Un multitudinario homenaje a los más de 210 personas que murieron el domingo en un atentado en Bagdad reivindicado por el grupo Estado Islámico, uno de los peores de la historia del país y que ha generado críticas a la estrategia del gobierno, rindieron ayer los iraquíes.
Las autoridades anunciaron ayer un nuevo balance de 213 víctimas, que el domingo por la noche era todavía de 119.
Estas cifras lo convierten en uno de los ataques más graves en la historia de Irak, un país castigado desde hace años por atentados contra lugares muy frecuentados, como centros comerciales, mercados o mezquitas.
El atentado pone de nuevo de relieve la incapacidad de las autoridades de instaurar medidas de seguridad eficaces.
El atentado fue perpetrado por un kamikaze del EI que hizo estallar un coche bomba en una calle del barrio comercial de Karrada. La zona estaba llena de gente que hacía sus compras para la fiesta que marca el final del ramadán, el mes de ayuno musulmán.
Además de los fallecidos, más de 200 personas resultaron heridas, indicaron responsables de seguridad. El balance se agravó porque la explosión provocó incendios en edificios y comercios cercanos.
El atentado fue reivindicado por el EI, que indicó en un comunicado que un kamikaze iraquí atacó a los chiitas, la comunidad musulmana mayoritaria en Irak y considerada como hereje por los radicales sunitas.
El ataque también demuestra que el EI es capaz de cometer acciones devastadoras en pleno centro de Bagdad a pesar de las derrotas militares en Irak que ha sufrido en los últimos meses, con la pérdida de ciudades como Tikrit, Ramadi y sobre todo Faluya, que fue reconquistada en junio por las fuerzas iraquíes.
El primer ministro Al Abadi, criticado por ser incapaz de proteger a los civiles, anunció la modificación de medidas de seguridad, entre ellas la retirada de los detectores de explosivos considerados ineficaces.
También ordenó al ministerio del Interior que acelere el despliegue de un dispositivo para inspeccionar vehículos en todas las entradas de Bagdad, por donde cada día pasan miles de camiones y coches particulares.
El domingo los habitantes de Bagdad demostraron su cólera lanzando piedras al convoy de Al Abadi, que dijo comprender los "sentimientos de emoción" y de "tristeza y rabia".
“¿Si las tácticas (del EI) evolucionan. ¿Por qué el gobierno mantiene la misma estrategia?”, se planteó un hombre, que puso como ejemplo los puntos de control y los detectores de explosivos que se han mostrado ineficaces.
En el lugar del ataque, los residentes del barrio encendían velas para recordar a las víctimas, mientras otros barrían las calles llenas de cenizas, con la esperanza de encontrar a personas desaparecidas.
El atentado de Bagdad ha sido condenado por numerosos responsables extranjeros, entre ellos el enviado de la ONU en Irak, Jan Kubich, que lo calificó de “acto cobarde y odioso de proporciones sin precedente”.