Tasas de cambio real y desarrollo | El Nuevo Siglo
Domingo, 20 de Noviembre de 2011

El TLC con Estados Unidos se inicia bajo una marcada sobrevaluación del peso que acrecienta la vulnerabilidad de la economía.

La tasa de cambio, una de las preocupaciones centrales de los economistas en el pasado, fue relegada a un lugar secundario en la política económica por la nueva sabiduría convencional. Algunos de sus teóricos incluso invalidan la influencia de esta variable en el crecimiento. Colombia no escapó a dicha tendencia, como lo evidencia la aguda revaluación del peso, aún en el marco de un elevado y creciente déficit en cuenta corriente.
Contrariamente a dicha visión, en los últimos años connotados académicos han enfatizado la crucial importancia de esta variable para el desarrollo. Entre ellos Barry Eichengreen, profesor de la Universidad de Berkeley, acaba de publicar un interesante trabajo en compañía de Virginia di Nino y Massimo Sbracia de la Banca d`Italia “Real Exchange Rates, Trade and Growth. Italy 1861- 2011.1/. Éste examina los elementos que desde la teoría del comercio internacional permiten esperar que la subvaluación de la moneda pueda tener efectos positivos sobre el crecimiento particularmente en economías en desarrollo, y efectúa un concienzudo análisis empírico sobre los efectos del desalineamiento de la tasa de cambio sobre el crecimiento italiano entre 1861-2011.
Sus hallazgos confirman, para un período más largo, los de una investigación de Dani Rodrik realizada en 2008 para el período posterior a la segunda guerra mundial, la cual encontró una fuerte y significativa relación positiva entre subvaluación de la moneda y el crecimiento en economías en desarrollo, y una débil relación entre estas dos variables en economías avanzadas.
Bajo condiciones de competencia perfecta, rendimientos constantes a escala y flexibilidad de precios y salarios una devaluación nominal no tiene consecuencias sobre el crecimiento pues sus efectos son compensados por el aumento en salarios, manteniéndose así los mismos precios relativos y cantidades producidas con anterioridad a la devaluación. Sin embargo, según los autores, aún bajo dichas condiciones, en presencia de abundancia de oferta de mano de obra, alto desempleo, subempleo, controles a los capitales, la devaluación puede tener efectos de mediano plazo dependiendo de la velocidad del ajuste en los precios. Y bajo rendimientos crecientes a escala una devaluación nominal sí puede tener efectos persistentes a largo plazo sobre la tasa de cambio real, el crecimiento y el progreso técnico a través de la reasignación de recursos que ella determina. La incidencia de la devaluación sobre el crecimiento es asociada al efecto expansivo sobre la demanda que tendría un subsidio a las exportaciones conjuntamente con la imposición de una tarifa a las importaciones, con el consecuente crecimiento exportador acompañado de sustitución de importaciones.
Implicaciones
Estos resultados son mucho más importantes en economías en desarrollo donde las diferencias de productividad entre el sector tradicional y el sector moderno industrial posibilitan el traslado de recursos del sector de más baja productividad a los de más alta productividad generando crecimientos del PIB, según el teorema de Lewis. Y aún con aumentos salariales los rendimientos crecientes a escala pueden reducir los costos medios y producir ganancias competitivas y nuevos equilibrios para las economías en desarrollo, como de hecho ocurrió en Italia con el alto incremento salarial en 1962 y alto expansión del producto en años posteriores.

 


Estos beneficios son mayores mediante subvaluación de la moneda, pero los autores aclaran que estas estrategias no pueden seguirse ad infinitum pues el crecimiento en ganancias competitivas se va reduciendo en la medida que las economías se desarrollan y las diferencias de productividades entre el sector tradicional y moderno tienden a desaparecer.
El análisis para la economía italiana mostró que la subvaluación de la lira tuvo un gran efecto sobre el crecimiento en el período 1950-73 “el milagro” en el cual el producto per cápita se triplicó y la brecha de ingresos con las economías europeas más avanzadas tendió a cerrarse. La subvaluación impulsó especialmente las exportaciones de maquinaria y material de transporte. Otros dos períodos de crecimiento sostenido fueron 1895- 1913 y 1970s y 1980s con tasas de cambio en equilibrio y subvaluada respectivamente, pero con marcadas diferencias de políticas, especialmente la fiscal, la cual en este último período fue altamente expansiva. Igualmente el estudio, contrariamente a lo esperado, encontró períodos de lento crecimiento con tasa de cambio subvaluada, cuyas causas fueron de distinta índole; más internas en los treinta años posteriores a la unificación y, de origen externo por la gran depresión y el proteccionismo entre las dos guerras mundiales así como de naturaleza política por las consecuencias del fascismo sobre los mercados laborales. Por su parte, los últimos veinte años han estado más caracterizados por el lento crecimiento con sobrevaluación; sin embargo ésta, según el estudio ha tenido efectos reducidos sobre el crecimiento (-0,1% por año) debido a que Italia ya no es un país en desarrollo.
Los autores concluyen que Italia experimentó períodos de rápido crecimiento económico bajo situaciones de subvaluación o bien de equilibrio de su moneda. Y afirman que aún cuando la subvaluación facilita el crecimiento sostenido no lo garantiza, como revelaron algunas de las experiencias mencionadas. Otras políticas igualmente comparten su influencia sobre el crecimiento y el desarrollo.
Las renovadas preocupaciones de la Academia sobre la importancia de una tasa de cambio competitiva y las comprobaciones empíricas sobre la contribución de ésta al crecimiento el empleo y el desarrollo han sido ignoradas por los responsables de la política económica colombiana. Más grave aún, el TLC con Estados Unidos se inicia bajo una marcada sobrevaluación del peso que acrecienta la vulnerabilidad de la economía, y bajo un marco de normas y concesiones a los inversionistas estadounidenses que limitan severamente la autonomía de las políticas macroeconómicas.