Bogotá se confirma, una vez más, como la Atenas Suramericana. Cuando aún se siente en el ambiente el eco del recién terminado Festival Iberoamericano de Teatro, está a punto de arrancar la Feria Internacional del Libro 2016.
El evento, que se realizará entre el 19 de abril y el 2 de mayo, tendrá a Holanda como país invitado de honor. Un sinnúmero de escritores harán parte de la Feria, que cuenta, además, con una amplia agenda cultural y artística.
Entre las luminarias de las letras que están invitadas hay una que despierta especial expectativa. Se trata de Svetlana Alexievich, la bielorrusa que ganó en octubre del año pasado el premio Nobel de Literatura por "su obra polifónica, memorial del sufrimiento y de la valentía en nuestra época", en palabras de la Academia Sueca.
Nacida el 31 de mayo de 1948 en el oeste de Ucrania en una familia de profesores, diplomada de la facultad de periodismo de la Universidad de Minsk, Alexievich comenzó a recoger en una grabadora los relatos de mujeres que combatieron durante la Segunda Guerra Mundial. De allí nació su primera obra “La guerra no tiene rostro de mujer”.
Según la FILBo 2016, la autora de otros libros como “El fin del homo sovieticus” y “Voces de Chernóbil”, ha logrado algo que marca un antes y un después: un tratamiento del periodismo con tal altura y con tantas voces entremezcladas en una sola historia que es imposible no pensar en ella como la directora de una coral en la que cada ser humano entrevistado interpreta una pieza de su sufrimiento para aportar a la reconstrucción de la memoria. Lo suyo es literatura. Pero totalmente basada en la realidad de los demás, el fundamento mismo del periodismo.
Precisamente para hablar de esos temas, Alexievich confirmó su participación en la Feria como una de las invitadas centrales a las “Conversaciones que le cambiarán la vida”, que este año girarán en torno al tema “Fin y principio: a propósito de la paz”.
Así mismo, la Premio Nobel encabezará el grupo estelar de invitados al VIII Encuentro Internacional de Periodismo, en el que es claro se ahondará en asuntos como el rol de la prensa en el proceso de paz y el posconflicto.
La periodista y escritora, de 67 años, decimocuarta mujer recompensada por el Nobel de Literatura desde su creación en 1901, tiene una visión muy crítica del oficio del comunicador.
Cuando recibió el galardón de la Academia, instó a "no hacer concesiones ante el poder totalitario". También suele decir que “es difícil alcanzar el alma humana; el camino está plagado por la televisión y los diarios, por las supersticiones del siglo, sus prejuicios y sus decepciones”.
Para ambientar la importancia de su visita, desde la FILBo 2016 se afirma que “no había prácticamente nada de ella en español y apenas un par de libros traducidos al inglés. Su reticencia a aparecer en público, la poca información sobre una autora que se considera a sí misma tímida y su negativa a figurar más que los protagonistas de sus relatos, hizo que el mito a su alrededor creciera muy pronto”.