Crónica de Mabel Kremer
Estricta, pero absolutamente amorosa. Así es la ex fiscal Viviane Morales. Un amor que sin duda emana por su íntima conexión con Dios, porque aunque, como bien todos saben, es cristiana, en sus años de adolescencia fue católica ferviente. No faltaba a misa un solo día y no precisamente porque fuera una imposición de sus padres: lo hacía de corazón. “A los 14 años iba por mi propia cuenta a misa. A las 7 de la noche salía todos los días a la iglesia del barrio, que quedaba a una cuadra de mi casa”. Pero eso no era todo. Desde los 13 añitos tuvo la disciplina de rezar además el Rosario cada una de sus noches antes de ir a la cama.
Sin embargo, a los 17 años un episodio cambió su vida espiritual: “Me decepcioné por una actuación de un sacerdote”.
El Padre que todas las noches le predicaba el amor al prójimo le cerró las puertas a un pequeño con frío y hambre que ella había encontrado en un andén. Era un pequeño que venía de ayudante de un camión desde Yumbo, Valle, y lo habían dejado botado en la capital porque el camión se había dañado. “Venía de la universidad y el niño me pidió ayuda. Le dije ‘vamos a hablar con el sacerdote’”. Y aunque el Padre tenía una casa de tres pisos, su respuesta fue “Ay mijita, eso dicen todos estos niñitos. Que Dios te bendiga y vete en paz”. Pero en paz no se pudo ir. Después de pasar por la Estación de Policía, donde tampoco recibió ayuda, terminó recibiendo al pequeño en su casa y con la firme convicción de jamás volver a pisar esa iglesia.
De católica a cristiana
Su fe seguía intacta y por eso buscó otra opción. “Abuelita, lléveme a su iglesia este domingo”. Y aunque su padre se puso furioso, porque era católico, Viviane Morales terminó cantando y alabando al Señor en una iglesia cristiana. “Quedé impresionada con los pastores y con su pasión para predicar. Ese día pasé adelante y recibí al Señor. Tuve un encuentro real con Jesús, un nuevo nacimiento espiritual”, asegura quien desde ese momento no ha dejado de estudiar la Biblia. Porque todas las mañanas le dedica sagradamente 45 minutos a la lectura de la palabra en cualquiera de las siete Biblias que guarda en su casa, a tal punto que ya perdió la cuenta de cuantas veces la ha leído completa.
Y es que su relación con Dios es tan fuerte, que a estas alturas, si un pastor tuviese el comportamiento de aquel sacerdote en sus años mozos, no pondría a tambalear su fe. “En esta religión, como en todas, surgen escándalos, pero eso a mí ya no me mueve el piso. Mi relación con Dios es personal”, asegura esta mujer, quien pone a Dios por delante en todos los aspectos de su vida. Que asegura además que ser cristiana no la avergüenza y que su religión no es propia de ignorantes que se dejan manipular. “Me tienen sin cuidado si creen que ser cristiano no cuadra con el intelectual o que es para los pobres e ignorantes que necesitan construir una esperanza. Esto es algo que solo se entiende cuando se ama a Jesús y yo estoy enamorada”, afirma.
Reconoce, eso sí, que el camino espiritual es de mucha entrega y disciplina y que no es nada fácil. Como no fue fácil aprender a diezmar. “Lo que más trabajo me costó fue diezmar, porque uno estaba acostumbrado era a dar limosna. Pero la palabra lo dice y así debe ser”, cuenta entre risas. Sin embargo, ahora entiende que es la única manera de edificar la iglesia, expandir el evangelio y de ser justos con quienes trabajan 24 horas al día con Dios como jefe directo.“Creo que los pastores tienen que tener un salario digno. Como el de un funcionario público de alto nivel o de una empresa privada”. Pero lo que sí no soporta es una actitud derrochadora de los servidores de Jesús, porque como ella misma afirma “se puede vivir dignamente, pero hay un punto clarísimo en la vida de fe que no nos permite vivir en opulencia”. Por eso no asiste a iglesias de extremo lujo o que no tengan una obra social en firme.
Milagros, de que los hay los hay
Para Viviane Morales la vida en sí es ya un milagro y cada día que pasa está lleno de pequeños y grandes regalos de Dios. Sin embargo, tiene la certeza de que el Señor ha caminado de su lado en ciertos momentos difíciles. Como la vez que el comandante de las Autodefensas Unidas de Colombia, el desaparecido Carlos Castaño secuestró al ex senador Carlos Alonso Lucio, quien en ese momento era su amigo y ahora su esposo. “Él no tenía salida, Castaño lo iba a matar. Pero le respetaron la vida y lo liberaron. Eso fue un milagro”, dice convencida.
Como milagro fue también el día que dos hombres que le hicieron el paseo millonario, la dejaron cerca al estadio El Campín y con veinte mil pesitos para que cogiera otro taxi más seguro que la llevara a su casa. “Iba con mi Biblia para la iglesia y de pronto el conductor del taxi para, haciéndose el varado, y otro hombre se subió al carro con un arma”. Lo primero que se le vino a la mente fue un trocito del Salmo 91. “No me acordaba de nada más y empecé a repetir sin parar: A tus ángeles mandarás para que te guarden en todos tus caminos”. Salmo que le dio la fortaleza para pasar 20 minutos con los ojos cerrados por orden de los ladrones.
Milagros muchos, como el hecho mismo de haber pisado la iglesia, porque allí aprendió que nada sucede sin que la mano de Dios esté presente y que, así como Dios quiso que abandonara su cargo de Fiscal General de la Nación, seguramente Dios querrá que en cualquier momento la doctora Viviane Morales regrese a un cargo público.