Como una verdad a gritos, los cafeteros, a través de la Cámara de Representantes, La Luciérnaga, La Hora de la Verdad y los diarios La Tarde, La Patria, La Crónica, El Colombiano y La Barca de El Nuevo Siglo, le han contado al país su crisis, pero en el alto Gobierno no se dan cuenta. Por eso ayer se salieron de la ropa y decidieron marchar, mientras tanto don Genaro Muñoz trataba de desautorizarnos.
El refrito. Las 600.000 familias cafeteras arruinadas, produciendo a pérdida y sus fincas sin valor, más de la mitad de los municipios del país arrastrados en la crisis.
He aquí la respuesta de la Federación a través de su Gerente: “Las columnas de La Barca son un refrito”, y lo dijo en La Luciérnaga: “Los cafeteros de Risaralda son maleducados, pedigüeños, politiqueros y mendigos”, y apuntó que “la información de la Federación es privada”… “La solución es producir más, de mejor calidad y aumentar lo que pagan por contribución cafetera”.
¿Y de la Flota Mercante, qué? ¿Y qué dicen de la sentencia de la Corte Constitucional que le trasladó a los cafeteros el pago de las pensiones de la Flota Mercante Grancolombiana, en un desarrollo del principio de solidaridad? ¿Qué pasó con las naves de la Flota? ¿Qué se hicieron? ¿Las chatarrizaron?
Se preguntan los cafeteros ¿a dónde tienen que acudir en busca de solidaridad para su crisis? ¿Por qué el presidente de su gremio les dijo “defiéndase como puedan”?
Indolencia. Como si fuera poco, le trasladan a los municipios cafeteros de Colombia la costosa atención de programas de desplazados de otras regiones (caso Belén de Umbría, en Risaralda) ó paradójicamente, los pobres cafeteros resultan desplazados por los desplazados. ¡No hay derecho!
Mermelada cafetera. El anunciado debate cafetero fue acallado con la mermelada oficial untada en las tostadas de los ponentes, quienes haciendo malabares para no molestar al Gobierno ni a la dirigencia cafetera, trataron de exponer las sentidas razones de las 600.000 familias desamparadas. Voces airadas de la realidad fueron expuestas por el alcalde de Palestina (Caldas) y los voceros del suroeste antioqueño, de Risaralda, Quindío y Huila y boicoteadas por el Vicepresidente de la Cámara, con solo dos minutos de exposición con apagadas de micrófono incluidas.
Rebelión cafetera. Diego Naranjo, de Risaralda, le exigió a don Genaro respeto por los cafeteros con disculpas públicas por su maltrato, y a la renovación de los cafetales le sumó la renovación de la dirigencia; remató increpándole la dictadura de su ejercicio al no permitir la posesión del presidente del Comité de Risaralda elegido unánimemente por todos los Comités municipales.
La dignidad. De los distintos rincones de Colombia, cafeteros de todas las clases fueron a Manizales, fieles a su tradición, dando lo que tienen, acatando el llamado del Gobierno llevando la contribución cafetera: costalados de broca, cargas de roya, créditos insatisfechos, quejas sin atender, a compartir una taza de café con el senador Jorge Enrique Robledo.