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La desesperanza aumenta entre los familiares de los colombianos que ven cómo transcurren los minutos y no tienen noticias de los 223 desaparecidos tras el sismo del sábado en Ecuador, país que ya reporta la muerte de 525 personas, entre ellas 11 connacionales.
A ello se suma el temor por las nuevas y fuertes réplicas sentidas en las últimas horas, la más reciente de 6,1 grados ayer y la anterior con una intensidad similar y que se sintió en el departamento de Nariño.
“De las 481 solicitudes registradas para ubicar a colombianos, ya fueron localizadas 258”, informó el Ministerio de Relaciones Exteriores.
La Cancillería también anunció que habilitó dos puntos de atención en Manta y Pedernales con el fin de asistir y orientar a los connacionales afectados que allí se encuentren.
Además de estos dos puntos temporales de asistencia, la Cancillería colombiana tiene 6 consulados operando en Ecuador.
Al mismo tiempo se confirmó que ocho connacionales decidieron regresar al país y que fueron trasladados en un avión de la Fuerza Aérea que llevó ayudas humanitarias. Así mismo, fueron traídos a Bogotá cinco de los 11 cadáveres.
Uno de esos 11 fallecidos es el niño de seis años José David Eras Restrepo, cuyo cuerpo sin vida fue rescatado ayer por bomberos colombianos de entre los escombros del hotel Royal de Pedernales. Junto a él estaba el cadáver de su padre y el de dos mujeres.
En Ecuador se encuentran 150 rescatistas colombianos y se espera que hoy lleguen 55 mil litros de agua, así como carpas y elementos no perecederos, en un buque de la Armada y en un avión de la FAC.
Otro susto
Desde el sábado a las 6:57 de la tarde los ecuatorianos no han podido estar tranquilos. Las réplicas tras el sismo que ya cobra 525 vidas, se han hecho sentir, algunas con intensidad superior a los 6 grados.
El nuevo sismo tuvo una magnitud de 6,1 grados según el Instituto de Estudios Geológicos de Estados Unidos.
Su epicentro estuvo a una profundidad de 15,7 km y se ubicó a 25 km de Muisne y a 73 km de Propicia, poblados de la ya muy afectada costa ecuatoriana sobre el Pacífico. Las autoridades no activaron la alerta de tsunami.
“Son réplicas. Tuvimos dos sismos en la madrugada, uno a las 3:33 y otro a las 3:35, de 6,1 y 6,3 grados”, explicó Mario Ruiz, director del Instituto Geofísico de Ecuador.
“Son de un tamaño muy parecido al del sismo del domingo”, que fue de 6,1 grados, indicó Ruiz, al apuntar que hasta el momento se han registrado 535 réplicas.
De los más mortíferos
El nuevo balance de fallecidos, circunscrito a la provincia de Manabí, epicentro del sismo, hace temer que se trate de uno de los terremotos más mortíferos de los últimos años en América Latina.
La cifra de muertos solo es superada por las de los terremotos de El Salvador en 2001 (1.142), Perú en 2007 (600) y Haití (entre 200.000 y 250.000) en 2010.
En Pedernales, el estadio de fútbol fue convertido en una improvisada morgue, donde se amontonan los féretros cerca de las carpas en las que se atiende a los heridos.
Allí, expertos en criminalística y de la Fiscalía, de uniforme blanco, identifican los cuerpos recuperados entre los escombros de viviendas y hoteles de la localidad de 60.000 habitantes y con un flujo de turistas que puede alcanzar los 40.000 en temporada alta.
Subidos sobre las montañas de escombros, los bomberos siguen sus tareas de rescate, y algunos cuestionan la rapidez con la que algunas brigadas usaron las excavadoras.
“Lastimosamente las 72 horas que se deben permitir para que los grupos trabajen en su parte de operaciones no se cumplieron. Desde el domingo ya hicieron remoción con maquinaria pesada, reduciendo mucho los espacios de vida en la estructura”, dijo el teniente Ricardo Méndez, comandante de socorristas de los bomberos de Pasto.
Escasez
A medida que pasan los días, a la angustia de los sobrevivientes por hallar a sus familiares, se suma la preocupación por la escasez de víveres y agua.
“No tenemos agua, ni alimentos. Las tiendas o están cerradas o venden muy caro. Algunas pasaron los precios de uno a cinco dólares”, dijo Andrés Mantuano, en Manta.
En este puerto pesquero, como en casi toda la costa del Pacífico ecuatoriano, el mal estado de las carreteras (que dificulta la distribución), el temor a saqueos y la inestabilidad de los edificios han llevado a cerrar las puertas de muchos comercios, e incluso algunos pasan las horas protegidos por las fuerzas de seguridad.
Y la ausencia de lo básico, sobre todo agua y alimentos, comienza a irritar a la población de esta localidad que parece una zona de guerra.
El ministro coordinador de la Producción, Vinicio Alvarado, dijo tener información de que “por acción desesperada se llega a medidas de invasión de la propiedad privada y eso obligó a que muchos negocios tengan que cerrar”.
El sismo dejó unos 800 edificios derruidos, 600 edificaciones afectadas, y numerosas carreteras reventadas e infraestructuras colapsadas en zonas turísticas, unos daños que Correa calculó en USD 3.000 millones, “dos o tres puntos del PIB”, lo cual es otro duro golpe para este país ya severamente azotado por la caída del precio del petróleo.
Ayer, el papa Francisco manifestó su cercanía y afecto a los damnificados por el terremoto registrado. “En este idioma que nos une (...) quiero expresar a nuestros hermanos de Ecuador nuestra cercanía y oración en este momento de dolor”, dijo dirigiéndose en español a los fieles que asistían a la audiencia general en la Plaza de San Pedro.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) anunció haber activado un préstamo a Ecuador por hasta 300 millones de dólares en apoyo a la recuperación de las áreas costeras devastadas por el terremoto del pasado sábado./ENS con AFP