“Súper Martes”, codiciado y decisivo botín | El Nuevo Siglo
Sábado, 27 de Febrero de 2016
Por: Pablo Uribe Ruan 
Periodista de El Nuevo Siglo
 
La gente se pregunta por qué es tan larga la carrera por la nominación partidista en Estados Unidos. Cada noche, como si fuera un capítulo de House of Cards, ven el monólogo que repite Donald Trump atacando a Marco Rubio o Bernie  Sanders tirándole dardos a Hillary Clinton, y viceversa.
 
¡No más!, dirán algunos. Pero de la repetición algo queda y ad portas del “Súper Martes” ya se sabe que Jeb Bush dimitió y Chris Christie se unió a Trump, sin perder de vista las aguas movedizas que corren en la campaña de Clinton y fortalecen a Sanders. 
 
Las primarias, a dos días del “Súper Martes”,  se vuelven tan interesantes como definitivas. Es  como si los meses pasados hubiesen sido el abrebocas a un gran plato que está a punto de servirse, demostrando que el monólogo valió la pena. 
 
¿Qué es el Súper Martes?
 
En estricto sentido, el Súper Martes es una semivotación a nivel nacional. Once estados se dan cita para elegir cerca del 25% de los delegados demócratas y republicanos. Sin embargo, detrás de este día existe un trasfondo histórico interesante que permite entender su importancia. 
 
En 1988  fue la primera vez que se usó el término “Súper Martes” ante el déficit representativo del caucus en Iowa. Su propósito fue abrir un escenario preliminar donde los candidatos experimentaran el rigor de una campaña presidencial, en contraposición al desgaste de Iowa, que les generaba gastos enormes y una contrarreloj innecesaria para un solo estado. 
 
Desde entonces, esta crucial cita electoral ha definido el destino del presidente de los Estados Unidos. Se sabe, por ejemplo, que Barack Obama vapuleó a Clinton en 2008, y Mitt Romney cosechó su victoria como aspirante republicano. Sin embargo, este 1º de marzo la cosa no pinta tan clara. 
 
Del lado republicano Trump aventaja sus perseguidores, pero en algunos estados Rubio o Cruz le pisan talones, teniendo entre ojos las siguientes elecciones en Florida, el 15 de marzo, donde el número de delegados es mayor y se dice que Rubio sería el ganador. Ni hablar de los demócratas, que viven  un cara a cara permanente en distintos escenarios, desde  un debate o mitin político, hasta el caucus o las primarias; siempre están cerca del empate técnico. 
 
Lo cierto es que este 1º de marzo once estados, entre ellos los más destacados, Georgia, Massachusetts y Texas, que tendrán primarias, y Minnesota y Alaska, en donde se celebrará  caucus (en los demás estados habrá primarias o caucus),  jugarán un papel definitivo en la carrera por la nominación. 
 
Hay que tener en cuenta,  como todo en esta campaña, las diferencias que existen entre republicanos y demócratas frente al procedimiento y el número de delegados asignado. 
 
Los republicanos, por un lado, elegirán 595 delegados -25% con los que cuenta el partido-, de un total de 1.237. El que gana el Súper Martes, en teoría, tendría asegurada parte importante de los delegados. Sin embargo, no es tan sencillo. 
 
En esta ocasión los delegados se reparten proporcionalmente al número de votos obtenidos, como las anteriores veces. Pero eso no quiere decir que no se vaya acumulando. Trump, por ejemplo, ganó las últimas tres votaciones y tiene un número importante de delegados. En consecuencia, si llega a ganar esta vez, estaría mucho más cerca del número mágico: 1.237. 
 
Ese escenario, sin embargo,  no terminaría con las aspiraciones de Cruz y Rubio. Las particularidades de este sistema, pese a una tentativa derrota en el Súper Martes,  hacen que los candidatos que quedan en segundo y tercer lugar mantengan vivas sus esperanzas, ya que el primero en las siguientes primarias se lleva todos los delegados. Así, ganando Florida, Illinois o California, primarias que se vienen,  Rubio o Cruz repuntarían.
 
Los demócratas, por su lado, también juegan distinto. La baraja tiene más cartas y la batalla sólo cuenta con dos personajes: Clinton y Sanders. Ávidos de delegados y con un escenario enorme por conquistar, ambos candidatos competirán por 1.004 delegados, un número que casi duplica a los republicanos, de un total de 2.383. 
 
Esta carrera por ganar delegados es tan tortuosa como divertida. A veces las descalificaciones entre candidatos sobrepasan el sentido de la campaña. Pero en otras ocasiones la política sale del ostracismo, revive y se convierte, para su beneplácito,  en un ejercicio aplicado de democracia participativa.   
En cada estado se ve una participación activa de los ciudadanos en la elección de sus gobernantes, sin mediación alguna de una Coca Cola o un perro caliente. De puerta en puerta los seguidores de los candidatos llaman a votar, participar, debatir.  A veces se cuela un café de Starbucks, que calienta el cuerpo, pero no enfría el criterio del elector.
 
Rubio y Cruz no caben en un mismo costal
 
Donald Trump gana en la calle, en los debates y en las votaciones. Por su rubia melena o por sus particulares gestos vocales, también triunfa en la televisión, su especialidad. En fin, casi siempre sale bien librado de cuanto desafío se le ponga, así tenga al frente a Cruz con su desafiante acento texano o a la diatriba juvenil de Rubio. 
 
Según Realclearpolitics, un portal especializado en encuestas, Trump gana ocho de los once estados que votarán el próximo 1º de marzo  y cuenta con un importante número de victorias en New Hampshire, Carolina del Sur y Nevada, que sirven como precedente y le dan, junto a los sondeos, un favoritismo frente a Cruz y Rubio. 
 
Al multimillonario además se le adhirió Chris Christie, ex aspirante a la nominación y gobernador de Nueva Jersey, quien renunció ante los malos resultados que obtuvo la última vez en Carolina del Sur.  
 
Con tal panorama, Trump parece invencible. Pero sus rivales no dan el brazo a torcer y  ponen en evidencia sus debilidades como candidato. En ese sentido, Cruz y Rubio tienen a su favor los numerosos flancos de ataque de los que puede ser objeto Trump y la imagen desfavorable que genera.
 
El 46% de los estadounidenses tiene una imagen desfavorable del magnate, lo que lo pone en una situación compleja ante un posible escenario electoral con Clinton o Sanders, en el que Trump podría perder. En los cinco meses que restan de las primarias, Cruz y Rubio entendieron que al electorado republicano hay que prevenirlo de tal escenario. 
 
Durante el último debate en Houston, Cruz no dejó un solo minuto de referirse a esa posibilidad. “Donald, tú pierdes con Clinton”, dijo el senador por Texas, aludiendo al miedo como estrategia de disuasión política. Puede que le salga, ya que en las últimas elecciones por la nominación el votante buscará el candidato que sea favorito ante los demócratas, por encima de su gusto partidista. 
 
Pero más allá de esta estrategia, el problema entre Rubio y Cruz es que ambos no caben en el mismo costal. Si bien no le apuntan al mismo público, sus orígenes coinciden, lo que hace que el elector los identifique como lo mismo. 
 
Pese a ello, frente al establecimiento republicano cada uno cuenta con un perfil distinto. Este es el más preocupado del inminente ascenso de Trump y la salida de Bush del partidor. De ahí que probablemente se la juegue por el candidato más afín a sus valores e intereses: Rubio. 
 
Cruz, sin embargo, no claudica en su esfuerzo por ser el nominado. Cuenta con el apoyo del Tea Party, un brazo radical del Partido Republicano, y ganó en Iowa. Así que lo más probable es que  él y Rubio se quiten votos entre sí y pongan la alfombra roja para que Trump celebre más triunfos. 
 
Demócratas: Se vota pero aún no se decide
 
El escenario demócrata no es tan movedizo, pero sí tiene algo que quizá lo vuelve más especial: Dos modelos en lucha totalmente distintos. Política activa del establecimiento, Clinton representa el partido, sus maquinarias asentadas en Washington y un cúmulo de experiencia que despierta tanto admiración como rechazo.   
 
Su mayor crítico es su rival de turno, Bernie Sanders, quien en el último mes se ha convertido en un fenómeno, gracias a su discurso anti-Wall Street y las políticas dictadas desde la capital. El socialista ganó en New Hampshire, pero perdió en Nevada e Iowa con la exjefa de Estado. 
 
Rodeada de escándalos por correos y donaciones, Hillary llega como favorita al Súper Martes, pese a que su figura se ha visto perjudicada por las denuncias de Sanders sobre la financiación de su campaña por Goldman Sachs, firma  implicada en los escándalos financieros de 2008. 
 
Clinton, de acuerdo a los sondeos, gana en la mayoría de los once estados, aunque su favoritismo no es tan arrasador. Dicen que Sanders tiene asegurada la victoria en Vermont y Massachusetts, mientras que en Colorado y Minnesota se presentará un mano a mano hasta el final. Es probable que Sanders termine ganando cuatro de once estados, y quizá dé la sorpresa en otros dos, llevándose seis de once. 
 
Quizá se presente el batacazo. Quizá Clinton arrase con nueve estados en su bolsillo. Sin embargo, luego del Súper Martes en el lado demócrata queda mucho camino por recorrer. El monólogo continuará, pero será más emocionante.