La canciller alemana, Angela Merkel, lamentó la falta de confianza entre países de la zona euro y rechazó soluciones de "mediocridad" a la crisis de la deuda, en momentos de tensiones exacerbadas por la recesión y el riesgo de que Grecia salga del bloque.
Merkek mostró las enormes diferencias de los dirigentes de la zona euro para encontrar salida a la grave crisis de la deuda, al criticar duramente el "falso debate" entre crecimiento y austeridad.
"Existe un falso debate que ha surgido, entre crecimiento y disciplina fiscal. Esto es un disparate", declaró.
Criticada por numerosos países, Francia a la cabeza, por su defensa sin fisuras del rigor presupuestario, Merkel lamentó la falta de confianza entre los actores de la zona euro que podría resolverse si se atacan "las causas de la crisis", que son "el endeudamiento y las diferencias en la competitividad".
Además, reiteró que Alemania "no se dejará convencer por soluciones rápidas como los eurobonos" o la introducción de un fondo común de garantías bancarias en Europa.
"El peligro de las propuestas precipitadas de mutualización" de la deuda es ocultar las diferencias de potencia económica entre los países y nivelar las tasas de endeudamiento de los Estados, advirtió. "Quien oculta esto termina en la mediocridad. Y la mediocridad no puede convertirse en la norma", dijo Merkel, entre aplausos de los asistentes.
"No habrá una buena unión económica y monetaria sin unión política", sinónimo de abandono de la soberanía, dijo la canciller, muy popular en su país. "No puedo querer eurobonos y rechazar todo control" sobre los presupuestos nacionales, agregó.
La víspera, el primer ministro francés, Jean-Marc Ayrault, aseguró que Merkel merecía más que nunca su apodo de "Señora No".
El viernes, más conciliador, Ayrault quitó peso a sus declaraciones y consideró que entre amigos "se podían decir ciertas cosas".
"Es necesario que Alemania y Francia encuentren juntos una solución para sacar a Europa de la crisis (...) Esto pasa por un diálogo más sólido que el que ha habido hasta ahora", afirmó Ayrault a la radio Europe 1.
Sin embargo, luego llegaron las más que claras palabras de Merkel.
Para intentar calmar los ánimos, el presidente de la Unión Europea Herman Van Rompuy convocó el viernes por la tarde una videoconferencia con los dirigentes alemán, francés, británico e italiano, para preparar la reunión del G20 que se celebrará en México el lunes y martes próximos.
Los europeos deben dar una mayor apariencia de unidad y limar sus diferencias ya que el lunes, horas después de un domingo de infarto, se verán presionados por sus socios del G20, que querrán alguna respuesta sobre su plan para encauzar la economía por la senda del crecimiento.
El domingo Grecia vuelve a las urnas en unas elecciones generales que son casi un referéndum sobre la permanencia del país en la zona euro.
Este viernes, la edición alemana del Financial Times instó en un editorial publicado en su portada en griego y en alemán a "resistir ante la demagogia de Alexis Tsipras", líder de la izquierda radical griega, uno de los favoritos.
"Sólo con los partidos que aceptan las condiciones de los acreedores internacionales su país podrá mantenerse en el euro", advierte el diario.
Ante estas divergencias políticas, los mercados se orientaban el viernes a los grandes bancos centrales y se preguntaban si podría haber una intervención concertada en caso de pánico tras las elecciones griegas.
Las tasas de interés que más sufren estas incertidumbres, las de España, que el jueves se situaban cerca del 7% a diez años, y las de Italia, que rondaban el 6%, no registraban movimientos bruscos el viernes.
Justamente en Italia, el gobierno adoptó el viernes un paquete "muy robusto" de medidas para fomentar el crecimiento económico que incluye la venta de inmuebles oficiales para reducir la colosal deuda pública, blanco del acoso de los mercados, indicó el primer ministro Mario Monti.
Por último, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, consideró que los mercados y los ciudadanos europeos necesitan recibir un mensaje de calma sobre el futuro de la zona euro.
"Los mercados y los ciudadanos necesitan tranquilizarse y saber que siempre viajamos todos juntos", dijo a la prensa.