La decisión del Banco de la República de elevar la tasa de interés de intervención, por segunda vez en 2012, a 5,25%, ha suscitado nuevas críticas del sector productivo por sus probables efectos sobre el crecimiento y el empleo. Asimismo, diversos analistas han cuestionado esta decisión porque estimula el ingreso de capitales reforzando la revaluación, con nocivas consecuencias sobre la producción y el empleo nacional. Pero la tasa de cambio no parece preocupar al Emisor. Tampoco han pesado en sus cálculos los efectos que pueda tener el alza de los intereses sobre el servicio de la deuda interna y por ende sobre el déficit fiscal.
La marcada incertidumbre en los mercados financieros internacionales y previsiones poco favorables en la economía europea, en conjunto con bajas tasas de interés en Estados Unidos, coadyuvan a que alzas en esta variable en Colombia deriven en mayores entradas de capitales y en particular de endeudamiento externo como ha venido ocurriendo los dos últimos años. Según Mauricio Cabrera “en los últimos doce meses el saldo de la deuda externa del país aumentó USD 9.300 millones, o un 17.6%, el mayor crecimiento de toda la historia, tanto absoluto como porcentual. Pero no solo debe preocupar el tamaño del incremento sino su composición, porque son los agentes privados los que explican la mayor parte de este incremento” 1/. Es paradójico que las autoridades económicas se vanaglorien de aumentos en la inversión extranjera del orden de los US$10.000 millones en un año como síntomas de gran progreso, pero frente a cifras similares de crecimiento del endeudamiento externo no expresen el menor atisbo de preocupación y menos aún la voluntad de modificar dicha tendencia.
El Emisor se obstina en limitar las medidas tendientes a frenar la revaluación, a la compra de al menos US$20 millones mensuales hasta agosto, cifra irrisoria frente a los flujos de capitales de corto plazo. Es claro que en ausencia de controles a los capitales no es posible manejar la tasa de interés y la tasa de cambio al mismo tiempo. Si la Junta del Banco de la República desea “enfriar” el crédito en la economía y reducir la revaluación debería empezar por “enfriar” el endeudamiento externo. Su crecimiento, según Cabrera es causado mayoritariamente por el sector privado y en especial por el sector financiero, que en el último año aumentó su deuda en 60% y la correspondiente a corto plazo en 114%.
Lecciones
¿Hasta dónde y hasta cuándo los intereses de la mayoría de colombianos deben subordinarse a las aspiraciones del capital financiero? Las lecciones no aprendidas de la historia nacional, y ni siquiera de la más reciente crisis de la economía mundial, pueden implicar enormes sacrificios. El pregonado gran progreso de Colombia está más cercano a altas vulnerabilidades debidas en buena medida a las políticas internas que persisten en un rumbo equivocado. Sí hay remedios contra las grandes tensiones revaluacionistas como lo han demostrado otras economías, pero estos indefectiblemente contemplan controles a los capitales. Paul Krugman denominó “globachorradas” a aquellos argumentos que eximen a las políticas internas de responsabilidad y asignan a la globalización las causas de todos sus males, como está ocurriendo en Colombia al asignar a la revaluación sólo orígenes externos.
Mayores tasas de interés además pueden deteriorar significativamente las finanzas públicas, como demostró Javier Fernández. Igualmente un estudio realizado por Mauricio Cabrera y Jorge Iván González evidenció que el reconocido impacto de la política fiscal sobre la monetaria puede ser de doble vía; es decir, la política monetaria puede ser determinante del déficit fiscal a través del impacto de la tasa de interés sobre el servicio de la deuda. Los autores señalaron el trascendental cambio en la estructura de los prestamistas del gobierno mediante la reforma constitucional de 1991, al prohibir ésta la financiación del déficit fiscal por el Emisor salvo unanimidad de su Junta directiva. Tan fuertemente afectó esta decisión los pagos de intereses que bajo un saldo de deuda interna del gobierno nacional similar en 1985 y 1986 y 1997, dichos pagos inferiores al 0,3% del PIB pasaron a más de 1,5% entre los dos períodos2/. A quiénes convinieron exactamente estos cambios y cuáles son las reales consecuencias inflacionarias es un debate aún pendiente, al que Fernández Cabrera y González brindaron luces.
El hecho es que la deuda pública bajo el nuevo paradigma se amplió ostensiblemente y el pago de intereses pasó a absorber cuantiosos recursos del presupuesto. Es muy significativo que en promedio entre 2001-2010 los intereses hayan representado un mayor porcentaje del déficit del gobierno nacional que el pago de pensiones - 96,7% frente a 93,7%-, pero curiosamente las declaraciones oficiales sólo mencionen la elevada carga de las pensiones y silencien la de los intereses.
Bajo la nueva estructura de deuda pública alzas en la tasa de interés pueden tener significativas consecuencias sobre el déficit fiscal pero este cálculo no aparece en las previsiones del Emisor. Naturalmente una devaluación moderada elevaría el servicio de la deuda externa pero tendría efectos compensatorios sobre el producto y los ingresos fiscales.
Las vulnerabilidades derivadas de la creciente deuda externa privada y un amplio déficit corriente, como anota Cabrera, recuerdan la peligrosa combinación de fines de los noventa y sus dolorosas consecuencias. Tratar de enfriar la economía mediante elevación de la tasa de interés en un momento de alta incertidumbre crea efectos indeseados contra los cuales el Emisor debería luchar controlando los flujos de capitales; claro está, mientras estos no molesten a los inversionistas extranjeros y decidan demandar a la nación colombiana gracias a los lesivos tratados firmados. 1/http://www.vanguardia.com/opinion/columnistas/91500-deuda-externa-y-revaluacion
2/http://atecex.uexternado.edu.co/eco2fin/Lecturas/(Cabrera%20y%20Gonzale…
3/ Basado en CONFIS Balance fiscal anual 1994-2010