias de un nuevo fracaso serían demasiado serias", advirtió una fuente europea en víspera del Consejo del 7 y 8 de febrero que vuelve a reunir a los dirigentes de 27 países, tras el fracaso de noviembre, para dotarse de un presupuesto para los próximos siete años.
Todos los dirigentes coinciden en que las negociaciones serán "muy difíciles", dadas las grandes diferencias de intereses sobre programas tan variados como el sector agrícola, la cohesión, gastos de política exterior y administración.
De un lado, un grupo de países, encabezado por Reino Unido y Alemania, quieren que se "profundicen" los recortes al igual que ya se hace en cada país.
Pero unos 20 países, liderados por Francia e Italia, argumentan que precisamente, en tiempos de crisis, es cuando más se necesitan las ayudas europeas.
En un prolongado discurso ante el Parlamento Europeo (PE) en Estrasburgo, el presidente francés, François Hollande, advirtió que la excesiva austeridad perjudicará el crecimiento y exhortó a los países más ricos de Europa a que ayuden a reactivar la economía de los más golpeados por la crisis de la deuda.
"Deben entrar en razón todos aquellos que quieran amputar el presupuesto europeo más allá de lo que es posible aceptar", aseguró.
Francia es uno de los tres países que más contribuyen al presupuesto de la UE y por eso se niega a perder la ayuda a la Política Agrícola Común (PAC).
"No puede ser que un país defina el destino de los otros 26", señaló Hollande en clara referencia al Reino Unido.
Antes de la cumbre de noviembre, el primer ministro británico David Cameron amenazó a Bruselas con vetar un acuerdo si no se mantiene intacto el "cheque británico", la compensación que Reino Unido recibe de sus socios de la UE desde 1984 por no beneficiarse de la PAC (principal partida del presupuesto comunitario).
La gran incógnita es saber si para tranquilizar a sus socios, Cameron estará dispuesto a moderar sus pretensiones.
Cameron llega a la mesa de negociaciones en una situación incómoda: hace quince días anunció un referéndum para antes de que termine 2017 con el fin de que los británicos decidan si desean permanecer en la UE.
Tras el anuncio, el premier británico aumentó su popularidad en los sondeos y logró calmar a la creciente ala antieuropea de su Partido Conservador.
Pero tras la cumbre, el mandatario no querrá perder los apoyos ganados.
El secretario de Estado británico para Europa, David Lidington, declaró que Londres no aceptará un acuerdo "a cualquier precio".
Cameron cree haber construido una "alianza sólida" con algunos países contribuyentes netos al presupuesto europeo, como Holanda y Suecia, y ahora "espera un resultado más positivo", según una fuente próxima a Downing Street.
La canciller alemana, Ángela Merkel, ve también con buenos ojos los recortes presupuestarios que exige Londres, según la misma fuente.
"Sabemos que la solidaridad europea es necesaria y Alemania hará lo posible para encontrar una solución. Pero la solución no será un cheque alemán, sino que deberá pasar por un compromiso de todos", señaló una fuente alemana.
Merkel y Hollande se reunieron ayer por la noche para evitar un nuevo fracaso en el marco de un partido de fútbol.
Hoy, el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy presentará una propuesta "afinada" que supone un recorte de 77.400 millones de euros al plan presentado inicialmente por la Comisión Europea de 973.000 millones de euros.