Telenoticieros | El Nuevo Siglo
Jueves, 21 de Noviembre de 2013

Tomás Nieto -desde El Campanario de El Periódico-  se deja venir con una catilinaria de alto voltaje, cuando el periodismo serio ha sido relegado por los contenidos de pasarela, cuyas nuevas  intérpretes del diagnóstico nacional (léase “reinas de belleza”) reciben como premio de consolación la ubicación notoria en la mesa de trabajo de los principales  medios de comunicación, convertidos en “morticieros”, como los denominó el silenciado jesuita Alfonso Llano, sin querer lastimar a quienes pautan por cuenta de la “salud” de los colombianos o quienes con sus multinacionales reviven a toda “prisa” la reconquista española.

Contenido. Deteniéndonos en el contenido de los noticieros de televisión que nos atiborran a mañana, tarde y noche con crímenes, riñas entre maridos y mujeres, borrachos de todos los estratos al volante, ataques de perros rabiosos, violaciones, apuñalamiento de hinchas del fútbol, reyertas callejeras y matoneos estudiantiles, queda repensar en qué está pasando con la sociedad colombiana.

Abriendo.Algo está pasando, cuando un noticiero abre emisión con el asesinato de un niño, el exterminio de un núcleo familiar a manos de un padre desesperado por la pobreza o la locura; el registro de los muertos y daños causados por conductores borrachos con la cerveza o con el poder de un cargo público.

Desmemoriados. Algo está pasando y es que tenemos una sociedad enferma. Un país sin memoria y los periodistas ayudando a que la sociedad olvide la noticia de ayer para exaltar candidatos a los cargos que ofrece la democracia a quienes desde la política aspiran, en su interpretación de la ciencia política, a ascender o consolidarse social y económicamente.

Responsables.Una sociedad enferma cuyos dirigentes culpan al periodismo por la “mala prensa” de Colombia en el exterior sin mirar que son ellos en parte protagonistas de esa mala imagen. Ellos, los que pretenden  buena imagen personal y ocupar amplios espacios en los diarios con supuestos mecenazgos para lavar culpas por los  excesivos resultados en sus negocios.

Dolorosos. Les duele el aporte a la seguridad social de sus trabajadores y no se jubilan para seguir atesorando aquello que los convertirá en los más ricos del cementerio.

La sociedad está enferma con una población pobremente alimentada, con una pobreza que enloquece y estimula la violencia para sobrevivir o para poner fin a la vida propia y a la de los demás.

Los mismos. Las barajas de candidatos a las corporaciones y cargos de elección popular nos muestran nuevamente a los delfines, a los herederos de “castas” políticas que en muchos casos y por razones de hipocresía social, hacen  salvedad de la responsabilidad penal de sus ancestros, para heredar capitales y caudales electorales mientras en los medios con respeto reverencial se “llama la atención” sobre las posibilidades de triunfo electoral de cada uno.

¿Beatos?A quien trata de liderar acciones morales o de restablecimiento ético de las costumbres administrativas se le acusa de beato, godo o derechista. El “pragmatismo” es la aguda excusa para  pasar por encima de todo lo mal hecho  y decir a los cuatro vientos y en cuanto foro internacional en donde puedan ser escuchados, que Colombia es una nación democrática que respeta los derechos ciudadanos, la propiedad, la libertad de empresa y que trabaja intensamente en el mejoramiento socio-económico de sus habitantes.